sábado, 19 de mayo de 2012

 



Lidia Gomez y su hijo Alfredo Colqui



Procesaron a Guil por otros tres



 crímenes de lesa humanidad

El ex comisario general Joaquín Guil, jefe de la inteligencia de la Policía de Salta durante la última dictadura cívico-militar y ya condenado por crímenes de lesa humanidad, fue procesado ahora por su participación en los secuestros y homicidios del joven Alfredo Colqui; de su madre, Lidia Gómez, y de su tío, Rolando Gómez, hechos ocurridos en septiembre de 1976 en esta ciudad.
El procesamiento, por privación ilegítima de la libertad agravada en concurso real con el delito de homicidio agravado, en tres hechos, recayó también sobre quien fuera jefe de la Policía en ese momento, Virtom Modesto Mendíaz, y sobre el jefe de la Guarnición Ejército Salta, Carlos Alberto Mulhall, quien ya cuenta con dos condenas, por la desaparición del ex gobernador Miguel Ragone, el homicidio de Santiago Arredes y el intento de homicidio de Margarita Martínez de Leal, y por el fusilamiento de once presos políticos conocida como Masacre de Palomitas.
El procesamiento fue dictado por el juez federal Nº 1, Leonardo Bavio, el pasado 14 de este mes.
Colqui y Lidia Gómez fueron secuestrados de su casa, en esta ciudad, en la medianoche del 9 de septiembre de 1976. Otros hermanos de Colqui testimoniaron que el grupo de hombres encapuchados que se los llevó eran militares, dado que pudieron verles sus botas cuando los obligaron a tirarse al piso. Colqui tenía entonces 26 años y Lidia, 46. Los dos militaban en el peronismo, igual que Rolando Gómez, que tenía 23 años.
Rolando Gómez fue secuestrado el día anterior, cuando se encontraba en el taller metalúrgico donde trabajaba, sobre la calle San Luis casi Pellegrini.
Cuando los familiares intentaron hacer la denuncia por los secuestros, no se la quisieron recibir, según contaron en 2003, en un testimonio brindado para el libro “La represión en Salta, 1970-1983. Testimonios y documentos”, de Lucrecia Barquet y Raquel Adet. La familia realizó diversas gestiones, en la Policía y ante los organismos de derechos humanos y hasta ante la Iglesia Católica, sin obtener resultados. “A veces es como que uno piensa que no ha hecho lo suficiente, que no ha hecho nada. Al principio no hablábamos de lo que había pasado, recién con el tiempo pudimos hablar, por muchas cosas, por el dolor y también por temor,  porque la gente, hasta los familiares, se hacían a un lado si uno contaba, no vaya a ser que les toque a ellos también y otra cosa que nunca se sabía con quien se hablaba”, contó el familiar entrevistado para el libro.
Guil ya está condenado en las causas Palomitas y Ragone. El lunes próximo comenzará a ser juzgado por al menos 16 homicidios, entre ellos los asesinatos de Eduardo Fronda, Luciano Jaime, Aldo Víctor Bellandi, Sylvia Aramayo, Alfredo Mattioli y Héctor Gamboa. Y es de esperar que seguirá sumando procesamientos, porque se lo investiga en relación a otros crímenes de lesa humanidad. 

Fuente: Elena Corvalan, Directora de Radio Nacional



Testigo aseguró haber leído los nombres de tres de las víctimas en una lista policial

El histórico juicio por delitos de lesa humanidad que comenzó a ventilarse en nuestra provincia a fines de abril entró en su etapa final.
              
El próximo 1 de junio, cuando se reanude el debate, el presidente del tribunal le concederá la palabra a las partes para que se expongan los alegatos. Ayer por lectura se introdujo la declaración de un testigo en un juicio realizado en la vecina provincia de Tucumán, a solicitud del fiscal General Federal, donde se hizo mención a un listado de personas en el que figuraban los nombres de Julio Genaro Burgos, Francisco Gregorio Ponce y Griselda del Huerto Ponce, cuyas supuestas desapariciones y muertes tienen en el banquillo de los acusados a Juan Daniel Raussino y Carlos Alberto Lucena.
Luego de más de diez días sin audiencia, el juicio se reanudó ayer pasadas las 10.00 en el Tribunal Oral Federal de calle Sarmiento y San Martín. Con la presencia de efectivos de las tres fuerzas de seguridad, Policía de la provincia, Federal y Gendarmería Nacional se celebró la octava jornada. En la apertura se escuchó el testimonio del primo de Nelly Yolanda Borda, de apellido Padovani, quien al momento de la desaparición de la joven, oriunda de Belén, se desempeñaba como militar en la ciudad de Tinogasta, departamento homónimo. Según explicó en el recinto, luego de que sus tíos le comunicaran la desaparición de su prima Nelly, viajó a esta Capital y se entrevistó con Lucena, pero éste le manifestó que desconocía tal situación. Seguidamente desfilaron en la sala otros dos ex militares, quienes aportaron datos de importancia al debate. Antes de que pasara el último testigo militar, la querella representada por el doctor Díaz Martínez le planteó al presidente del tribunal, doctor Juan Carlos Reynaga, que se evitara el “saludo” de los testigos para con los acusados, ya que dicha actitud ofendía a los familiares de las víctimas desaparecidas al interpretar la misma como un gesto de “apoyo” o “solidaridad” con los acusados. Tras el planteo a favor y en contra del resto de las partes el tribunal resolvió hacer lugar a su pedido, manifestándoles a los testigos subsiguientes que no se podía saludar luego de la declaración a Raussino ni a Lucena.
La audiencia continuó luego con la declaración vía teleconferencia de una de las hermanas de la joven Borda, quien recordó en el recinto cómo se enteró del secuestro de Nelly y el sufrimiento que esta situación causó a su familia. Así también, respondió a preguntas de las partes que su hermana cuando regresó a Belén fue porque había sido operada y no por otras cuestiones.
Al final de la jornada se escuchó el testimonio quizás más valioso de la audiencia. Ofrecido por el fiscal, se leyó la declaración de Juan Carlos Clemente, quien expuso como testigo en el juicio desarrollado en la vecina provincia de Tucumán. El mencionado estuvo detenido en varios lugares, terminando finalmente desempeñándose como personal en la Jefatura de Policía de Tucumán. Según declaró, en el lugar encontró diversa documentación, entre ella la más importante, una lista con nombres de personas, hecha con máquina de escribir, en la que figuraban los nombres de Julio Genaro Burgos, Francisco Gregorio Ponce y Griselda del Huerto Ponce. Asimismo, recordó que al lado de dichos nombres estaba entre paréntesis la sigla DF que significaba Disposición Final. Al mismo tiempo, aclaró que dicha lista no tenía firma, pero que él se la había llevado de la Jefatura de Policía cuando dieron la orden de que se quemara cierta documentación. Esta prueba fue considerada relevante para la causa, según algunas de las partes intervinientes. Finalmente se pasó a un cuarto intermedio para el próximo 4 de junio, cuando se espera escuchar la declaración de los últimos cuatro testigos, quienes no comparecieron hasta el momento. En caso de no comparecer se abrirá la etapa de los alegatos.
Fuente: La Union

@@@

Dos siglas que simbolizaban la vida y la muerte

Dos siglas que simbolizaban la vida y la muerte
Dos siglas que simbolizaban la vida y la muerte, aparecen en más de 200 fojas de documentación contenida en dos carpetas que fueron incorporadas en la octava etapa del debate y que fueron aportadas por el testigo Juan Carlos “El perro” Clemente, a una organización de Derechos Humanos de Tucumán, y que fue expuesta durante el juicio que se realizó en el año 2010 por los desaparecidos de la Jefatura de la Policía de esa provincia, entre los años 1976 y 1977, y que tenía como imputados al general Antonio Bussi, y a Luciano Benjamín Menéndez.
La incorporación de la declaración testimonial de Clemente, solicitada por la fiscalía, devela las atrocidades a las que eran sometidos en el campo de detenciones que había montado la jefatura de la policía de Tucumán.

Terror

Clemente era estudiante de medicina y militante barrial del partido peronista, después de salir del servicio militar, comenzaron las persecuciones. Fue secuestrado en 1976 y mantenido en cautiverio en distintos centros clandestinos. En aquellas páginas en donde quedó plasmada su declaración, surgen la pesadilla y el terror que vivieron varios jóvenes, incluido el mismo, ante el atroz sometimiento de los oficiales. “En la Jefatura escuché voces, pero no sé decir de cuántos”, se desglosa en una parte del relato para tratar de desentrañar la cantidad de detenidos.

Prueba crucial

Finalmente, en diciembre de 1976 le dijeron “ahora vas a poder dormir en tu casa”, y después de ocho meses se reencontró con su hijo, pero su compañera se convirtió en una desaparecida más.
Progresivamente, después de esos meses y por disposición de sus captores pasó de ser un detenido a un efectivo policial. En ese periodo, Clemente fue tomando material que, tiempo después, se convertiría en un tesoro para la Justicia.
Es que justamente, lo vital del relato de Clemente, recae en una de las pruebas más reveladoras con la que contó el tribunal Oral de Tucumán para conocer el destino final de cientos de secuestros y desapariciones forzadas de personas.
Por más de una veintena de años, la víctima ocultó el material en el interior de una bolsa de plástico en un contrapiso de su casa. En esas hojas, se detallan nombres de las desapariciones, listado de oficiales, y nóminas donde se describe el manejo de la policía. En ese listado, se incluyen los nombres de 293 personas detenidas en la Jefatura de la policía de Tucumán, muchos de ellos están acompañados por las siglas “DF y DL”, que se traduce en “Disposición final y Disposición de libertad”.
Del listado total, tres de ellos fueron la razón del inicio de 10 años de investigación de la causa de desaparecidos de Catamarca. Se trata de Julio Genero Burgos, en la posición 35, Francisco Gregorio Ponce, en el 109 y Griselda Ponce en el 197.Los tres nombres, van acompañados por las iníciales DF.

Saludo a los acusados, un gesto de solidaridad

La última testigo en ser transmitida a través de videoconferencia, fue la hermana mayor de Nelly, Ana, quien al igual que los otros hermanos que ya prestaron testimonio, declaró que hasta los últimos días sus padres buscaron conocer el destino de su hermana. Recordó las misivas entre su padre y Lucena, pero además dijo, opuestamente a lo que manifestó su primo Padovani, sobre la reunión que mantuvo con Enrique Basso para saber sobre el paradero de Yolanda, que el represor le advirtió a su primo que se quedaran tranquilos, porque sólo la llevaban para averiguaciones.
La lista de testigos se completó con dos ex militares retirados del Ejercito de Infantería 17, los dos coincidieron en que no tomaron conocimiento de desaparecidos en Catamarca y detallaron los procedimientos durante los censos de viviendas, en la que la orden principal era el secuestro de armamento y material bibliográfico marxista.
Fue en esta instancia, que la querella de la familia Borda, representada por el abogado Guillermo Díaz Martínez, solicitó al Tribunal que en las próximas audiencias no se permita el saludo entre ex militares con los imputados. “Con la familia de Yolanda sentimos que es un manifiesto de solidaridad con los imputados” y agregó que es una “falta de respeto para la memoria de Yolanda”. Pese a la oposición que opuso la defensa, el Tribunal resolvió dar lugar al pedido de la querella.



@@@

Quedan excluidos los testimonios orales de acusados por delitos de lesa humanidad

Los jueces se valieron de diferentes fallos de la Corte Suprema y de la de Tucumán, que declaran como improcedente el procedimiento.

La octava jornada del debate que se sigue contra los ex jerarcas Juan Daniel Rauzzino y Carlos Alberto Lucena, se reanudó después de 10 días de espera. Una de las pruebas incorporadas develó un siniestro listado perteneciente a la policía de Tucumán, confeccionado sobre las desapariciones de Gregorio y Griselda Ponce, y Julio Genaro Burgos.
La primicia de la jornada fue ventilada apenas arrancó la audiencia, cuando el presidente del tribunal oral Federal, Juan Carlos Reynaga, expuso a las partes que por una resolución unánime, las declaraciones orales de Rodolfo Sergio Mujica, Alfredo Alberto Svendsen y Raúl Horacio Gallardo, no podrán ser incluidas durante el debate, debido a que varios fallos de la Corte de Justicia de la Nación y del Tribunal de Tucumán declaran como improcedente su testimonio oral al estar imputados en la misma causa. Sus declaraciones sólo podrán conocerse a través de la lectura de lo expuesto durante la instrucción de la causa.
Los próximos días delimitarán un nuevo tiempo de espera, ya que aunque estaba previsto que la audiencia se retomara en la jornada de hoy, surgieron dificultades al intentar localizar varios testigos, por lo que la defensa, ambas querellas y el representante del Ministerio Público, solicitaron un último intento para tratar de establecer contacto con cuatro testigos claves para la reconstrucción de los hechos. La siguiente audiencia quedó pautada para el 1º de junio.

“El negro Rolando”

“Yo pensaba que en todos los campos era remota la posibilidad de salir con vida”, aseguró el primer testigo de apellido Martínez (59) trasmitido por videoconferencia. Fue éste, junto con el último de los testimonios incorporados, quienes aportaron detalles escalofriantes sobre cómo era la realidad de los secuestrados.
Martínez, actualmente radicado en Buenos Aires, conoció a Francisco Gregorio Ponce, alias el “Negro Rolando”. “Yo lo conocí siempre así”, confesó el testigo, quien militaba en el movimiento peronista en la provincia de Tucumán junto al catamarqueño. También fue uno de los tantos jóvenes militantes secuestrados durante tiempos de la dictadura. En el año 1976 y hasta el 78, fue llevado por diferentes campos, uno de ellos el de la Jefatura de la Policía. “Allí tomé conocimiento que Ponce estuvo secuestrado, aunque yo nunca lo ví”. El hombre aclaró que fue personal de Investigaciones quien le proporcionó ese dato.
También recordó que en uno de los campos, puntualmente en Arsenales Miguel de Azcuénaga, había una joven catamarqueña detenida, que estudiaba bioquímica. Aunque no recordó el nombre, todo hacía suponer que se trataba de Nelly Yolanda Borda.
Martínez precisó cuál era la función del personal de inteligencia que secuestraba y torturaba a jóvenes en los diferentes campos, y recordó que “en jefatura había un pabellón en donde estaban casi todos los secuestrados, y un calabozo en donde depositaban alrededor de 20 personas. En casi todos los casos tenían los ojos vendados. Después había otro pabellón, en donde estaban las oficinas, entre ellas las de Albornoz - Roberto Heriberto “El Tuerto”-, imputado por la desaparición de personas en la dictadura de Tucumán- y dos salas en donde se torturaba gente”, precisó.

Por qué Yolanda

Padovani, el primo militar, tantas veces nombrado durante los relatos de los hermanos de la joven estudiante Nelly Yolanda Borda, fue el siguiente en dar su testimonio. El testigo detalló cuál fue su gestión para tratar de conocer el paradero de su prima.
Por más de una hora, el ingeniero militar, desenrolló su versión e indicó que lo primero que hizo después de que sus familiares le informaran de la desaparición de su prima, viajó hasta la Capital desde Tinogasta, -en donde se encontraba prestando servicio para un trabajo de medición de fronteras programado entre Argentina y Chile- para informar sobre la desaparición de Yolanda y averiguar sobre su paradero.
Con el primero en entrevistarse fue el ex jefe del Regimiento, Carlos Alberto Lucena. “Me dijo que no sabía nada, y que si surgía alguna novedad me la acercarían”, recordó. “Aunque nunca lo hicieron”, precisó. El siguiente en ser consultado fue el General Basso, quien tampoco sabía nada. “Me dijo que él sólo hacía controles de ruta”, comentó.
Por último destacó que con posteridad al secuestro tomó conocimiento que su prima militaba en movimientos políticos. “Cuando en el seno familiar se preguntaba: ¿por qué Yolanda?, tomé conocimiento que había una posible denuncia por una foto en la que se la identificaba por participar de una olla popular en Tucumán”, sentenció.
Fuente: http://www.elesquiu.com/

-- 
La Agencia de Noticias DH, es autonoma y es editada en la Capital Federal desde diciembre 2007




No hay comentarios:

Publicar un comentario