viernes, 29 de julio de 2011

Ragone: acusaron a Guil y ratificaron la conexión entre Ejército y Policía
Tres de los seis testigos que declararon ayer en el juicio oral y público por el secuestro y desaparición del ex gobernador Miguel Ragone hicieron aportes que comprometen más al ex director de Seguridad de la Policía, Joaquín Guil, con los crímenes de lesa humanidad cometidos antes y durante la dictadura cívico-militar iniciada en 1976.
Audiencia en el juicio por Ragone.
La primera testigo, Rosa Muruaga, contó que un policía que era su pareja, Pedro Bonifacio Vélez, desaparecido en 1977, le confesó haber participado del secuestro y que el ex primer mandatario había sido asesinado.
La jueza de Corte Cristina Garros Martínez contó que fue detenida y llevada al Ejército, donde fue sometida a torturas; luego, ya en la cárcel de Villa Las Rosas, reconoció la voz de Guil que se regocijaba reconociéndola entre las detenidas alineadas, con los ojos vendados, con la cara hacia la pared: "Por fin caíste", le dijo tocándole el hombro. Eduardo Sángari, que completó su testimonio en la víspera, ratificó que Guil le pidió permiso para infiltrar policías espías en la Universidad Nacional de Salta.

Muruaga fue pareja de Vélez durante dos años. "Sé que él estuvo en el secuestro y muerte de Ragone", largó ayer ni bien comenzó a declarar, a instancias del abogado Martín Avila, querellante por las secretarías de Derechos Humanos de la Nación y de la Provincia. "Un día llegó a casa y me contó que lo habían secuestrado al doctor Ragone. Solamente sé lo que me contó. Me dijo que lo habían secuestrado, matado y enterrado camino a San Lorenzo", añadió.

Muruaga detalló que los dos que estuvieron juntos no tuvieron un hogar fijo, dijo que luego recién comprendió que se ocultaba. Recordó que Vélez "siempre" le decía que "si le pasaba algo era porque Joaquín Guil lo había mandado a matar. Y que me fuera de aquí. Y así hice, me fui a Buenos Aires". Regresó recién en 1986, ya en democracia. Muruaga sostuvo que el día que Vélez le contó lo de Ragone "parecía drogado", que se fue a dormir y luego no recordaba nada. El policía, que era radio operador en Pichanal, fue secuestrado en mayo de 1977 (o mayo de1976, según otros testimonios) del hotel Napoli, donde estaba junto a Muruaga. La mujer recordó que lo buscaron tres hombres. Por los dichos de la madre y de una hermana del policía se sabe que fueron tres policías: entre ellos Raúl "Gringo" Toledano. Vélez tenía otra pareja, Carmen Nieto, que residía en Pichanal y con la cual tenía un hijo. Ella fue secuestrada y desaparecida en mayo de 1976.
Fuente: Nuevo Diario
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La vicepresidenta de la Corte de Justicia declaró en el juicio por Ragone, como sobreviviente de la dictadura

Emotivo testimonio de la jueza Garros Martínez

Sufrió detenciones y atentados; la funcionaria contó lo que sufrió antes y durante el proceso. El juicio continuará el 8 de agosto.

jueves 28 de julio de 2011 Salta
MAGISTRADA. GARROS MARTINEZ RECORDÓ CON DOLOR SUS VIVENCIAS.
MAGISTRADA. GARROS MARTINEZ RECORDÓ CON DOLOR SUS VIVENCIAS.

La jueza de la Corte de Justicia de Justicia de Salta, Cristina Garros Martínez, no pudo contener su emoción al declarar ayer como testigo en el juicio por el secuestro y desaparición del exgobernador Miguel Ragone (ocurrido el 11 de marzo de 1976), de quien era amiga y compañera de militancia de la lista Verde del peronismo. Para esta sobreviviente del terrorismo de Estado, fue demasiado fuerte recordar los aciagos días de la dictadura cuando fue víctima de detenciones extrajudiciales, persecuciones, amenazas y atentados con explosivos en su domicilio.

La vicepresidenta de la Corte fue detenida el día del golpe de Estado, el 24 de marzo de ese año, y estalló en llanto al revivir aquel dramático momento. Estaba sola esa noche, con sus tres hijas pequeñas, cuando la policía allanó su vivienda de avenida Belgrano al 1.900 y se la llevaron con rumbo desconocido. “Los que entraron eran policías uniformados; me subieron a un auto ocupado por civiles y alguien ordenó que me vendaran los ojos y me ataran las manos”, contó. Por el recorrido que efectuó el vehículo, la magistrada cree que la condujeron a la Guarnición Ejército Salta, donde permaneció varios días sin ver la luz.

Garros Martínez recordó tres episodios en ese cautiverio. “Una noche me sacaron con otros detenidos por un camino de tierra y nos hicieron un simulacro de fusilamiento; después de escuchar los tiros pensé que era la única que me había salvado”, relató. Otro día la hicieron presenciar una sesión de tortura del psiquiatra Mario Falco, a quien le sumergían la cabeza en el agua. “Luego me trasladaron a la sala de interrogatorio, donde me preguntaban qué sabía de las actividades de Ragone”.

Informó que el día que la sacaron de ese centro clandestino para alojarla en el penal de Villa Las Rosas, una voz conocida le dijo al oído: “Por fin caíste”. Era el comisario Joaquín Guil: “No tengo duda de que era Guil. Había hablado muchas veces con él por los hábeas corpus que había presentado por la detención de varios compañeros, antes del golpe de Estado, entre ellos el doctor Farat Sire Salim”, señaló. En la unidad carcelaria compartió celdas con Ana María Giacosa, Elisa López, Silvia Troyano, entre otras.

La testigo apuntó que las persecuciones comenzaron luego de la intervención de Alejandro Mosquera, cuando fue cesanteada como juez Laboral, junto a Roberto Castro y Yolanda Bargardi. “La doctora Bargardi no tenía militancia, pero quedó marcada un día que fue con Ragone a la clínica donde tenía a mi hija y se ofrecieron a ser los padrinos”, subrayó. Cuestionó al Colegio de Abogados de entonces, al sostener que sus autoridades “le dieron la bienvenida al golpe” y que la entidad quedó vacía “porque todos sus miembros asumieron como jueces del proceso. Me exilié en Bolivia y volví con el retorno de la democracia”, afirmó.

El juicio por el crimen de Ragone continuará el 8 de agosto.

“Dijo que quemaron el cuerpo”

jueves 28 de julio de 2011 Salta




Ayer también declaró Rosa del Carmen Muruaga, ex pareja del policía Pedro Bonifacio Vélez, desaparecido en 1977. Comentó que en una oportunidad, en presencia de su hermana, Vélez confesó que participó del secuestro de Ragone y que quemaron el cadáver en el camino a San Lorenzo. “En ese tiempo yo no me daba cuenta de estas cosas”, afirmó ante una pregunta del querellante Martín Avila.. Y agregó que “que ese día mi hermana me advirtió que parecía que estaba drogado”. En otra ocasión -refirió- Vélez le dijo: “Si me pasa algo, es por culpa de Guil”. Contó que el policía viajaba siempre a Pichanal y luego se enteró que allí tenía a su esposa, Carmen Nieto, quien también desapareció. La mujer dejó entrever que Vélez se sentía perseguido porque no tenían un lugar fijo de residencia y que el día que desapareció estaban en el hotel Napoli, en la calle Mitre. “Esa noche lo fueron a buscar y me dijo que ya volvía; fue la última vez que lo ví”, subrayó. Muruaga describió a un “gordito, bajo, colorado y pecoso”, como la persona que siempre lo buscaba. ¿Sabe si lo llamaban el Gringo Toledano?, preguntó el abogado David Leiva. “Sí, era ese”, respondió.

El abogado Virgilio Bravo Herrera relató que en 2003 un vecino del paraje “La Ollada”, en Coronel Moldes, le llevó una bolsa con huesos humanos hallados en una finca y ante la sospecha de que podría tratarse de restos de Ragone dio intervención al juez Miguel Medina. “Lamentablemente esto no se investigó como debía”, se quejó. Identificó como dueño de esa finca a Juan Carlos Moreno, un militar que luego se suicidó.

Fuente: El Tribuno


La expulsión de los mendigos, investigada 34 años después

27/07/11

PorPablo Calvo

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  • PACHECO. ERA EL “MENDIGO SABIO”. FUE UNA DE LAS 25 VICTIMAS DE BUSSI. Ampliar

    PACHECO. ERA EL “MENDIGO SABIO”. FUE UNA DE LAS 25 VICTIMAS DE BUSSI.

    La expulsión de los mendigos. Por Pablo Calvo y María Arce.

    Pasaron 34 inviernos desde la redada. Policías de Tucumán cazaron mendigos durante tres días, los encerraron en la comisaría 11 y los metieron en un camión que los llevó hasta el límite con Catamarca, donde los tiraron.

    Fue una historia mínima, pero emblemática de lo que fue la brutalidad de la dictadura.

    El destierro de 25 vagabundos se produjo el 14 de julio de 1977 y fue otro crimen sin castigo de los militares. La novedad es que ahora comenzrá a ser investigado por la justicia federal.

    La Unidad de Coordinación y Seguimiento de las Causas por Violaciones a los Derechos Humanos inició la tarea de mandar oficios a testigos y medios de comunicación, con la idea de encarar una reconstrucción histórica del caso, producido cuando el general Antonio Domingo Bussi era el mandamás de la provincia.

    El disparador de esta causa, indicaron fuentes judiciales, fue la aparición del libro “Los mendigos y el tirano” , que revela la foja secreta de Bussi y los pasajes inéditos del juicio que el militar le entabló al escritor tucumano Tomás Eloy Martínez, un verdadero custodio de la memoria de los linyeras.

    A lo largo de su obra literaria y periodística, Martínez buscó que el caso no cayera en el olvido y lo vistió de metáforas en sus novelas La mano del amo , Santa Evita y Purgatorio .

    También lo abordó en artículos que escribió para Página/12 y La Nación, en uno de los cuales señaló a Bussi por la barrida de los mendigos y lo llamó “feroz exterminador de disidentes”, “maniático de la limpieza” y “tiranuelo de Tucumán”.

    Ofendido, Bussi reclamó 100 mil pesos por su “honor” afectado y exigió que no lo llamaran más “tirano”.

    Además, por primera vez, el todopoderoso gobernador de facto y jefe del Operativo Independencia admitió que la expulsión de gente pobre fue “una aberración, aunque no un delito” .

    Bussi perdió ese juicio por su “honor” contra el biógrafo de Perón. “Y nunca pagó las costas del juicio”, pese a que llegó a tener más de 120 mil dólares en Suiza, reveló el abogado Ricardo Monner Sans, quien defendió con éxito a Tomás Eloy Martínez.

    El general fue condenado a perpetua por la desaparición de un senador tucumano y perdió su grado militar, entre otros juicios que afronta actualmente.

    El jueves pasado se cumplieron 34 años de la partida del camión con los mendigos por la ruta 38. Se sabe ahora que 24 fueron rescatados por los catamarqueños, pero uno, quizás granadero de la Casa Rosada durante el primer peronismo, apareció rígido en un quebrachal.

    Tomás Eloy Martínez ambientó su última novela en parajes inhóspitos de Catamarca. Los protagonistas, perseguidos por la dictadura, se toparon con un grupo de mendigos que escapaban de la muerte y el olvido.

    Fuente: Clarin, miercoles


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