domingo, 29 de agosto de 2010

La Justicia entregó los restos de Lucho Díaz

“Nuestro deseo es comenzar este duelo del que nos privaron”

Así lo sostuvo Norma Cajal, compañera de Luís Díaz, uno de los masacrados en Margarita Belén. Lo hizo tras la entrega de sus restos óseos en una breve y emotiva ceremonia que se realizó este mediodía en la sede del Tribunal Oral Federal.

Norma Cajal, compañera de Lucho Díaz, y su hijo, Martín
La sala de audiencias del Tribunal Oral Federal de Resistencia se vio colmada por familiares y amigos de desaparecidos, ex presos políticos, funcionarios y periodistas en lo que fue la lectura del acta de entrega de los restos de Luís “Lucho” Díaz a sus parientes. Díaz es una de las al menos 22 víctimas que tuvo la Masacre de Margarita Belén.

El breve acto se realizó pasado el mediodía de este viernes, a pocos minutos de que finalice una nueva audiencia en el marco del juicio por el fusilamiento de presos políticos el 13 de diciembre de 1976. De la ceremonia, además de los parientes de Lucho, participaron los familiares de Fernando Piérola, también víctima de la Masacre; los funcionarios provinciales y ex presos políticos, José Luís Valenzuela y Silvia Robles; el delegado local de la secretaría de Derechos Humanos, Darío Gómez; el abogado de Derechos Humanos, Mario Bosch; la militante de HIJOS, Dafne Zamudio y el ex diputado provincial, Daniel San Cristóbal, entre otros.

Luego de que hicieran su entrada los jueces del Tribunal Oral Federal, Gladis Yunes, Eduardo Belforte y Luís González, por secretaría se leyó el acta por el cual el miembro del Equipo de Antropología Forense, Miguel Nieva, hizo entrega de los restos óseos a los familiares de Díaz. Asimismo se aclaró que una parte de ellos se dejará almacenados en el depósito judicial como un elemento de prueba disponible para los juicios por crímenes de lesa humanidad que aún se sustancian.

Tras la lectura, y a pesar de que Yunes pidió a los presentes en el recinto evitar cualquier expresión emotiva dentro de las instalaciones, los asistentes dedicaron un cerrado aplauso para Lucho y a viva voz repitieron: “Lucho Díaz, ¡presente!”. “Quiero agradecer a todos, a sus compañeros de trabajo, de militancia, les agradezco que nos hayan acompañado hasta este momento”, dijo una emocionada Cajal, compañera de Lucho. “Les quiero comunicar que nuestro deseo más profundo es comenzar este duelo del que nos han privado hace 34 años”, agregó quebrada.

“Esto significa mucho”, le dijo Martín Díaz a CHACO DIA POR DIA. “Como hijo, lo principal es de una larga y casi eterna lucha por momentos, poder darle cristiana sepultura, poder despedirlo, poder tener un lugar a donde llorarlo, donde dejarle una flor”, sostuvo. “Si bien es algo doloroso y duro para mí también estoy muy feliz, muy acompañado y feliz por todo lo que a logrado mi padre y los amigos que supo conseguir. Gracias a ellos pude conocerlo un poquito más porque yo tenía cinco meses cuando lo mataron”, agregó.

“Nosotros que somos militantes de la verdad, juicio y castigo creíamos que estos juicios tenían que tener un desenlace de no sólo la condena de los genocidas sino que vayan apareciendo también los cuerpos de los desaparecidos”, consideró el subsecretario de Derechos Humanos y compañero de militancia de Lucho, José Luis Valenzuela. “Él venía del radicalismo y yo del peronismo. Hemos algunas oportunidades hemos tenido en asambleas disensos con él pero aún así hicimos una amistad que trascendió todos los planos. Lucho fue siempre muy querido por sus compañeros y se destacó por su entrega y compromiso. Es el militante ideal que uno hubiera querido tener”, recordó Valenzuela.

SU HISTORIA
Luís Díaz nació en Mercedes, Corrientes, el 15 de enero de 1951. El padre de Lucho falleció cuando él tenia tres años; era dueño de un importante comercio de la ciudad. Allí fue a la escuela primaria (“la mate cocido”) y a la Escuela de Comercio, donde egresó como Perito Mercantil. Era muy buen alumno; fue escolta de la bandera en la secundaria.

Aprendió a tocar la guitarra con “Los de Imaguaré” y fue a cantar a Cosquín.También era parte del cuerpo de baile de folkclore, y estaba siempre en todas las fiestas, peñas y guitarreadas que se organizaban con la escuela de Comercio y el Colegio de Monjas. Posteriormente decidió trasladarse a Resistencia para estudiar Ciencias Económicas, le faltaron 3 o 4 materias para completar la carrera. Trabajaba en un juzgado de Resistencia y militaba en el Barrio Toba. Se casó en diciembre de 1973 y tuvo un hijo.

Llegó el Golpe de Estado y la más cruenta dictadura militar. Entre enero y febrero de 1976 fue detenido en un allanamiento en la casa donde vivía. La tarde del 12 de diciembre estaba en la Alcaidía de Resistencia, de allí lo sacaron en el falso traslado a Formosa. En la madrugada del 13 de diciembre de 1976 fue asesinado junto al menos 22 presos políticos a la vera de la ruta 11, en lo que hoy se conoce como la Masacre de Margarita Belén. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de Resistencia e identificado con su nombre.

Hombre preso que mira a su hijo

Mirta Clara: En homenaje a Lucho Díaz y familia

Poema enviado por Mirta Clara, ex presa política y esposa de Néstor Sala, víctima de la Masacre de Margarita Belén en homenaje a Lucho Díaz y familia.

Mirta Clara

Hombre Preso Que Mira A Su Hijo


Cuando era como vos me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quien se le ocurriría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas.

Que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos.

Realmente no sabían un corno
pobrecitos creían que libertad
era tan solo una palabra aguda
que muerte era tan solo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula.

Olvidaban poner el acento en el hombre.

La culpa no era exactamente de ellos
sino de otros mas duros y siniestros
y estos si
como nos ensartaron
en la limpia república verbal
como idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros
y como nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles.

Uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
de menos.

Por eso es que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos.

Vos ya sabés que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio.

Y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías.

Y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre.

Botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides.

Por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones
todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre.

Pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar.

Que tu viejo olvidó todos los números
(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos.

Y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina
en qué bar
qué parada
qué casa.

Y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar.

Una cosa es morirse de dolor
y otra cosa es morirse de verguenza.

Por eso ahora
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder.

Uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere.

Llorá nomas botija
son macanas
que los hombres no lloran
aquí lloramos todos.

Gritamos berreamos moqueamos chillamos
maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse.

Llora
pero no olvides".

"Te dejo con tu vida, tu trabajo, tu gente, con tus puestas de sol y tus amaneceres. Sembrando tu confianza, te dejo junto al mundo, derrotando imposibles, segura sin seguro (...) No creas, nunca creas, este falso abandono". Mario Benedetti

Con todo cariño, nuestro mayor abrazo compañero para los seres queridos de Lucho, su hijo, Norma y compañeros de estudio, trabajo y militancia.

Lucho Diaz: Presente Hasta la victoria siempre!

Familia Sala Clara

Fuente: Chaco Dia por Dia

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Juicio por la Masacre de Margarita Belén

Se hablaba de masacre durante la sepultura

Lo admitió Daniel Omar Aguirre, uno de los que cavó las tumbas de las víctimas del fusilamiento del 13 de diciembre de 1976. Emocionante despedida con Luis Alberto “Lucho” Díaz.

La jornada pintaba para tediosa con los tres testigos propuestos por la defensa –un cuarto, no pudo ser citado porque no se encontró su domicilio-. Toda la atención estaba centrada en el momento de la restitución a su familia de los restos de Luis Alberto Díaz, víctima de la Masacre de Margarita Belén.

Sin embargo, Daniel Aguirre, un municipal jubilado, que trabajó como sepulturero disparó un dato revelador: mientras eran enterrados los cuerpos de los fusilados en la madrugada del 13 de diciembre de 1976, ya se hablaba de masacre.

Otro testigo, Víctor de Lucía, de 76 años, ex director del cementerio “San Francisco Solano” (1982-1983), entregó un informe sobre las tumbas a Livio Lataza Lanteri, primer intendente electo con la reapertura democrática, pero no recordaba cosa alguna relacionada con la causa. Lo demás, fue pura pirotecnia entre las partes, con alguna intervención de los imputados que fue reprendida.

A Antonio Benítez, de 68 años, policía retirado que pasó por la Comisaría 2ª de Resistencia, en 1976, le causaron demasiados nervios para su presión arterial, simplemente para dos preguntas:

-“¿Sabía o conocía previamente los hechos que se investigan?”, preguntó el defensor Carlos Pujol.

-No escuché nada previamente. Me enteré después.

Sin que de para más, y pensando más en el homenaje a “Lucho” Díaz, el querellante Mario Bosch hizo la pregunta del millón: “¿Pero, usted sabe o vio algo?”, a lo que Benítez, obviamente, contestó: “No sé ni vi nada”.

En cambio, no pudo ser encontrado el domicilio de Raúl Di Bendetto, “preso común” o “preso social”, como se denominaba en la década del 70 a quien no era considerado un “subversivo” o preso político.

En paralelo de la audiencia, en la Casa por la Memoria, comenzaba la conferencia de Norma Cajal, esposa de Lucho Díaz, de su hijo Martín, familiares, ex presos políticos, H.I.J.O.S. y un largo etcétera.

MASACRE
A la defensa le pasó que el testigo que convocó terminó aportando datos más valiosos para las querellas y los fiscales que para el interés de sus defendidos. Es que cada vez que el sepulturero Aguirre hacía memoria, enterraba más la estrategia de los abogados de los ocho militares y el policía.

El testigo comenzó dubitativo, con datos que fueron marcados como contradictorios a los de su declaración en instrucción. Finalmente, se quedó con la versión original: enterró 10 ú 11 cuerpos traídos en dos tandas por la Policía y el Ejército, comenzando a la madrugada cuando lo fueron a buscar hasta su casa.

Ahí comenzó el calvario de la defensa. Entonces, Pujol quiso aportar como pruebas publicaciones periodísticas de 2004: elDIARIO de la Región y La Voz del Chaco. Tras ganar una minibatalla sobre la admisión de unos recortes periodísticos de 2004, los abogados de los imputados creyeron que estaban nuevamente en carrera.

Sin embargo, Aguirre no sólo ratificó los datos periodísticos: como la sepultura en la Letra G sector 12, sino que además aportó el dato que bajó la persiana a la audiencia: “Me enteré ese día, porque cuando termino ya se hablaba de masacre”, afirmó.

Obviamente, la pregunta sobre cómo se enteró de ese dato: “Es lo que hablaban los policías y la gente que estaba ahí” para visitar a sus muertos.

RESTITUCIÓN


Terminada la audiencia, prácticamente la Casa por la Memoria en pleno se trasladó al Tribunal Oral Federal de calle Yrigoyen para acompañar a Norma Cajal y Martín que iban a buscar el cuerpo de “Lucho” Díaz, entre ellos el subsecretario de Derechos Humanos, José Luis Valenzuela; la presidenta del Instituto de Cultura, Silvia Robles, Dafne Zamudio, y Julio Cáceres, con quien Lucho creo el grupo chamamecero Los de Imaguaré.

En la sala de audiencias, con la presencia de los jueces del Tribunal Oral Federal, Gladis Yunes, Eduardo Belforte y Luís González, por Secretaría se leyó el acta que permitió al perito del Equipo de Antropología Forense Miguel Nieva entregar de los restos óseos a los familiares de Díaz. Entonces, las más de 50 personas fueron una sola voz para recordar: “Lucho Díaz, presente”.

Informe: Marcos Salomón

Fuente: Chaco Dia por Dia

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Córdoba -Juicio UP1


El otro Pérez: el “grotesco”, "Jaime Kloner"


Graciela Lagarraga, ex presa política testimonió sobre los traslados de las mujeres que luego fueron asesinadas. Asimismo, visibilizó su propia condición de mujer-víctima dentro del penal. A la vez, quedó expuesto el otro Pérez, el de la voz impostada. Además de aportar información conmovió.

2010-08-26 -


Por Katy García-Prensared

En la jornada 23 del Juicio Videla que se desarrolla en la sala de audiencias del Tribunal Federal nº 1 que juzga los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura, declararon los ex presos políticos María Teresa Sánchez, Graciela Lagarraga y Raúl Arturo Guevara. La ronda de testimonios comenzó a media mañana y se prolongó hasta las 21.

La mujer reconoció a los imputados
cabo Pérez, Mones Ruiz, Alsina y a Miguel Ángel Gómez. A Jorge Rafael Videla y a Luciano Benjamín Menéndez dijo que los conoce por los medios de prensa.

La ex militante de la juventud peronista, fue detenida en abril de 1975 en su pueblo natal Laboulaye. Un operativo comandado por Miguel Ángel Gómez con varios automóviles Ford Falcon y un grupo importante de personas ingresaron en forma violenta a la casa donde vivía. La arrojaron en su habitación y fue sometida a un simulacro de fusilamiento. La testigo contó que la sacaron a las patadas, vendada y atada y que se identificaron como miembros del Comando Libertadores de América.

No es difícil imaginar un operativo de estas características en una ciudad chica protagonizado por fuerzas policiales ajenas a la comunidad. Esta situación motivó la presencia de la policía local que la trasladó al departamento de policía para luego enviarla a Río Cuarto.

“Recuerdo que me tiraron a una celda toda mojada, me golpeaban con cachiporra y el mas violento era Gómez”, afirmó. Dirigiéndose al Juez le confesó que en ese sitio la obligaron a firmar declaraciones sin la presencia de un abogado. Y que la interrogaban sobre su militancia política. Ella sostuvo que era de la JP y que “todo el pueblo lo sabía”. Sin embargo le tomaron una foto con folletos y libros que no le pertenecían y le armaron una causa por tenencia de material subversivo.

La pasaron al Buen Pastor de Río Cuarto y al poco tiempo al Buen Pastor de Córdoba días previos a la fuga de internas.

En la UP1, ojo por ojo

Al poco tiempo la enviaron a la Unidad Penitenciaria número uno (UP1) donde inauguraron el pabellón de mujeres de presas políticas en 1975. En cuanto a las condiciones carcelarias manifestó que eran buenas. Tenían visitas, diarios, alimentación, y una buena relación con la dirección del penal. Incluso había mujeres que criaban a sus hijos en la prisión y que “a partir del Golpe todo cambió sustancialmente”.

Ingresaron los militares, retiraron los niños y las llevaron a los golpes, corriendo. “Nos bajaron al patio, nos pusieron contra la pared, nos golpeaban los tobillos, la cabeza, nos manosean, hacen tactos, y había niños que no habían sido retirados. Duró varias horas, nos volvieron a la celda y nos habían despojado de todo. Solo dejaron lo mínimo indispensable y lo puesto. No teníamos jabón ni algodón. Por la noche nos bailaron, cuerpo a tierra carrera a march”, describió.

Dijo que les avisaron que la cosa sería “ojo por ojo, diente por diente”. Y que leyeran los comunicados que dejarían en la pared. “Y así fue. Empezaron a entrar lo que llamábamos los piquetes militares. Carrera march, cuerpo a tierra, entren y salgan de la celda, empezaron a hacerlo sistemático cada media hora. Ya entrábamos y salíamos con la cabeza gacha. Nos hacían saltar de las cuchetas y salir cómo estábamos, nos hacían hacer movimientos vivos, ejercicios militares, no sólo eso, sino que había una cuota importante de violencia, golpizas, nos lastimaban las rodillas”, detalló.

Una de estas guardias estaba al mando de un teniente al que llamaron “el Avispón” un ser temido que atropellaba y golpeaba. Después, supieron que se trataba del teniente Mones Ruiz. Además identificó al cabo Pérez como una de las personas que compartía la guardia con Mones Ruiz “era golpeador y le gustaba manosear a las compañeras, las llevaba al baño, a las duchas, y con otro grupo de gente nos cortaron el pelo”. A ella la pelaron. Sobre este hecho opinó que buscaban “desfigurar, reírse, denigrarnos”. La testigo durante el periodo democrático fue delegada del pabellón.

Los Pérez

La militante política señaló que había dos cabos Pérez. “Uno de estatura mediana, no alto, más delgado del que está sentado aquí. El otro era más alto, impostaba la voz y nos decía que éramos bichos bolita, y que íbamos a morir hundidos en los pantanos”. La primera descripción corresponde al llamado “Perico” y la segunda a quien consideró “grotesco” porque condensaba la imagen del torturador, bruto y manoseador, “Jaime Kloner”.

Precisamente, el cabo Pérez “grotesco”-Jaime Kloner- permitió que la tropa ingresara de a uno y la vejara. No dijo “violara” pero se entendió de ese modo. Y como si esto fuera poco le introdujeron en la vagina un porta cuchillo “del monte”.

El mismo Pérez retiró a tres mujeres del pabellón: Viviana Avendaño, Liliana Felisa Páez y a ella. “Nos retiran de la celda, con las compañeras me encuentro abajo. Nos atan manos atrás con un cable y nos llevan corriendo carrera march con esa famosa goma con la que siempre nos hacían gestos de que nos iban a dar por la cabeza. Nos llevan por el callejón carrera march y cuerpo a tierra hasta la dirección del penal. Vendadas con una venda muy precaria y nos dicen que nos van a comunicar algo del juzgado”, relató. A ella le comunicaron la absolución pero quedó a disposición del PEN.

La testigo expresó que en ese momento pidió hablar con el funcionario sin vendas “porque adentro estaban pasando cosas graves y me dijo que él no tenía nada que ver con eso”. Y las volvieron a las celdas a los golpes.

Al llegar al callejón el cabo Pérez las empuja y Liliana Páez se cae. Entonces la testigo le recriminó que si “no ve que no puede más”. Y Kloner le contestó “no te hagás la cocorita conmigo que esta noche vengo y te saco. Esa noche Liliana estuvo en el calabozo conmigo”.

A Pérez, el “grotesco”, el “Jaime Kloner” de la voz impostada, lo ubicó en la guardia de Alsina. Pero aclaró que “tenía libertad para entrar en el pabellón a cualquier hora”. Y señaló que es el mismo que retiró del pabellón a Diana Fidelman y a Liliana Páez. También recordó la presencia de un capellán del ejército ante el que expusieron los problemas que tenían y lo sucedido con Fidelman que nunca regresó. Y la respuesta fue “algo habrán hecho”. Por lo que una de las internas le respondió que “si nos cortan el pelo crece, si nos rompen los huesos, se sueldan, y si nos matan, creemos en la resurrección de los muertos”.

El callejón de la muerte

La testigo le contó al tribunal que sabe que fue trasladada al D2 y luego regresó golpeada. Y mientras estaba en la sala de castigo escuchó que la llamaban. “Se escuchó clarito el silencio que se produjo, era de noche, y también algo que Diana habló en voz alta y también a las compañeras que le dijeron: Chau, Diana. Y después un silencio mortal”,narró. Y agregó que después subió Mones Ruiz con su guardia y se produjo un diálogo.

- ¿Qué pasó con Fidelman? Preguntó la testigo.
 - ¿Es muy amiga tuya? Bueno, no la vas a ver más. Y cuidate, que te va a pasar lo mismo. Respondió Mones Ruiz.

Después la castigaron y enviaron a la celda de castigo con la orden de que no reciba alimentos por tres días y a pan y agua después. Desnuda. “En un momento perdí el conocimiento, amanezco tirada y toda mojada en el piso, viene la celadora, le digo que estaba dolorida, y al día siguiente estaba hinchada y con fiebre, pido un médico”, relató. Y que al otro día ingresó un hombre mayor, petizo, que la envió al médico y finalmente comenzaron a medicarla. “Nunca supe quién era”, admitió. Y al poco tiempo escucharon una ráfaga y disparos. “Al otro día me entero que habían matado a Diana Fidelman”, expresó. Como se recordará fue asesinada junto a Mozé, Verón, Yung, Hernández y Svaguza (Hecho4).

También relató el retiro de Tati –dijo Barrera, pero en realidad es Barberis- y de Mirta Abdón y destacó la resistencia que opuso Mirta. “Se las vio pasar por el callejón que denominábamos el callejón de la muerte. A la compañera Abdón la llevaban a la rastra porque no quería salir. No volvieron nunca más y al otro día nos dijeron que las habían matado”, afirmó.

Reafirmó que se enteraban de los hechos por medio de código Morse, señas y por los mismos empleados. Aunque deslizó que “las que las sacaron deben saber perfectamente quiénes las mataron”, refiriéndose a las celadoras.

También se acordó de que a Marta Rossetti la llevaron y devolvieron por falta de vehículos pero que al otro día la trasladaron y no volvió más.

Después relató el estaqueamiento que el teniente Alsina realizó con la prisionera Rosario Miguel Muñoz alojada en una sala de castigo. Comentó que a ella también la iba a estaquear y que hizo la esperar en la puerta de la celda. Y que después Zulema Álvarez, la celadora, la tranquilizó diciéndole que “las quería asustar”.

Luego dijo que las bajaron a ambas al patio que da a la enfermería que estaquean a Miguel Molina y que le ordenan que le tire agua. “Fue un momento muy duro, con la gorda Charo gritábamos que nos matara ya ahí a las dos”, contó muy conmocionada. Luego indicó que le arrojó un balde de agua a los pies de Alsina y que la enviaron a pintar con cal un murallón de cemento.


Muy afectada por el relato se dirigió al Juez- que no estaba en su mejor día- y le comentó que en su mente concentró ambas estaqueadas la de Charo y la de Moukarzel. “Me ha costado mucho separar que estos hechos fueron en tiempos distintos”, afirmó la ex presa también víctima del Terrorismo de Estado. “Yo recuerdo que me trajeron a mi celda y me golpeaba la cabeza contra la pared para borrar la imagen de lo que había visto”, expresó. Sin embargo distinguió que se trató de hechos ocurridos en diferentes días y que el autor fue el teniente Alsina.

Tras un cuarto intermedio prosiguió el debate. La testigo rememoró lo ocurrido con Marta González de Baronetto. “Esta compañera fue una de las que más resistió al cambio de régimen y me acuerdo que siempre la cuidábamos cuando nos hacían hacer ejercicios porque estaba embarazada”, dijo entre lágrimas. Pidió disculpas y explicó el porqué de la emoción. “Fue una compañera a la que quise muchísimo, y era madre, y ya había sufrido muchísimo al tener que dejar a Mariana”, expresó.

También destacó que las mujeres que parían y no podían amamantar a sus hijos porque les habían sido retirados contraían infecciones en las mamas.

Luego narró cómo Marta González fue retirada pensando que la llevaban para que anotase a su hijo Lucas y no volvió nunca más. Por supuesto pronto se enteró de que la habían matado. Quedó en libertad a fines de 1979 y luego por medio de Amnesty International denunció ante el Consufan lo que pasaba en Córdoba.

Durante el debate el abogado defensor de Alsina manifestó que en el relato sobre Moukarzel realizado en 2008 hubo contradicciones y que “atento a lo que ha dicho hoy acá, voy a desistir de este pedido –falso testimonio- porque entiendo que ha sido afectada y es inimputable”.

Esta afirmación de “ininputable” pasó inadvertida para el Juez pero no para el resto de la sala. La abogada Lillan Luque le pidió a Díaz Gavier que “aplique las normas de disciplina, porque es una falta de respeto a su condición de víctima”.

La mejor generación

Ante la propuesta de uno de los jueces sobre qué reflexión le merecía lo experimentado. Hizo un alegato creíble, conmovedor y a la vez un homenaje a todas y a todos, víctimas de la represión.

“Me pasé la vida buscando explicaciones a todo lo que ocurrió, no sólo en lo personal, porque a mí de última no me pasó nada. Acá no es una causa individual de lo que me haya pasado a mí. Nosotros en la UP1 éramos un bloque monolítico, cada muerte, era una muerte nuestra. Cada uno que moría, era una muerte propia. Cada hijo que nacía, era un hijo propio. Y los que seguimos viviendo, seguimos con ganas de revertir y dar vuelta este mundo injusto. Voy a sostener siempre que a pesar del horror que vivimos fue la mejor generación y fuimos los mejores hombres. Si en este país pasaron tantas cosas, fue porque en este país en la mesa de concertación, no de negociación, faltó una generación. A mí me llevaron porque era una reconocida militante de la juventud peronista. Íbamos pueblo por pueblo organizando, íbamos a reestructurar un hospital, iba a ir Atilio López a inaugurarlo y no pudo porque antes lo mataron. Hacíamos justicia social. Quien le habla, en el año 72 cuando la fiebre hemorrágica argentina azotó el campo, a los señores no les importaba la vida de los peones. Nosotros íbamos a trabajar con ellos. Esa era mi función y la voy a reivindicar siempre. Fue lo mejor que nos pasó en la vida”.

Sobre el final fue aplaudida y se estrechó en un abrazo con Horacio Obregón Cano, hijo del ex gobernador de Córdoba.

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