miércoles, 31 de agosto de 2011


HORACIO AZZOLIN Y MARTIN AVILA
HORACIO AZZOLIN Y MARTIN AVILA

EL JUICIO QUE SE SIGUE EN SALTA POR EL CRIMEN DEL EX GOBERNADOR MIGUEL RAGONE

Con el mismo pedido de prisión perpetua

La Fiscalía y la Secretaría de Derechos Humanos reclamaron la reclusión perpetua para los principales imputados por el secuestro y la desaparición de Ragone, el 11 de marzo de 1976. También se pidió la imputación del juez Lona como parte de “la estructura represiva”.

La pena solicitada alcanza a cuatro acusados: Mulhall, Gentil, Guill y Del Valle Soraire.

Por Alejandra Dandan

El fiscal Horacio Azzolin entonces mencionó a Eduardo Galeano. Terminaba el alegato con los pedidos de condena. Galeano alguna vez escribió en sus Memorias del Fuego sobre el ex gobernador de Salta Miguel Ragone y sobre su jefe de policía, Rubén Fortuny: “A Fortuny lo matan con un balazo a la altura del corazón, después secuestran al gobernador que lo había designado, de Ragone no dejan más que una mancha de sangre y un zapato”, leyó el fiscal. “Esperamos que esta sentencia que empezó en un juicio con los datos que describía Galeano nos deje la sensación de que se hizo justicia.” Para eso pidió cuatro reclusiones a prisión perpetua por homicidio agravado para tres cabezas militares de la represión local y uno de los ejecutores directos, pese a que no apareció el cuerpo de Ragone. También la Secretaría de Derechos Humanos, como querellante, requirió la pena de prisión perpetua.

El pedido alcanzó como autores mediatos a Carlos Mulhall, jefe de la guarnición militar local; a Miguel Gentil, jefe de la Policía salteña, y Joaquín Guill, uno de los hombres simbólicos de la represión en Salta, jefe de Seguridad de la policía y responsable de los operativos clandestinos. Pidió, además, reclusión perpetua como autor directo para el policía Andreé del Valle Soraire. A todos les imputó el homicidio del almacenero Santiago Arredes, hermano de un policía y testigo. Y el intento de homicidio de Margarita Martínez de Leal, otra testigo. Los pedidos alcanzaron también a los policías Pedro Javier Herrera y Raúl Nelson Herrera por encubrimiento. Y hubo un pedido de diez años de prisión efectiva por coacción agravada para Jorge Héctor Zanetto, un ex pistolero de la guardia armada de la UOM de Lorenzo Miguel, que amenazó a Ragone.

El alegato abundó, además, en un tema pendiente en buena parte del país: como lo hicieron las otras querellas, Azzolin se detuvo en el entonces juez Ricardo Lona hasta aquí imputado por encubrimiento en otro tramo de la causa, pero para quien pidió una imputación más acorde como parte de la organización represiva. Quedó acreditado no sólo que Lona archivó la causa de Ragone sin investigar, sino que hizo lo mismo con “muchísimas denuncias de desaparición de personas”, “presos privados de libertad”, de quienes denunciaban torturas y a quienes Lona se contentaba con enviarles un médico. “La tolerancia era en realidad una garantía de impunidad para todos los miembros de las fuerzas de seguridad”, dijo el fiscal. “Excede el mero favoritismo integrándolo a la cadena de ilícitos y directamente lo pone en la estructura represiva.”

Hubo un aplauso de la sala repleta cuando el fiscal pidió a los integrantes del Tribunal Oral Federal en lo Criminal de Salta, presidido por Marta Liliana Snopek, que la prisión de todos los acusados se cumpla de modo efectivo, en cárceles comunes. “¿Quién va a controlarlos en los dos años que, como mínimo, habrá desde el momento de las condenas hasta la confirmación del fallo por la Cámara de Casación?”, preguntó. “¿El Patronato de Liberados? ¿El Patronato que seguramente llamará por teléfono antes para avisarles que va a ir?”

El proceso

El juicio a Ragone no sólo debía probar cómo fue el secuestro del médico del pueblo. Las querellas, su viuda, su hijo, esperaban completar la hipótesis de la zona liberada, el encubrimiento y saber los nombres de cada integrante de la patota que lo secuestró el 11 de marzo de 1976.

“A diferencia de la mayoría de los juicios que se llevan adelante en todo el país –dijo Azzolin–, el hecho particular es que ocurrió antes del 24 de marzo del ’76”, un dato que llevó a las querellas a sumergirse en las normas que se dieron las Fuerzas Armadas en su denominada “lucha contra la subversión”, en momentos que combinó la acción de grupos militares y paramilitares. Ayer, Azzolin dedicó su alegato a mostrar en cuadros los nombres de la estructura represiva. La conexión militar, el vínculo entre policías y Fuerzas Armadas. Los nombres de la Inteligencia. Los escuadrones antiguerrilleros.

Luego avanzó con el secuestro. Dijo que no empezó el 11 de marzo, sino el 8 de marzo de 1976, con el robo de cuatro autos de Santiago del Estero que hablan de la coordinación de fuerzas del Operativo Independencia. Habló de la zona liberada. Se metió con el encubrimiento. En un principio, el secuestro apareció como producto de la interna peronista, pero el juicio dio por probado que a esa altura Ragone ya era “un blanco político” para los militares y la cúpula policial, había pasado de ser opositor a convertirse en enemigo. Las pruebas demostraron que los supuestos panfletos de Montoneros atribuyéndose el atentado eran falsos. Que cuando actuaba Montoneros salía a reconocer sus hechos como parte de su propaganda política, y en este caso no lo hizo. El caso se les había ido de las manos a los represores –entre otras razones porque una testigo quedó con vida– y se lo adjudicaron a Montoneros porque así “ejercían una acción psicológica de temor hacia los otros, para que el pueblo se consustanciara con los cometidos del Ejército”.

Otro punto del alegato fue el rol de Zanetto, clave para entender ese proceso que convirtió a Ragone de enemigo en condenado a muerte. La fiscalía dio por probado que el camino empezó a fines de 1975, cuando dos de los integrantes del Partido Auténtico, Juan Carlos Villamayor –ex jefe de prensa de Ragone– y Ernesto Bavio, le ofrecieron a Ragone unirse a ellos. Ragone dijo que no porque prefería pelear en las internas del PJ. La reunión había sido secreta, entre agosto y septiembre de 1975, pero pocos días después el jefe policial Gentil fue a ver a Villamayor para decirle que sabía de la reunión. Que los días de Ragone dentro del peronismo se habían acabado, y lo mandó a convencer de que se bajara de la escena política. No era la primera vez. Gentil le tenía un odio personal. Ragone supo del encuentro, pero decidió seguir adelante. Hubo otro cruce entre diciembre de 1975 y febrero de 1976. Esta vez Villamayor recibió la visita de Zanetto, jefe de la custodia de Lorenzo Miguel, un pistolero nombrado como funcionario de la intervención en el Ministerio de Bienestar Social de Salta, con causas por secuestro extorsivo en Buenos Aires. Zanetto estaba al tanto de todo, pero le mandó decir que esa misma noche Ragone tenía que firmar la renuncia y entregársela al ministerio. Y también que en eso le iba la vida a Ragone. “Por supuesto que Ragone no renunció”, dijo el fiscal. “Pero a partir de ese momento, sin embargo, empezó a madurar la idea de retirarse, porque se sabía en peligro.” El borrador termina siendo redactado –contó el fiscal– y Ragone lo iba a firmar el mismo día en que fue asesinado.

Fuente: Pagina 12


martes, 30 de agosto de 2011


Causa Ragone: piden penas

máximas y en cárcel común

El fiscal federal Horacio Azzolín y el representante de las secretarías de Derechos Humanos de la Nación y de la provincia y de la Cámara de Diputados, Martín Ávila, coincidieron ayer en pedir la pena de prisión perpetua para los militares retirados Carlos Alberto Mulhall, Miguel Raúl Gentil y los policías retirados Joaquín Guil y Andrés del Valle Soraire por los homicidios del ex gobernador Miguel Ragone y del almacenero Santiago Arredes y la tentativa de homicidio de Margarita Martínez de Leal. Y pidieron penas máximas (de 10 años) para el civil Héctor Zanetto, por coacción agravada, y (de 2 años) para los policías retirados Pedro Javier Herrera y Rubén Nelson Herrera, por encubrimiento e incumplimiento de sus deberes.

También solicitaron que estas penas sean de cumplimiento efectivo, y en cárceles comunes, lo que provocó el aplauso del público. Y el fiscal pidió que todos sean detenidos ni bien se dicte la sentencia.

Durante casi tres horas el fiscal hizo un repaso por los informes de inteligencia, los reglamentos militares referidos a la represión, la organización del Ejército para este fin; por el contexto histórico nacional y provincial y por las particularidades de la gestión de Ragone, signada por la presión que ejerció el ala derecha del peronismo y el gremialismo. También describió el papel que cumplieron los acusados, y las organizaciones a las que pertenecían, en el secuestro y desaparición del ex gobernador, hecho cometido el 11 de marzo de 1976.

El fiscal detalló la acción que llevó a cabo cada uno de los acusados, siguiendo la líneas de mando, y enumeró una larga lista de pruebas conducentes a demostrar la subordinación de las policías al Ejército y la participación de miembros de la Policía de Salta en la lucha antisubversiva (entre ellas las felicitaciones que figuran en sus legajos por sus acciones en estos hechos).

Como Ávila, que lo precedió en el alegato, el fiscal consideró que las ideas de Ragone, su programa político de gobierno, inclusivo, lo hicieron ser reconocido como un enemigo político para los ejecutores del golpe de Estado. Enumeró en este sentido la presión que debió soportar en su gestión, la imposición de renuncias de sus funcionarios, hasta la intervención en noviembre de 1974. Aunque Ragone dejó el gobierno pero no la política: “Si hemos servido, vamos a volver”, había dicho en declaraciones públicas. En marzo del 76, cuando fue secuestrado, estaba en medio de una campaña con vistas a las elecciones internas en el PJ.

En este sentido, el fiscal acusó a Héctor Zanetto de haber amenazado a Ragone para que abandonara su pretensión de participar de las internas, una advertencia que ya antes le había sido transmitida por Gentil. Azzolín afirmó que Zanetto era importante en la UOM, donde fue chofer y hombre de confianza de Lorenzo Miguel, a tal punto que participó en hechos de violencia perpetrados por este gremio. Sobre los Herrera, que estaban de custodia en la casa de Gentil, a una cuadra y media del lugar del secuestro, consideró imposible que no hubieran escuchado los disparos. Dijo que no actuaron porque sabían que los “ejecutores eran sus compañeros de armas”.

Ávila pronunció un alegato más político. Defendió la decisión del gobierno nacional de impulsar la investigación y juzgamiento de estos hechos. “Quienes humillaron a las fuerzas armadas fueron aquellos que los condujeron a ser unos tristes encapuchados”, sostuvo en respuesta a críticas.

Aseguró que Ragone, Arredes y Martínez de Leal “fueron víctimas de un plan sistemático de eliminación de personas”. Y que para llevar a cabo este crimen hubo un proceso de demonización de Ragone, del que fue partícipe el ahora ex gobernador de Salta Roberto Romero (ya fallecido).

Sostuvo que la figura de Ragone, su ideario político, chocaba con los planes que alentaban el golpe cívico y militar dado el 24 de marzote 1976 y por eso se convirtió en un blanco: “No mataron por aburrimiento, mataron porque querían imponer un plan económico”.

“La orden de secuestrar y desaparecer a Ragone fue dada por las autoridades del Ejército, fue ejecutada por la Policía de Salta con la colaboración de la Policía Federal, que tomó las medidas para encubrir el hecho”, afirmó.

Tanto Azzolín como Ávila consideraron importante el hecho de que en 1977 se paralizara la investigación del llamado Crimen de los Arbolitos, de José Lino y Oscar Rodríguez, porque, según dichos del entonces jefe de la Policía, Carlos Carpani Costas, y del subjefe, Juan Carlos Grande, los acusados, policías de Metán, entre ellos Soraire, habían participado del secuestro de Ragone.

Los alegatos fueron seguidos por un público emocionado en su mayoría. En la sala de grandes juicios, que estaba a pleno ayer, estuvieron, entre otros, la viuda del ex gobernador, Clotilde Suárez. Y estuvieron también la diputada provincial Nora Giménez (concurrente habitual), el diputado provincial electo Matías Posadas, el delegado del Ministerio de Trabajo de la Nación, Pablo Viel, la secretaria de Derechos Humanos de la provincia, María Pace, el presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Godoy, y el ministro de Trabajo, Rubén Fortuny.

Que se reabra la

causa por Fortuny

Ávila conmovió hasta el llanto a los hijos del ex jefe de Policía de Ragone al pedir que su asesinato sea considerado un delito de lesa humanidad y que se reabra la causa para continuar la investigación.

Antonio Rubén Fortuny fue asesinado el 27 de mayo de 1973, dos días después de que renunciara a su cargo en la jefatura de la Policía, desde el que había llevado a cabo una acción para cambiar la fuerza. Para ello promovió la investigación y de dio de baja a los policías implicados en apremios ilegales y torturas. Entre ellos estaban Joaquín Guil y muchos de los comisarios sospechados luego por el secuestro de Ragone.

El querellante sostuvo que ésta fue “una de las medidas más revolucionarias del gobierno de Ragone” y le generaron un “odio político”. El abogado criticó también “la miserabilidad de la justicia salteña” que calificó al hecho como un homicidio preterintencional y le impuso una pena mínima al asesino, el ex policía y ex legislador provincial Emilio Pavicevich.

“Fue un crimen de lesa humanidad, de igual manera que la vida de Ragone, la de Fortuny ya tenía destino y era su muerte”, sostuvo el abogado.

Lona, parte de la represión

El fiscal Horacio Azzolín pidió que el ex juez federal Ricardo Lona sea investigado com parte de la estructura represiva “como si fuera un ejecutor más”. Antes el querellante Martín Ávila pidió que se orden la detención e indagatoria del ex juez “por la participación que la cabe en este proceso”.

“Su intervención en el caso, descartando toda línea de investigación posible en un sumario en el que aparece directamente involucrado desde sus primeros momentos parece exceder, si se analiza globalmente la situación en eso años, el mero encubrimiento y el prevaricato como viene imputado hasta ahora”. Afirmó el fiscal.

Recordó que Lona “no solo archivó Ragone de la forma en que lo hizo, sino que igual proceder se repitió en forma sistemática en muchas otras denuncias por desaparición de personas que se realizaron”, a lo que se suma el propio reconocimiento por parte de Lona “de haber recibido denuncias de apremios ilegales que decidió no investigar” y “su aparentemente directo involucramiento en el traslado de los presos asesinados en Palomitas y, en contraposición, su férreas investigación en las causas iniciadas por infracción a la ley 20.840 (sobre actividades subversivas)”.

El fiscal sostuvo que “esta tolerancia” por parte de Lona “terminó erigiendo una especia de garantía de impunidad para los delitos cometidos por los miembros de las fuerzas de seguridad. Todo esto en conjunto permite suponer una conducta del ex juez que excede el mero favorecimiento real por lo que su intervención adquiere un significado en relación al ilícito cometido por otro lo que lo pone directamente en la estructura represiva como si fuera un ejecutor más”.

Ávila sostuvo que Lona cometió “enormes irregularidades” en relación a la causa Ragone. “Deberá explicar como justificó en aquel momento la competencia federal del hecho sin emitir resolución alguna, su presencia en dicho lugar, la entrega del cadáver de Santiago Arredes sin autopsia (…), la negligencia escandalosa en la investigación, el no relevamiento de pruebas del lugar del hecho”. Aseguró que el ex magistrado aceptó irregularidades “sistemáticamente”.

Más partícipes del secuestro

El abogado Martín Ávila pidió “la inmediata detención e indagatoria por la participación necesaria y esencial” de quien fuera subjefe de la Policía en 1976, Virtom Mendíaz, y de los jefes de las divisiones, Roberto Arredes, Antonio Saravia, Abel Vicente Murúa, Julio Benito Acosta, Ofelio Natalio Sallent y del jefe del Destacamento Nº 143 de Inteligencia del Ejército, el coronel Osvaldo Mario Baudini.

Y acusó también al ex juez de instrucción Marcelo Avrutín Suárez y a quien fuera jefe de la Policía en 1977 (cuando se cometió el llamado Crimen de los Arbolitos) Carlos, Carpani Costas.

A su turno, el fiscal Horacio Azzolín recordó que Luciano Benjamín Menéndez y Domingo Antonio Bussi tienen responsabilidad “ineludible” en el secuestro de Ragone, “por la línea de comando”. El primero era el jefe del III Cuerpo del Ejército, con asiento en Córdoba y con jurisdicción en todas las provincias ubicadas al norte de esa provincia; el ex general tucumano está ya acusado en relación a Ragone aunque no ha sido indagado debido a su salud. Menéndez había comenzado a ser juzgado, pero hubo que apartarlo, también por problemas de salud.

En cuanto a nuevas investigaciones, el fiscal consideró que las planas mayores de Menéndez y Bussi y la de quien era jefe del Área 322, en Salta, Carlos Alberto Mulhall fueron partícipes de este hecho.

En el mismo encuadre ubicó a los integrantes “del aparato de inteligencia que operaba en el Área”, al que consideró “responsable en definitiva de la caracterización de enemigo de Ragone”, entre los cuales nombró, en otros tramos, al jefe del Destacamento de Inteligencia 143 del Ejército, y al segundo jefe, el capitán Roberto Antonio Aguilar. Y enumeró también, bajo estas mismas consideraciones a los comisarios Mendíaz, a Arredes, Saravia, Abel Guaymás, Santiago Pedroza y Marcial Liendro. Dijo que deben ser investigados como partícipes del hecho.

También pidió acusó a Avrutín Suárez, al ex fiscal Sierra Paz, y a Carpani Costas.

lunes, 22 de agosto de 2011



22 de agosto, de 1972 a 2011


Año 4. Edición número 170. Domingo 21 de agosto de 2011
Por
Miguel Russo
(LEÓN FERRARI) || Conferencia. Susana Lesgart (FAR), Mariano Pujadas (Montoneros) y Rubén Pedro Bonet (PRT-ERP) || La noche del aeropuerto. Luis Emilio Sosa pretende poner orden.


Un homenaje a 39 años de la masacre desatada en la base Almirante Zar de Trelew bajo el gobierno de Lanusse.
Miran al frente, en fila, serenos. No miran la cámara que los fija para siempre en esa fila. Las armas descansan a sus pies como si fueran juguetes rotos. Son juguetes rotos. En el piso, las armas forman otra fila. Duplican otra fila, la de ellos. Serena, la fila, en el piso, pero rota. La otra, la que forman ellos, no. Ellos están ahí porque deben estar ahí. No eligieron la fila: ni la que forman serenos ni la que duplican, rota, sobre el piso. Ellos habían elegido ser una sola montaña, dos filas que se anudaran para buscar otras formas. Serenas, quizás, las formas, pero no rotas. De eso están seguros. Esa fila no, esa duplicación de la fila no. Miran y saben que son mirados. Lo saben aunque no fijen su mirada en la cámara. No tienen tiempo para cámaras. Tiempo. En esos tiempos que corren, las generaciones no tienen tiempo para mirar las cámaras. Esa generación no tiene tiempo. Nadie les regaló tiempo. Lo están buscando, quizás.Por la forma en que miran, serenos, en fila, dan la sensación de estar haciendo ese tiempo. De estar llevando un tiempo para adelante. Tal vez no lo sepan, pero lo están logrando. De la peor manera, esa fila que mira al frente se transforma en imagen de un tiempo que ya está prefigurado de antemano. Un tiempo que no es el que esa fila estaba haciendo. Un tiempo en que las filas, ya no serenas, duplicadas hasta el infinito, van a estar irremediablemente rotas. Quizás tenga razón Susan Sontag cuando dice que el tiempo existe para que le sucedan cosas. Quizás tenga razón cuando dice, también, que el espacio existe para que esas cosas no le sucedan todas al mismo tiempo.

Quizás en esa fila, en esa imagen de la fila, esa fila serena que mira al frente, se unan todo el tiempo y todo el espacio. Como si todas las cosas les sucedieran a todos durante todo el tiempo. Y a lo mejor es así ese 15 de agosto de 1972.

***

El 22 de agosto de 1972, María Antonia Berger está a punto de morir. Dicen que a todos los que están a punto de morir le suceden miles de escenas en la cabeza. Amores, infancia, mascotas, juegos, fragmentos de charlas, olores, calles, sonrisas. A María Antonia Berger le pasa eso. Y no es dolor, es bronca. No le duele el estómago reventado por una ráfaga de ametralladora. Le da bronca que esa mancha roja le manche más de rojo el pulóver rojo. No le duele la mandíbula partida por el balazo con el que el cabo Marandino quiso rematarla. Le da bronca no poder hablar, gritar, mandar a la mierda al cabo. Por el pasillo angosto, sucio, que separa las dos hileras de celdas, caminan dos sombras. Esas sombras son el capitán Luis Emilio Sosa y el teniente Roberto Guillermo Bravo. Una de esas sombras, Sosa, quiere olvidarse de todo y grita como un chico malcriado. “Fue Pujadas –grita–, fue una fuga. Quisieron sacarme el arma, una fuga, Pujadas.” Grita, Sosa, la sombra que es Sosa, que siempre va a ser Sosa. Grita con voz aguda la sombra. Una voz que le cambia a ronca cuando dice, ordena: “una fuga”. María Antonia Berger quiere guardarse las escenas de los amores, de la infancia, de las calles, de los olores, de las charlas, de las sonrisas. Cierra los ojos fuerte para que esas imágenes no se le vayan, no la dejen ahí, sola, tirada en el piso de una de las celdas. “Pucha”, piensa María Antonia Berger mirándose el pulóver rojo roto. “Me muero”, piensa. Y no es el dolor, es la bronca la que la hace mojar su dedo en la mancha roja. Esa mancha roja que tiñe más de rojo todavía los bordes del pulóver roto. Y con el dedo manchado de rojo escribe en el piso “lomje”. “Lomje”, escribe con bronca, con todas las escenas en la cabeza: libres o muertos, jamás esclavos.

Después, como en un sueño, escucha que llega un juez, que ese juez pregunta qué es todo eso y que la sombra de Sosa, esa sombra que Sosa será para siempre, repite, ordena, dice: “una fuga”. María Antonia Berger escucha, como en un sueño, que el juez manda buscar una ambulancia. “Urgente”, escucha Berger desde su sueño. La sombra que es y será Sosa putea de costado, como escupiendo la puteada, y le hace una seña a la otra sombra que es Bravo para que cumpla el pedido del juez. La sangre se va secando en el piso de la celda, al lado de María Antonia. “Lomje”, lee, apenas, como si el sueño siguiera, María Antonia Berger. Entonces, sin dolor, con bronca, se queja para que alguien sepa que está viva. Que las escenas no la dejaron sola.

***

Dicen, y dicen los que saben, que esos no eran tiempos de calma. Dicen que eran tiempos de pasión, violentos como toda pasión. Ideológicamente violentos, apasionados. Al radical Arturo Illia lo había derrocado un golpe militar en 1966. Las fotos de los diarios de 1966 mostraban a un Illia abrumado mientras era sacado de la Casa de Gobierno como si se tratara de un mal sueño, de un alumno medio travieso al que hay que disciplinar para que aprenda. Illia debía aprender que con los medicamentos no se juega. O, mejor, que con los dueños de los laboratorios que venden esos medicamentos no se juega. Mejor aún, que con las multinacionales de la salud no se juega. Como con ninguna multinacional. Juan Carlos Onganía, un militar que calzaba bigote y fascismo con igual prestancia, iba a ser el encargado de enseñarle. Y, de paso, enseñarle también al país que las ideas raras se solucionaban con una buena dosis de bastonazos. A Onganía, su bigote y su fascismo, lo sucedió otro militar, un azorado Roberto Marcelo Levingston. Un Levingston anodino que poco y nada sabía del asunto, pero que cumplía solícito con los mandatos del palo y el capital. Un Levingston solícito que, solícito como siempre, dejó paso a otro militar, liberal, esta vez, Alejandro Agustín Lanusse.

Dicen, y dicen los que saben, que en 1972 Lanusse peleaba contra un exiliado Juan Perón en la búsqueda de una solución democrática (y los que saben, cuando dicen democracia, le ponen comillas a la palabra) al candombe del país. Dicen que para Lanusse, el candombe del país tenía una pata fuerte en las organizaciones guerrilleras que combatían a su gobierno. Poco le importaba a Lanusse que esas organizaciones fueran de distinta raíz ideológica. Para un militar liberal, argentino y liberal, le da lo mismo el socialismo que el peronismo, el maoísmo que el marxismo, la v corta o el puño en alto. Para un militar liberal, argentino y liberal, las organizaciones guerrilleras –y los que colaboran con ellas, y los que simpatizan con ellas, y los que conocen algo de ellas, y los que no saben nada de ellas, y los que desconocen todo sobre ellas– son el enemigo. ¿Qué le importaba a Lanusse –ese militar liberal y argentino– si las diferencias entre esas organizaciones guerrilleras tenían como centro de todo al hombre que desde 1945 era protagonista principal de la política nacional? ¿Qué le importaba a Lanusse –militar argentino y liberal– cómo caracterizaban las organizaciones guerrilleras a Perón y su justicialismo? Eran el enemigo. Un enemigo que atentaba contra su sueño de enquistarse en el gobierno a través del Gran Acuerdo Nacional. Un acuerdo que jugaba todas las cartas al aislamiento de las organizaciones guerrilleras. El enemigo. Y dicen, los que saben, que para un militar liberal y argentino, el verdadero enemigo, que puede estar detrás de las organizaciones guerrilleras, es la pérdida del poder.

***

A Rawson, en Chubut, la rodea el desierto. Buenos Aires le queda a mil quinientos kilómetros. Lanusse y su junta militar, que pisa en Buenos Aires y a Buenos Aires, pisa también a Chubut y a Rawson. Pero Rawson no es Buenos Aires, no es ese sueño raro que muchos llaman Buenos Aires. Rawson es otro sueño, tan o más raro que otras ciudades. Un sueño cercado por la nada. Y hacia esa nada Lanusse manda lo que no quiere que exista. Lo que Lanusse, con su poder, decide que no exista va a parar ahí: sindicalistas, guerrilleros, presos políticos, sueños que no son. O, mejor, que para Lanusse y su junta militar liberal y argentina no deben ser. En esa nada, allá por abril de 1972, hay más de doscientos sueños que no deben ser. Sueños que rodea el desierto. Los que viven en ese sueño llamada Rawson ven llegar a esos sueños que no deben ser. Saben que Lanusse los mandó ahí para aislarlos del país entero. Pero saben también, y la repiten, una verdad atroz para cualquier militar liberal y argentino: “la taba le salió culo”. Ahora, esa nada llamada Rawson se transformaba en parte de esa nada llamada Argentina. “La taba le salió culo”, dicen los pobladores de ese sueño. Lanusse no, Lanusse dice que desde ahí es imposible escaparse. Liberal y militar, desconoce una regla de oro de la cárcel: el detenido tiene un solo objetivo, un solo deber, escaparse.En eso piensan los más de doscientos sueños que, para Lanusse, no deben ser.El plan tarda meses en estar listo. Pero en la cárcel hay tiempo. Y el tiempo se aprovecha pensando, discutiendo, planeando. Dicen: aprovechándolo. Los seis sueños que dirigen la operación para fugarse son las cabezas de tres organizaciones guerrilleras distintas. Hay marxistas como Mario Roberto Santucho, Domingo Mena y Enrique Gorriarán Merlo. Hay marxistas-peronistas como Roberto Quieto y Marcos Osatinsky. Hay peronistas como Fernando Vaca Narvaja.Sueñan demasiado para no ser. Sueñan que consiguen un uniforme de oficial del ejército y lo consiguen. Sueñan que consiguen algunas armas cortas y las consiguen. Sueñan que hacen con jabón y con madera otras armas de juguete y las hacen. Y las armas de juguete son más reales que las de verdad. Todo es posible cuando sueñan.Desde afuera, desde esa nada que los rodea, sueñan que van a llegar camiones y autos para sacarlos de ahí. Y saben que afuera, donde se pueden conseguir camiones y autos, también se sueña. Y siguen soñando que un avión los va a sacar del país, de ese mal sueño que muchos llaman, en 1972, Argentina. Sueñan, esos sueños que para Lanusse no deben ser, el orden de fuga de los distintos grupos: seis primero, diecisiete después, ciento veinte por último. De Rawson a Trelew, al aeropuerto. De Trelew a Chile, ese sueño socialista que Salvador Allende hacía llamar, con mayúsculas, Chile. Y, desde allí, continuar el sueño que desvelaba a Lanusse y a todos los militares liberales y argentinos.Todo había sido soñado por esos sueños que no debían ser. Todo, menos un almuerzo, justo ese almuerzo del martes 15 de agosto.–Hace meses que comemos cordero, Roby –le dice, inquieto, Gorriarán a Santucho–. ¿Justo hoy tenían que darnos asado de vaca?–Puro pedo, Pelado, puro pedo –lo calma Santucho–. Pero no comamos demasiado, vamos a tener que correr bastante.Otro sueño que no debía ser para Lanusse, el dirigente sindical Agustín Tosco, preso como si pudiera estarlo alguna vez, come como siempre. “Yo no voy con ustedes”, dicen que dijo Tosco. “Estoy a favor de la fuga, pero a mí sólo puede liberarme la lucha popular”, dicen que dijo Tosco. Y debe haberlo dicho, nomás, porque mientras lava su plato de aluminio, hace un gesto breve, sonriente, deseando suerte a esos otros sueños que se preparan para ser a pesar de Lanusse.Las seis y media de la tarde es una hora como cualquiera para soñar que se es y empezar a serlo. Las seis y media de la tarde de ese 15 de agosto es la hora en que empieza todo, en que el torbellino se pone en marcha. Es la hora en que Marcos Osatinsky sueña y da la orden de empezar a ser. Una hora después, el penal de Rawson sigue rodeado por el desierto, pero ahora tomado por los presos que esperan los coches para irse.Los presos comunes, las manos aferradas a los barrotes, sonríen en silencio mientras ven pasar a ese grupo de sueños que se van para ser. Tosco sonríe en silencio, las manos aferradas a los barrotes como los demás. Sueñan los presos comunes en esos sueños. No saben cómo explicarlo, pero alientan esos sueños en silencio. Cada uno piensa en el sueño de manera distinta, personal, sólida. Esos sueños se les hacen realidad, toman formas, se hacen cuerpos. Y, como cuerpos, se hacen sueños que se van para ser. Y las manos aprietan un poco más los barrotes. Ninguno habla, ninguno dice nada. Saben. Pero una equivocación de señales, una mala interpretación, una de esas cosas que en los sueños por ser pueden suceder, sucede. No todos los vehículos entran a la cárcel. El primer grupo de seis sale en el único auto que entró.El segundo, ahora de diecinueve, llama tres taxis desde la cárcel fingiendo un traslado de oficiales. Los otros ciento veinte vuelven a los pasillos, la vista de los presos comunes en el piso, las manos aferradas aún a los barrotes, en silencio, sin decir nada, con el sueño un poco machucado. Y mientras el primer grupo llega a tiempo al aeropuerto para abordar el avión controlado por otros guerrilleros, el grupo de los taxis se demora.Cruzan la ciudad, haciendo el recorrido más largo, para evitar la base naval Almirante Zar. Uno de los coches se retrasa, los que viajan en los otros dos deciden esperarlo. Ninguno llega a tiempo. El grupo de diecinueve prófugos toma el aeropuerto, pero ya no hay avión. Ni el que se fue, ni ninguno que vendrá. Entonces, piden la presencia de un juez, de abogados, de médicos y de periodistas para entregarse a las tropas que, al mando del capitán Luis Emilio Sosa, ya rodeaba la estación aérea.La cámara de televisión que llega al lugar y transmite, lo muestra. Sosa, una sombra con ropa de combate y casco en la nuca, grita como un chico malcriado, da órdenes, se enfurece ante dos jóvenes: Mariano Pujadas y Susana Lesgart. Lesgart, para peor, lleva un fusil en las manos. “Un fusil en las manos de una mujer –piensa Sosa, la sombra de Sosa–. Eso es un ultraje a la Armada.” No piensa más y grita, Sosa, no sabe hacer otra cosa que gritar. Pujadas, a menos de un metro de distancia, lo mira fijo: “Calma. Hablemos como personas. Vamos a rendirnos y volver al penal de Rawson, pero sin gritos”. Entonces los diecinueve forman la fila, miran al frente, serenos. Forman una fila duplicada con las armas en el piso. La cámara dispara, está la foto, y ellos siguen mirando de frente.Sosa, a pesar de “su victoria”, sabe, comprende, y comprender lo enfurece, que lo están dejando como un pelotudo frente a su tropa.

Había un pacto, pero se rompe. En lugar de volverlos a Rawson, los 19 prisioneros son trasladados a la Base Aeronaval Almirante Zar, en Trelew. Había una determinación: Lanusse, mal parado por la fuga de lo que el suponía esa nada de la cual ningún sueño que no debía ser podía escaparse, decide el “escarmiento”. Trelew, Rawson, Buenos Aires, Chile, el mundo entero sabrá de lo que es capaz un militar liberal y argentino. Sosa, esa sombra que es y será siempre Sosa, va cumplir una orden, claro, pero también se va a dar un gusto.

***

Con el lenguaje despiadado de todos los comunicados oficiales, Lanusse dice, manda decir, más o menos, que en la madrugada del 22 de agosto de 1972 se produjo un nuevo intento de fuga de los guerrilleros que habían querido huir el día 15. Con el lenguaje brutal de todos los comunicados oficiales, Lanusse dice, manda decir, que durante una requisa de rutina a las tres y media de la madrugada del 22 de agosto de 1972, Mariano Pujadas reduce al capitán Sosa (y el comunicado no habla de la sombra que es Sosa) y le arrebata su pistola ametralladora. Con el lenguaje torpe y mentiroso de todos los comunicados oficiales, Lanusse dice, manda decir, que luego, con Sosa como escudo y Pujadas disparando, todos los guerrilleros avanzan contra la guardia. Quiere hacer creer Lanusse, con el lenguaje despiadado, brutal, torpe y mentiroso de todos los comunicados oficiales, que los guerrilleros avanzaron hacia los disparos de los marinos que custodiaban la única salida del único y estrecho pasillo en el que estaban las celdas. Dice, el comunicado oficial y su lenguaje, que hubo once muertos de manera inmediata. Calla que tres más murieron desangrados y sin atención a las pocas horas de los disparos. Y que tres sobreviven con varias balas en su cuerpo.María Antonia Berger era uno de esos sobrevivientes. Sosa, la sombra que es y será para siempre Sosa, camina por el pasillo gritando que se trató de una fuga. María Antonia Berger no siente dolor, siente bronca y mira cómo se ensancha la mancha roja en su pulóver rojo. Cierra los ojos para que no se le vayan las escenas: amores, infancia, calles, olores, charlas, sonrisas. Escucha algo, escucha la palabra “ambulancia”, se queja para que sepan que está viva.Sobrevivirá, junto a los otros dos sueños que para Lanusse no deben ser, unos años más, hasta que otros militares, tan de bigote y fascismo como Videla, tan liberales y argentinos como Lanusse, decidan que no tenga razón Susan Sontag, aunque no la conozcan ni sepan lo que dice, cuando dice que el tiempo existe para que le sucedan cosas. Que no tenga razón cuando dice que el espacio existe para que esas cosas no le sucedan todas al mismo tiempo.

Porque quizás en esa fila serena que mira al frente se unan todo el tiempo y todo el espacio que iba a venir. Como si todas las cosas les sucedieran a todos durante todo el tiempo que iba a venir. Como si esa fila serena, que mira al frente, que duplica otra fila de armas en el piso, como rotas, siga marcando el inicio de algo que nunca debió ser.

Otras notas

  • La Justicia norteamericana acaba de dar una muestra rotunda de coherencia histórica: después de azuzar durante décadas las dictaduras latinoamericanas –con intervención directa en América Central– en nombre de la lucha contra el fantasma del “comunismo”, una de Sus Señorías, Robert Dubé, ha negado la extradición de uno de sus primeros sicarios: el ex teniente Roberto Guillermo Bravo, señalado en la investigación judicial llevada adelante por el juez federal de Rawson, Hugo Ricardo Sastre, como uno de los encargados de rematar a los sobrevivientes de la primera ráfaga de PAM durante la tristeme

  • A 38 años de la masacre de Trelew, la verdad parece estar un poco más cerca. Es que la Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires entregó al Tribunal Oral de Comodoro Rivadavia un extenso informe con documentación del archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires (Dipba) relacionada con los fusilamientos, para que sea sumado como prueba en la causa judicial que ya est


A Sayito, mi hermana;

¿Quién llora en un rincón calladamente

escondiendo la cara entre las manos?

¿Quién moja con sus lágrimas

las heridas y la muerte de dieciséis revolucionarios

asesinados cobardemente?

No! no debemos manchar

con nuestra debilidad y nuestro llanto

el sacrificio heroico de los mártires de Trelew

y de Sayito, mi hermana.

Yo estoy seguro,

que en el momento supremo de la muerte

cuando la bala asesina y cobarde

buscaba su frágil cuerpo de paloma

no habrá decaído su ánimo,

no habrá implorado de rodillas por su vida

¿Quién templó su acero

y quién cubrió con tal suavidad y tal ternura

su férrea fortaleza?

¿acaso el odio a los enemigos

de su Patria y de su pueblo?

-No! Sólo el amor fue capaz de tal hechura

el gran amor que ella sintió

por su compañero y sus hijas

el amor a los padres, a nuestros hermanos

y a tantos compañeros.

El amor en fin por el pueblo

por obreros y campesinos, por los pobres

el que pudo transformar

la vara de junco en bayoneta

los pétalos de una flor en metralla

la paloma en águila,

el cordero en león bravío.

La muerte de los revolucionarios

no se llora sino se canta

y se toma como enseñanza y como ejemplo.

¿Quién llorará en las ignoradas tumbas

del Ché y Camilo Cienfuegos

y en las de Sandino y Güemes?

no lloremos en las tumbas

de los mártires de Trelew y de Sayito mi hermana

cantemos en preanuncio de la victoria

que está cada vez más cerca,

ya no la verán sus rasgados ojos

pero sí la verán los de sus hijos

y los de los hombres y mujeres del pueblo

para quién y por quién ella luchó

ya se verá su triunfo y su revancha.

La muerte de los revolucionarios

no se llora sino se canta

y se toma como enseñanza y como ejemplo

y si a pesar de esto que digo,

mis ojos estallan en lágrimas

que corren por mi cara

no las oculto, alzo la frente

aferro mi fusil en posición de combate

y con paso firme y amparado en su ejemplo

marcho hacia la victoria o hacia la muerte

Mártires de Trelew y Sayito mi hermana

!Hasta la victoria siempre!

Asdrubal Santucho

MASACRE DE CAPILLA DEL ROSARIO

Acto para recordar a los 16 caídos



Monolito . Se descubrió una placa recordatoria.

FRAY MAMERTO ESQUIÚ
Las agrupaciones, Abogados por la Justicia Social (AJUS) y Memoria y Movilización recordaron ayer, con diversos actos, los 37 años de “Masacre de la Capilla del Rosario”, hecho en el que fueron fusilados 16 integrantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), en las quebradas de las Sierras del Gracián, en Piedra Blanca, Fray Mamerto Esquiú.
Por la mañana, hubo una disertación en la sede de AJUS donde se expusieron los avances de la causa en la Justicia federal. Por la tarde, se realizó el descubrimiento de una placa recordatoria en el monolito que conmemora aquel hecho ubicado en cercanías del circuito Campanas del Rosario.
Posteriormente se trasladaron hacia la plazoleta ubicada frente a la histórica capilla del departamento chacarero, donde los referentes de estas agrupaciones plantaron un árbol y coloración baldosones con los nombres de todos los fallecidos durante el fusilamiento.

Fuente: El Ancasti

lunes, 15 de agosto de 2011

Juan c. nacul, ex defensor del “malevo” ferreyra se postula para magistrado federal de jujuy

El bussista que aspira a ser juez

Publicado el 14 de Agosto de 2011
Los senadores nacionales tienen que decidir sobre el pliego del polémico abogado, que pretende ocupar un cargo en el Juzgado Federal N° 2 de Jujuy. El magistrado subrogante en ese lugar, Carlos Olivera Pastor, es protector del Ingenio Ledesma.

El abogado tucumano Juan Carlos Nacul puede convertirse en los próximos días en el titular del Juzgado Federal Nº 2 de Jujuy –en remplazo del actual subrogante Carlos Olivera Pastor– si el Senado de la Nación aprueba su pliego de postulación. Sin embargo, los senadores todavía están a tiempo de evitar el nombramiento. Los antecedentes de Nacul incluyen haberse hecho cargo de la defensa del suicidado represor Mario Oscar “Malevo” Ferreyra, hombre fuerte de la policía brava tucumana y confeso torturador. Pero como la respuesta inmediata a esa afirmación sería que cualquier persona merece ser representada en un proceso justo, incluso tratándose de los peores indeseables, es posible dejar de lado el dato por un momento. Nacul no fue sólo el defensor de Ferreyra, sino además su vocero, agente de prensa e intermediario cuando alguien quería acercarse al ex policía. Como por ejemplo periodistas, a quienes el letrado pedía plata a cambio de una nota. Militó en las filas de Antonio Domingo Bussi, y en la década de 1990 fue candidato a diputado provincial en un sublema de Fuerza Republicana. En 1993, el Malevo recibió cadena perpetua por el asesinato de tres personas, a las que cargó en una camioneta en Salta y fusiló en la localidad de Laguna de los Robles, mientras dirigía la Brigada de Investigaciones de Tucumán. El pistolero no soportó escuchar la sentencia y se escabulló de los tribunales. Rápido de reflejos, y para evitar consecuencias peores para su cliente, Nacul lo “limpió” y se responsabilizó a sí mismo por el escape, declarándose como el verdadero ideólogo de la fuga. Ferreyra aguantó 79 días escondido en el monte, hasta que cayó otra vez a la sombra. Aunque la perpetua resultó durar poco: en 1998, gracias a la cintura de Nacul, el entonces gobernador Bussi lo dejó en libertad, después de sólo cuatro años y medio en la cárcel.
El interés del abogado por formar parte del círculo íntimo del ex policía, pieza clave del Operativo Independencia y nunca juzgado por los delitos de lesa humanidad que cometió durante la dictadura militar, fue siempre más allá de una retribución profesional. Varias veces se quejó de no ganar un solo peso por su gestión. El mismo año de la bendición jurídica del ex general, la pareja, defensor y defendido, encabezaron la agrupación Honor (Horizonte Norteño), un pseudo partido político autodenominado “corriente itinerante”, que según los vientos apoyaba a la figura política que mejor convenía. Siempre el que más les convino fue Bussi.
Entre otras cosas, Nacul está señalado por ex clientes (se desempeñó durante varios años como abogado penalista) como ocultador de pruebas y autor de escritos judiciales con firmas apócrifas. En Tucumán son varios los rumores que lo sindican como un hombre violento.
En su excelente libro El sheriff.Vida y leyenda del Malevo Ferreyra, Sibila Camps cuenta una perla que describe al hoy postulante de cuerpo entero. “¿Por qué nadie pregunta por el prontuario de los tres tipos que ejecutó Ferreyra?”, le dijo un día de 1995 Nacul a la periodista en el bar del Hotel Premier, en esa época búnker de Fuerza Republicana.
Extraña vara de la justicia la que tiene el que ahora puede convertirse en juez federal.

CANDIDATO COMPULSIVO. A punto de cumplir 60 años, Nacul se convirtió en una suerte de compulsivo aspirante a magistrado. Siempre con el objetivo de recalar en un Juzgado Federal, sea donde sea, en los últimos tiempos repartió su currículum en más de 30 concursos, incluidos procesos de selección en el Consejo de la Magistratura de la Nación, la Defensoría General y el Consejo de la Magistratura de Chubut. Entre otros destinos se autopostuló para la Justicia Federal de Mercedes (San Luis), el Tribunal Oral en lo Criminal de Neuquén, el Juzgado de Concepción del Uruguay (Entre Ríos) y el Tribunal Oral de Santa Fe.
Los preparativos y presentaciones de las carpetas no sólo le llevaron tiempo, sino dinero, obligado a viajar por todo el país. El raid arrancó en 2006. “Con 30 años de ejercicio, entendía que había cumplido una etapa como abogado litigante. Entonces, me encontraba en la disyuntiva de dedicarme a otra actividad o de continuar con la profesión desde la óptica de la magistratura”, declaró en aquel momento a La Gaceta de Tucumán. Y sin hablar de su pasado, se atrevió a recomendar que para todo candidato a juez es fundamental conocer “los últimos precedentes” de “la Corte Interamericana y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos”. Nadie le repreguntó qué entendía él por Derechos Humanos.
Nacul comenzó a defender a Ferreyra en 1991, cuando el Malevo ya contaba con varios casos que de a poco iban moldeando su fama de pistolero de mano dura. En 1973 se les animó en una batalla callejera a 15 militantes de la JP, y poco después mató a Julio Alsogaray, miembro de Montoneros (“Los dos teníamos FAL, pero él dudó entre disparar y cubrirse”, dijo en esa oportunidad). La dictadura fue la mejor de sus épocas, gracias a la carta abierta que la policía tucumana le dio para ajusticiar tanto a opositores como a delincuentes comunes. En 1986 fue absuelto por la muerte de Enrique “Prode” Correa, y ya como jefe de la División Robos y Hurtos se encargó de pasar a mejor vida a los miembros de la banda Los Gardelitos. El triple crimen de Laguna de los Robles, el año en que Nacul se le acercó, le significó al Malevo una condena a perpetua dictada en 1993, pero cuando escuchó el dictamen se escabulló por la puerta trasera de los Tribunales rumbo al monte tucumano. Nacul se autoincriminó y dijo que él mismo le había aconsejado fugarse, para alivianar las consecuencias
Mientras, y siempre con el genocida Bussi como modelo, el abogado despuntaba el vicio político. Dice Sibila Camps en su libro: “Estuve en la provincia a fines de junio (se refiere a 1995), y las avenidas de la capital y del Gran Tucumán parecían infinitos y desprolijos tendederos de ropa, por los miles de pasacalles colgados por los 640 sublemas. El mismo Juan Carlos Nacul fue inmortalizado por un reportero gráfico de El Periódico, trepado a una escalera para sujetar un pasacalle de la lista que lo postulaba. Por las calles de tierra y por los caminos vecinales del departamento Cruz Alta traqueteaban carros voceando la venta de fruta y verdura. Por la ciudad, los megáfonos ensordecían con frases de campaña.”
Nacul negoció con Bussi. Primero logró que la perpetua a Ferreyra se transformara en dos décadas, y después que el criminal saliera a los cuatro años y medio. Hasta que se cansó de tantos tiros, y dejó de representarlo en 1999. El Malevo terminó suicidándose en 2008 para las cámaras de televisión, apoyado en el tanque de agua de su casa, con un disparo en la cabeza.

LA ESPALDA CUBIERTA DE LOS BLAQUIER. La provincia de Jujuy, el lugar del país en el que podría desembarcar Nacul como juez federal, es muy particular, debido a la impunidad de la que históricamente gozó el Ingenio Ledesma. Responsable de la contaminación ambiental, sobre todo en la ciudad de Libertador General San Martín, donde instaló la planta, la familia Blaquier esquivó en las últimas décadas cada una de las denuncias presentadas en su contra, tanto por daños ecológicos masivos como por complicidades con la dictadura militar, a raíz de persecuciones de trabajadores producidas después del golpe de Estado de 1976. El Ingenio aportó camionetas y hombres para el secuestro del ex intendente de la localidad Luis Aredez, y el 27 de julio del ’76 lanzó un gigantesco operativo recordado como La Noche del Apagón, en el que con móviles de la empresa, personal privado de seguridad y efectivos locales fueron arrancados de sus casas 400 trabajadores, 30 de los cuales permanecen desaparecidos. Olga, la esposa de Luis, encabezó históricamente los reclamos, hasta que en 2005 falleció como consecuencia de un carcinoma provocado por bagazo, el desecho de la caña de azúcar que Ledesma escupe al aire las 24 horas del día.
Los antecedentes de Nacul no parecen indicar la llegada de aires judiciales nuevos en tierra jujeña, que signifiquen una agilización de las causas que comprometen al emporio. En los últimos tiempos los reclamos de organismos de Derechos Humanos y damnificados particulares fueron constantemente demorados por el actual subrogante Olivera Pastor, ocupante del Tribunal Nº 2 al que aspira Nacul.
En 2003, luego de la derogación de las leyes de impunidad, las familias de los desaparecidos jujeños fueron abriendo investigaciones en forma particular e individual, que hasta 2008 significaron un paquete de 150 expedientes con la síntesis de lo ocurrido a casi 200 víctimas. A pedido de la Unidad de Coordinación y Seguimiento de las Causas por Violación a los Derechos Humanos durante el terrorismo de Estado, el titular de la Fiscalía Federal Nº 2 de la provincia, Domingo Batule, dividió lo ocurrido allí en siete pesquisas y orientó una de ellas exclusivamente al papel llevado a cabo por el Ingenio Ledesma entre 1977 y 1983. Batule solicitó en su momento que fueran llamadas a declaración indagatoria más de 80 personas, pero la inacción de Olivera Pastor provocó que las causas cayeran, que varios acusados murieran sin que nadie los tocara (como Mario Paz, jefe de Relaciones Públicas del Ingenio durante La Noche del Apagón), y que otros escaparan fuera del país (el caso del ex Jefe de Inteligencia del Ejército provincial Juan Carlos Jones Tamayo, varias veces nombrado en los registros de la Conadep).
Además de archivar carpetas y provocar prescripciones en beneficio de los Blaquier, Olivera Pastor también es el autor de curiosos fallos en los que se privilegia la salud mental de los represores por sobre el sufrimiento de las familias a los que esos represores secuestraron y torturaron. Hace pocos meses, el magistrado ordenó que dos de los pocos condenados locales, Rafael Mariano Braga y José Eduardo Bulgheroni, salieran de la cárcel y cumplieran el encierro en sus domicilios debido “al estrés” que supuestamente habían demostrado a través de análisis médicos. Bulgheroni, formado en la Escuela de las Américas, fue amo y señor del penal de Villa Gorriti, y mencionado en 70 testimonios por la desaparición de aproximadamente 25 personas, entre ellas Luis Aredez.
De aquel par de centenares de casos iniciados en 2003, sólo uno está elevado a juicio, referido al secuestro de Dominga Álvarez de Scurta. Los acusados son Carlos Alberto Ortiz, Orlando Ricardo Ortiz, Mario Marcelo Gutiérrez, Herminio Zárate, César Darío Díaz y Antonio Orlando Vargas.
En una oportunidad, cuando Sibila Camps intentaba encontrarse a solas con el Malevo para su investigación, Nacul la miró fijo y le dijo a los ojos: “Inténtelo. Yo no sé si usted le va a poder sostener la mirada. Los delincuentes, cuando los miraba, se cagaban encima.”
Quien dijo eso puede ser juez de la nación


“Le dieron un cargo y abandonó el caso”

Publicado el 14 de Agosto de 2011
En el año 2005, Juan Carlos Nacul representó a la familia Moreno en una causa abierta contra dos efectivos de la Policía de Tucumán, Esteban Pavón y José Enrique Roldán. Uno de los dos, mientras perseguían a un delincuente por la calle Chaco al 1600, en la capital provincial, efectuó un disparo que le destrozó el pie izquierdo a Augusto Brito Moreno. El chico tenía entonces 16 años, y estaba parado frente al domicilio de unos amigos. Las lesiones producidas fueron gravísimas, le motivaron a Augusto una discapacidad de movimiento, y además su madre debió enfrentar el costo del tratamiento médico inmediatamente posterior, que todavía se mantiene.Silvia Moreno, la tía de Augusto, envió a Tiempo Argentino la copia del escrito presentado por el abogado en septiembre de ese año, pero declaró a este diario que eso fue lo único que realizó el abogado. “No se volvió a presentar en la causa, ni tampoco hizo el seguimiento. Nos recibía en su estudio de mal humor y nosotros tolerábamos sus estados de ánimo, hasta que en un momento nos dijo que ya no podía patrocinarnos porque tomaría un cargo en el gobierno.”Ella y su hermana Norma, la madre de Augusto, llegaron a conseguir fotografías del proyectil reglamentario que le extrajeron al muchacho, tomadas por el médico cirujano Adolfo De Boeck. Según la familia, las imágenes llegaron rápidamente a Nacul para ser presentadas como prueba, pero el abogado nunca las incluyó en el expediente.

Nacul también fue señalado por adulterar una firma de Norma Moreno en un escrito, documento que terminó avalando la supuesta falta de interés de los denunciantes en seguir la causa contra la policía tucumana.

Fuente: Tiempo Argentino

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PIDEN JUZGAR AL JUEZ OTILIO ROMANO Y EL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA TRATA SU SUSPENSION

Se acerca la hora de las definiciones

El fiscal pidió que se eleve a juicio oral la causa en la que el magistrado mendocino está procesado por delitos de lesa humanidad. El miércoles tiene cita en el Consejo de la Magistratura.


El camarista Otilio Romano no fue detenido porque sigue siendo juez.

Por Irina Hauser

Después de lograr dilaciones por casi dos años en las investigaciones por su papel durante la última dictadura, al camarista federal de Mendoza Otilio Romano se le avecinan dos frentes de tormenta juntos. El fiscal Omar Palermo pidió el viernes que sea llevado a juicio oral por los 103 hechos en los que está procesado como partícipe en su papel de fiscal durante el terrorismo de Estado: son secuestros, homicidios, allanamientos ilegales, torturas, robo de bienes y el archivo del caso de apropiación de una menor. La única razón por la que Romano no fue detenido todavía ante imputaciones tan graves que prevén prisión perpetua es que sigue siendo juez, según explican los querellantes. Este escenario podría empezar a dar un giro después del miércoles próximo, el día en que está citado a declarar en carácter de sospechoso ante la Comisión de Disciplina y Acusación del Consejo de la Magistratura. Se presente o no, dada su comprometida situación en la investigación penal, es factible que por lo menos un sector del organismo intente suspenderlo.

Romano fue denunciado junto con el ex camarista Luis Miret en agosto de 2009 por un importante grupo de organismos de derechos humanos de Mendoza. Romano era fiscal durante la última dictadura y Miret era juez. Tuvieron muchos expedientes en común en ese período. El proceso de enjuiciamiento contra el segundo pudo avanzar y fue destituido en marzo de este año. Fue acusado por su “actitud colaboracionista con la comisión de delitos de lesa humanidad”, en numerosos casos relatados por las propias víctimas. En buena medida, su remoción se convirtió en una señal o un hito a partir del cual se empezaron a destrabar otras investigaciones contra magistrados por lo que hicieron o dejaron de hacer en los años de plomo, convirtiéndose en sostenes civiles de crímenes aberrantes. Hasta el Consejo de la Magistratura armó una comisión especial que monitorea el avance de estos expedientes, como reveló Página/12.

Línea de conducta

Para ese entonces, sin embargo, Romano ya había logrado tender infinidad de obstáculos que, pese a estar en una situación penal mucho más complicada que Miret, le permitieron hasta el momento esquivar cualquier medida decisiva del Consejo. Miret está procesado en Mendoza por 30 hechos asociados a crímenes de lesa humanidad, en la mayoría de los cuales no se le adjudica una participación directa. Esto explica que a pesar de haber sido destituido no esté preso. Romano, en cambio, está procesado como partícipe primario en 103 delitos de lesa humanidad ocurridos casi todos en el D2, el centro de detención que funcionaba en el Departamento de Policía de Mendoza.

“Sin la actuación del fiscal los represores no podían haber avanzado según dice la imputación en la causa penal”, explica a este diario Pablo Salinas, abogado del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH). “Romano presenciaba declaraciones de detenidos que denunciaban torturas y que él no investigó, por lo tanto, las torturas seguían ocurriendo; también tomaba como válidos interrogatorios obtenidos bajo torturas para aplicar la llamada ley antisubversiva”, ejemplificó.

Además de apañar torturas y rechazar hábeas corpus de manera sistemática y con la misma lógica, Romano arrastra otras acusaciones ante la Justicia que, según dictaminó el fiscal Palermo, mostrarían una actitud de posible complicidad con la dictadura. Una es la que encarna la historia de Luz Faingold –incluida en las causales de destitución de Miret– quien en 1975, con 17 años, fue detenida y llevada a la cárcel de adultos de la D2. Su mamá, Luz Casenave, la buscó por cielo y tierra hasta que la encontró, cuando la indagaban. A pesar de que su familia la reclamaba y que era menor de edad, juez y fiscal negaron su restitución. En el D2, declaró Luz, fue atacada sexualmente. En ese lugar de detención contó que lo vio a Romano.

El actual camarista también está procesado por la apropiación de bienes de Alicia Morales de Galamba, a quien le saquearon la casa tras su secuestro. Cuando su abogado defensor pidió un informe a la Octava Brigada sobre dónde se encontraban los bienes, Romano se opuso –cuenta el abogado Salinas– con el argumento de que “si giraban ese informe convertirían al tribunal en una oficina de objetos perdidos”. “Tampoco investigó las torturas a Morales de Galamba”, agregó. Romano, además, impulsó el archivo de la investigación sobre la apropiación de Celina Manrique Terrero, invocando las leyes de punto final y obediencia debida pese a que no se aplicaron nunca al robo de hijos de desaparecidos. Años después ella recuperó su identidad.

Por estos y otras decenas de hechos, el fiscal Palermo pidió anteayer enviar a juicio oral a Romano (a Miret también) y ahora le toca firmar ese paso al juez Walter Bento.

En el Consejo de la Magistratura Romano estaba tranquilo. Había logrado que un juez ad hoc, abogado, Carlos Parellada, le hiciera lugar a una medida cautelar que frenó todo el trámite en el organismo que evalúa la conducta de los jueces con el argumento de que se lo estaba juzgando por lo que hizo como fiscal y no como juez. Recién cerca de fin de año, y tras una breve participación de la Corte Suprema, la Cámara mendocina, integrada por suplentes, dio vuelta ese fallo. A esta altura, ni siquiera las entidades de la corporación judicial, como la Federación Argentina de la Magistratura, están dispuestas a salir a defender a jueces procesados por crímenes de lesa humanidad.

Romano estaba citado para hacer su descargo en el Consejo antes de la feria judicial. Pero pidió una prórroga. Se la dieron, y debe presentarse este miércoles. Tiene la posibilidad de declarar por escrito, o de ir a contestar preguntas en persona ante la Comisión de Disciplina y Acusación. Lo haga o no, es factible que esta misma semana el consejero Hernán Ordiales (representante del Poder Ejecutivo) quien tiene a cargo la instrucción del caso, presente un dictamen acusatorio proponiendo la destitución. Tanto en el estamento de los jueces como de los políticos vaticinan que hacia el jueves 25 podrían llegar a debatir la acusación y la suspensión, para lo cual se requieren nueve votos en el plenario. Si esto vuelve a demorarse, Romano podría llegar a su juicio penal todavía con la toga puesta. Su detención sólo podría producirse si lo destituyen.

Fuente: Pagina 12, domingo




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