miércoles, 21 de abril de 2010

PARANA

El represor permanece en el Juzgado Federal de Paraná “Demonte salía a cazar gente por la noche o a plena luz del día”, dijo Marcelo Baridón

El abogado querellante de la Causa Área Paraná, Marcelo Baridón, dijo que “se dio un paso gigantesco con la detención de Cosme Ignacio Marino Demonte”, acusado del homicidio de Pedro Sobko, en 1977. La detención se ejecutó por disposición del juez Gustavo Zonis, y Demonte permanece alojado en el Juzgado Federal de calle 25 de Mayo, donde será sometido a declaración indagatoria. El abogado expresó que el ex oficial ayudante de la Policía Federal era una persona que “salía a cazar gente por la noche o a plena luz del día”.“Demonte tuvo una participación importantísima en todo esto, él era quien se encargaba de salir a cazar gente, con total impunidad, como hizo cuando mató a Sobko un mediodía, en plena Avenida Ramírez”, indicó en declaraciones al programa A quien corresponda (Radio De la Plaza).

Baridón rememoró el crimen de Sobko y expresó: “Él se escapó del baúl del auto en el que estaba siendo llevado en inmediaciones del Colegio Don Bosco y al salir logró cruzar la Avenida Ramírez, pero por tener una disminución física, fue atrapado velozmente por sus perseguidores. Una vez que lo aprehendieron, Demonte fue con pistola en mano y directamente le disparó dos tiros en el pecho”.

“Nosotros hemos desplegado una enorme actividad en la búsqueda de Sobko, y esperamos que de a poco se vaya cerrando todo. Creo que esta detención es un paso gigantesco en la causa”, remarcó.

Sin embargo aclaró que “faltan declarar médicos, miembros de la Fuerzas Armadas, de Seguridad y gremialistas. Hay una serie de personas que estamos esperando que vengan a decir muchas cosas para aclarar y develar la verdad”.
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POR UN BICENTENARIO SIN IMPUNIDAD PARA LOS GENOCIDAS

Que diga dónde están los restos

LA PROVINCIA | Los familiares de Sobko y Erbetta, víctimas del fusilador de avenida Ramírez, destacaron el avance que significa la detención del represor Cosme Demonte. Pero remarcaron que tiene mucho que decir.
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Clarisa Sobko y Joe Erbetta destacaron el avance que significa para la causa Área Paraná la detención de uno de los principales responsables de la desaparición del padre de Clarisa, Pedro Miguel Sobko, y el hermano de Joe, Victorio Coco Erbetta. Se trata Cosme Ignacio Marino Demonte, a quien –durante una entrevista con UNO– reclamaron que diga dónde están los restos de sus familiares.

Marcelo Baridón, abogado querellante, remarcó que “la Justicia Federal, impulsada por la querella y la Fiscalía, ha dado un paso de singular importancia al ordenar la detención de dos personas”, en referencia a los represores Demonte y Luis Francisco Armocida. Pero destacó particularmente la del primero de ellos, “oficial de Inteligencia de la Policía Federal Argentina e integrante del grupo de tareas que asoló en Paraná durante la última dictadura”.

Baridón recordó que Demonte fue reconocido y visto por numerosos testigos cuando, el 2 de mayo de 1977 al mediodía, mató en avenida Ramírez a Sobko, quien se había escapado del baúl del auto en el que era trasladado. Además, fue quien sacó a Erbetta del aula de la facultad de Ingeniería de la UCA, en la última vez que fue visto en libertad.

Clarisa Sobko consideró que la reciente medida de la Justicia Federal “pone una bisagra, un punto de llegada”. Y, aunque hasta ahora se negó a declarar, exigió que el fusilador de avenida Ramírez y el resto de los responsables digan todo lo que saben: “Necesitamos que Demonte diga dónde están los restos de Pedro Sobko y Erbetta, que seguramente lo sabe. Que diga dónde están nuestros hermanos que hoy tienen mi edad”.

“Nunca me lo crucé a Demonte. Lo conozco por foto y deseo con toda mi alma verlo, verlo ahí, preso”, continuó. No me hubiera gustado cruzármelo en la calle porque no sé qué reacción hubiera tenido yo si lo hubiera reconocido”.

Conteniendo apenas la emoción, recordó a quienes le hubiera gustado que la acompañasen en este momento: “Quiero recordar a mi abuela Pepita, que le hubiera gustado mucho estar en este momento, y el
Mencho (por Guillermo Germano, coordinador del Registro Único de la Verdad recientemente fallecido), que lo extraño mucho. Hoy decíamos qué hubiera sido si estaba él, seguramente una fiesta. Me hubiera gustado mucho compartir con él este momento. Fue un gran luchador y si hay alguien en mi vida que me ha impulsado mucho, fue él. De mi abuela me quedó mucho la lucha, la joda, porque era muy alegre. Mi abuelo sigue vivo, todavía no le he contado nada, porque me gustaría sentarme con él, capaz que ya lo leyó en los diarios”.

Por su parte, Erbetta, quien es militar retirado, dijo sobre la detención: “Es una alegría tremenda, he hablado ayer y hoy con mi madre. Realmente toda esta gente tiene que cumplir con la justicia y tiene que ir presa de por vida. No puede estar nunca más en la calle, porque es un peligro permanente para la sociedad”.

“El Ejército tiene que hablar, tiene que salir a decir las cosas que sabe, como la iglesia católica, que mucho tiene que decir sobre esto”, agregó.

Dos historias
Clarisa repasó los pasos que dio en los últimos años hasta dar con Demonte. “Hace cinco años me presenté como querellante en la causa y el día que fui a firmar el poder a la Escribanía Mayor de Gobierno, me dijo el
Mencho que había una persona que sabía quién lo había matado a mi viejo. Es mucho tiempo, demasiado. Tuvimos que esperar tres años para que el testigo declarara, porque la causa estaba primero en la Cámara de Casación Penal y después en la Corte Suprema, decidiendo por el Código Procesal Penal, dándole la oportunidad a estos genocidas de que tengan todas las garantías en el proceso”.

Para la reconstrucción del asesinato fueron importantes los testimonios recogidos entre los vecinos de avenida Ramírez. “Una de las tareas que hicimos desde HIJOS, siempre acompañados por el Registro Único de la Verdad, fue que para el día del asesinato, el 2 de mayo de 2006, recorrimos la zona por donde creíamos que lo habían matado, Ramírez entre Uruguay y Colón. Yo, me acuerdo, estaba embarazada y a los 10 días tuve mi hija. Entregamos una carta a los vecinos, contando quién era mi viejo, qué le había pasado y preguntando si sabían algo. Recorrimos las casas y ahí es donde encontramos el lugar y seis o siete casas con vecinos que han visto y han ido a declarar. Yo les estoy muy agradecida. Hasta el día de hoy me sorprendo que todos los vecinos de ese barrio, La Paz y Ramírez, fueron a declarar y sin ningún tipo de prurito. Así, de a poco fuimos armando el rompecabezas. Muy diferente es lo que pasó con mi vieja, que desapareció en Goya (Corrientes) y, a pesar de que hicimos la misma estrategia, todavía no hay datos”.

“Tengo un miedo que creo que es un miedo sano, que es lo que me potencia, no me paraliza. Este tipo, para que yo esté tranquila, tiene que estar preso. Metiéndolos presos estamos destruyendo la impunidad. Todavía hay mucha gente que no dimensiona el daño que esta gente sigue aún hoy generando. Esto tiene que ver con una postura ideológica, de exterminio. Yo creo que esta gente sigue pensando así y ante eso no salgo con un palo, sino tratando de hacer Justicia”.

Luego destacó que el Juzgado Federal “ha hecho grandes avances” y ha tenido “decisión política” para la investigación. “Con el fiscal coadyuvante José Candioti, el juez Gustavo Zonis y antes Myriam Galizzi, uno se siente totalmente respaldado y satisfecho y es, en definitiva, lo que tenían que hacer”.

“No me quiero poner en la postura de que siempre faltan cosas –prosiguió–, pero es así. Tengo muy en claro que faltan muchas cosas y hay que apurarse desde las organizaciones, pero también hay que apurar al Poder Ejecutivo y al Poder Judicial. Este es el momento político, y no sabemos dentro de algunos años qué es lo que va a pasar, de lograr que la causa avance y estos tipos sean condenados”.

Erbetta contó que su familia es de San Agustín, que su padre y sus abuelos eran muy humildes y trabajaban en la ladrillería. “Por lo tanto mi padre, cuando hace el servicio militar, que ahí puede despegarse de la familia, opta por entrar al Ejército. Yo tuve que entrar al Ejército para facilitar a alguien de la familia que pudiera estudiar, que fue
Coco, que estaba en ese momento en quinto año de Ingeniería”, contó.

“En el 76 estaba destinado en el Distrito Militar Entre Ríos, justamente ahí en la puerta de los cuarteles, donde está el monumento de homenaje. Al
Coco lo detuvieron en la facultad, pasó una noche en la Policía Federal y después pasó a Comunicaciones, estuvo un par de días hasta que volvió a desaparecer. Sabiendo la situación de terror que todos vivíamos internamente, conseguimos hablar con el padre (Julio) Metz, que lo vio; le enviamos ropa para que se pudiera cambiar y después de eso no lo dejaron ingresar más. Monseñor (Adolfo) Tortolo se negó en todas las oportunidades a recibirnos. En la causa lo denuncié al general Juan Carlos Trimarco por las amenazas que mi hizo en forma personal, en su oficina de calle 25 de Mayo. El teniente coronel Ulises Chort era jefe mío y compañero de camada del general Trimarco. En privado, en su oficina, hablamos más de una vez de lo que sucedía y quiero reivindicarlo”.

“El Ejército a mí me dio todo, como me quitó todo”, reflexionó. “El 90% no tenía absolutamente nada que ver, pero usaron la institución en ese momento para presionar a los que estaban haciendo el servicio militar y a los suboficiales que no teníamos otra salida. La institución fue usada”, consideró.

El perfil de Demonte

El abogado Baridón destacó que “Demonte fue reconocido por numerosos testigos, quienes lo vieron en la especie de trampa que le armó a Pedro Sobko en calle Bolivia, en el actual barrio las Flores de Paraná. Lo esperó en la casa de un vecino, hasta que Pedro llegó a su casa y lo apresó. En un intento de fugarse, salió del baúl del auto donde era conducido. Pedro tenía una dificultad para correr, máxime luego de haber padecido una fortísima golpiza para reducirlo. Dos de los que conducían el vehículo lo apresaron frente al colegio Don Bosco a las 12 del mediodía de un día laborable, un 2 de mayo de 1977, y luego bajó Demonte empuñando un arma en la mano, atravesó toda avenida Ramírez, no se inmutó frente a los autos, frente a los chicos, frente a la gente, y al llegar a Pedro le disparó dos tiros en el pecho”.

El abogado manifestó que esto está “plenamente corroborado en la causa”, e incluso hay testimonios de quienes vieron cuando llegó al Hospital Militar luego de ser baleado. “No hay ninguna duda para la Fiscalía y la querella de la participación de este sujeto, que al igual que fue a la casa de Pedro Sobko, se presentó en la cátedra en donde Victorio Coco Erbetta estaba tomando su clase, en el marco del estado de sitio le solicitó al profesor permiso para requerir los antecedentes de un alumno, el profesor accedió, y esta es la última vez que Erbetta gozó de libertad”.

“Por lo tanto, Demonte es del nucleo duro de los grupos de tareas. El paso es decisivo, es fundamental, porque hasta ahora en la causa Área Paraná están implicados, procesados y detenidos el comandante en jefe del segundo cuerpo del Ejército, personal vinculado a las estructuras superiores, los carceleros, el médico (Hugo) Moyano, nuestro Mengele local (por Josef Rudolf Mengele, médico y criminal de guerra nazi, especialmente conocido por sus experimentos con seres humanos en Auschwitz), pero no habíamos llegado lograr a un miembro de los grupos de tareas con la importancia de Demonte. Creo que esto es lo destacable”, finalizó.

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