En ese artículo
se hace referencia a un juicio que la familia Outes le inicia a Sara Ricardone, la ultima
pareja de Pablo Outes antes de ser asesinado por las fuerzas represivas del
estado dictactorial, el 6 de julio de 1976. Entre las querellas del mencionado juicio
contra Sara Ricardone, figuraban Soledad y Rosario Outes (dos
hermanas del matrimonio entre María Elena Jiménez y Pablo Outes), ellas se
quedaron a vivir en España a causa del exilio que la familia debió enfrentar a
causa de las persecuciones políticas por
el régimen represivo.
Ellas sienten
la necesidad de aclarar que nunca tuvieron la voluntad de conformarse como
denunciantes en el juicio que inició María Elena Jiménez (madre de Soledad y
Rosario) y Pablo Outes (hijo) a Sara Ricardone negándole su carácter de
derechohabiente.
Cuentan
Soledad y Rosario que al enterarse, justamente por este medio, del juicio
contra Ricardones y la participación que ambas revestían en la causa, tomaron la firme decisión de renunciar a la
querella y revocar el poder que habían otorgado para otros fines a su madre,
Maria Elena Jiménez y a su hermano,
Pablo Outes, el mismo con él que, fueron
presentadas como miembros de la parte acusatoria.
En el juicio
contra Sara Ricardone la familia Outes cita como testigo a su favor al genocida y actual condenado a reclusión perpetua, por la causa de la Masacre de Palomitas, a
Juan Carlos Alzugaray ex guardia cárcel del penal de Villa Las Rosas.
Nos
escribió Soledad Outes: “Me gustaría que esta información fuera modificada
mediante una RECTIFICACIÓN PÚBLICA en el mismo medio” y “les pido que se publique el documento que adjunto y
que se denomina aclaración hijos ya que en él relato
brevemente cómo sucedieron los hechos. También quisiera pedirles que en un
futuro se contrastaran las informaciones que se publican, en la medida de lo
posible ya que en nuestro caso se nos ha hecho un enorme perjuicio moral. Por
descontado el perjuicio económico ya que nos vimos obligadas a desplazarnos a
Argentina, buscar abogados que nos ayudaran, informar debidamente. Una
pesadilla.” “El juicio en
el que nuestra familia nos había metido y los pasos legales que me había visto
obligada a dar para salir del mismo, pidiéndole encarecidamente que se lo entregara
a Sara Ricardone con el mensaje, de que
no teníamos nada contra ella, que se había abusado de nuestra confianza y que
solamente confiábamos en que la justicia pondría todo en su lugar.” ”No en vano
sufrimos a la par, todos los horrores
del proceso, de la cárcel, de la emigración, de la falta de justicia durante
tantísimos años” También compartió con nosotros lo que Rosario su hermana
siente en cuanto a esa situación “nosotras
nos volvimos invisibles, invisibles para todos los que nos debían proteger y
ayudar, mientras éramos visibles solamente
para los que querían dañarnos”.
LA CARTA
Tanto mi hermana Rosario como yo
nos presentamos en dicho juicio informando que habíamos revocado el poder
general que en su momento habíamos otorgado a nuestra madre, María Elena
Jiménez y a nuestro hermano Pablo Ismael confiando en que ambos defenderían
nuestros intereses en Argentina ya que desde diciembre del año 76 nos tuvimos
que exiliar en España donde actualmente
residimos. Ambas informamos a la jueza del caso, Inés Maturana de Hadad, que
desistíamos del juicio, que jamás habíamos otorgado un poder para que se
inicien acciones en contra de Sara Ricardone y que este juicio iniciado en
nuestro nombre utilizando un poder general que en nuestra buena fe habíamos
otorgado a nuestra madre y hermano se había usado sin nuestro consentimiento.
Espero que HIJOS Salta rectifique
a la mayor brevedad posible esta información que nos avergüenza y perjudica
teniendo en cuenta que con enorme sorpresa nos enteramos por su página web que
habíamos iniciado un juicio contra una persona contra la cual no tenemos ningún
tipo de enemistad, nos vimos obligadas a viajar a Salta para interiorizarnos de
estos hechos, a buscar el patrocinio de un abogado para intervenir en un juicio
en el que no teníamos ni idea de que estábamos involucradas, a quitar el poder
a nuestros familiares directos e informarles del hecho de forma fehaciente y
además soportar que el nombre de mi padre y el nuestro se viera envuelto en
disputas patrimoniales muy alejadas de los ideales que él defendió y que nos
había inculcado.
El litigio que desde el año 1996
enfrenta a nuestra madre y a la señora Ricardone por los derechos hereditarios
de nuestro padre ha impedido que mi hermana Rosario y yo hayamos podido recibir
la indemnización que el estado argentino concedió a los hijos de personas
asesinadas y desaparecidas durante la dictadura cívico militar que padeció
nuestro país, una ayuda que nos hubiera
permitido tener un poco de apoyo económico para estudiar y salir adelante en
nuestras vidas en un país extranjero en el que carecíamos de amigos y familia
para sustentarnos. Desgraciadamente tuvimos que trabajar y defendernos
totalmente solas desde los diecisiete y quince años, padeciendo enormes
sufrimientos debido a nuestra dramática situación como menores de edad sin
recursos, huérfanas y extranjeras.
Para acrecentar nuestro dolor, no
solamente no hemos recibido ningún tipo de ayuda sino que nos hemos visto
envueltas en litigios como el que nos ocupa en los que hemos sido consideradas
rehenes o armas arrojadizas y no víctimas.
Espero que tras la recepción de
esta carta la misma sea publicada conjuntamente con la documentación que
adjunto en la página web de HIJOS Salta, se difunda a todas la red de HIJOS en
Argentina y si fuera posible se nos apoye en la consecución de una reparación
económica y moral justa tras largos años de sufrimiento y abandono.
Te agradezco tu apoyo y
colaboración,
Soledad Outes