sábado, 21 de abril de 2012


Aportaron datos sobre el centro clandestino que funcionó en la Policía Federal Testigos apuntaron a los responsables de la represión ilegal en Concepción del Uruguay durante la dictadura
 
Click para Ampliar
Juan Carlos Rodríguez, Víctor Baldunciel y Carlos Martínez Paiva declararon ante el Tribunal Oral de Paraná.
Demostrando la fortaleza que les permitió sobrevivir al horror de la última dictadura, ex detenidos políticos aportaron a la causa que investiga delitos de lesa humanidad cometidos en Concepción del Uruguay. En sus declaraciones se reiteraron datos que dan cuenta de la represión ilegal y sistemática que ejercían las fuerzas de seguridad. Por el centro clandestino que operó en la Policía Federal de esa ciudad, pasaron estudiantes secundarios y jóvenes militantes. Las torturas físicas y psicológicas se realizaban durante la noche, mientras que a la mañana funcionaba la parte administrativa en la delegación. Durante su cautiverio, no pudieron higienizarse, dormir ni recibir atención médica; a pesar de las graves lesiones que sufrieron. “No había ninguna obediencia debida, sino que había en ellos una convicción propia”, aseguró Juan Carlos Rodríguez en su testimonio. Y marcó a Juan César Rodríguez -alias el Moscardón Verde- y Darío Mazzaferri como los principales encargados de los interrogatorios. Víctor Baldunciel ratificó las condiciones ilegales de la detención y las torturas. Además, remarcó que los dejaron en una libertad “vigilada”. Por su parte, Carlos Atilio Martínez Paiva pidió declarar a puertas cerradas. Por Betiana Spadillero Gaioli, de ANALISIS DIGITAL

La jornada de este jueves continuó con las testimoniales vinculadas al expediente de Concepción del Uruguay. Estas primeras semanas declararán los ex detenidos políticos que fueron víctimas de privación ilegítima de la libertad y tormentos. En ese entonces militaban en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) o en la Juventud Peronista (JP). 

Por esta causa están imputados Albano Harguindeguy –que sigue el debate mediante videoconferencia desde el Consejo de la Magistratura de la Ciudad Autónoma de Buenas Aires-, Juan Miguel Valentino, Juan César Rodríguez y Francisco Crescenso. Este último pidió retirarse de la sala de audiencias. 

Según está previsto, el juicio oral y público pasó a un cuarto intermedio hasta este viernes a las 10, cuando prestarán testimonio Hugo Angerosa, Pedro Peluffo y Jorge Felguer. En tanto, se leerán las declaraciones de las víctimas que han fallecido. 

"Los más comprometidos recibieron otro trato, con más saña"

Juan Carlos Rodríguez militaba en la UES cuando fue detenido y privado de su libertad. “Era una década de mucha efervescencia política y se veía con gran expectativa la llegada del General (Juan Domingo) Perón. Pero con el golpe de Estado, la actividad dentro del marco educativo no se podía hacer más y empezamos a tener contacto con otros sectores. Fue así que consideramos elaborar un panfleto con nuestra postura”, señaló. 

El testigo enfatizó que si bien “el hecho puntual fue la detención, había una inteligencia” previa. “Lo del volante quizás fue el detonante. Y lo del mimeógrafo era un hecho puntual, no es la noche del mimeógrafo sino de los argentinos. Esta es una causa nacional”, asentó.

La detención se produjo en la noche del 16 de julio de 1976. Contó que Pedro Peluffo tocó el timbre de su casa y le pidió que saliera. Afuera estaban Juan César Rodríguez y Darío Mazzaferri vestidos de civil. “Me agarraron y subieron a un Dodge 1500 negro, en el viaje fui golpeado y me decían que cuando llegue a la delegación iba a tener que dar explicaciones”, narró. 

Subrayó que no le dieron tiempo de despedirse de su madre. “‘No le avises, total no te va a ver más’, me respondieron. No había ninguna obediencia debida, sino que había en ellos una convicción propia”, sentenció. 

“Mi mamá quedó muy preocupada y al otro día ve mi documento arriba del televisor. Entonces ella pensó que me habían detenido, fue a la Policía de la provincia y les dijeron que no. Fue al Ejército y tampoco había novedades. Dos días después escuchó que en la Policía Federal había ‘varios estudiantes de la Escuela Normal que eran guerrilleros’. Entonces ella va y le reconocen que estaba detenido, pero que no le podían decir la razón”, describió. 

Rodríguez indicó que cuando llegaron a la Policía Federal, lo dejaron unas horas solo. “Por lo que escuché, me pareció que habían seguido deteniendo gente. Luego regresaron y comenzaron a golpearme. Me llevaron a un calabozo para interrogarme y a veces me llevaban con (el subcomisario Adolfo) Ceballos”. Indicó que había otros uniformados, que no pudo identificar, pero que no eran los que realizaban interrogatorios; tal es el caso de un sargento que daba instrucciones a los guardias.

Al día siguiente lo llevaron con los demás detenidos, que estaban en el Casino de Oficiales. Mencionó a El Tano Valente, Darío Moren y El Negro Zenit, que eran “referentes de la JP”. También estaba Martínez Paiva, pero lo conocían de “la participación en organizaciones populares”.

Según manifestó, los iban sacando de a uno. Sin embargo, resaltó: “Algunos tuvieron más torturas y otros menos. A los que tenían identificados como los más comprometidos recibieron otro trato, con más saña, como Román y Martínez Paiva”. Contó que una noche sintió unos “gritos muy fuertes y desgarradores” que provenían de un baño ubicado enfrente: “Ahí Mazzaferri le estaba aplicando la picana eléctrica a Martínez Paiva”. 

Respecto de la metodología que empleaban en la delegación, coincidió con anteriores testigos en que a la mañana los sacaban de ese lugar, para que la gente que iba a hacer trámites no los viera. “Esto fue sistemático durante toda la semana”. Por la noche era golpeado por Moscardón Verde y Mazzaferri. 

Una noche los llevaron a un patio, los hicieron sacar la ropa y dejaron bajo la tormenta. “Era para que pensáramos si íbamos a hablar como nos estaban pidiendo. Fue la única práctica distinta a los golpes y la tortura psicológica”, acotó.

Finalmente un día uno de los policías les informa que iba a haber una novedad. “A la tarde se hizo una junta con las tres fuerzas, estaba (Raúl) Schirmer, el jefe de Prefectura, (Jorge) Vera y Ceballos. Estaban nuestros padres y Schirmer empezó a hacer todo un sermón. Decidieron ponernos en libertad, bajo un régimen vigilado, con la firme amenaza de que íbamos a volver en caso de que incumpliéramos”, refirió.

El ex detenido político agregó un dato que no había mencionada en la etapa de instrucción. “Después que salí quedé trastornado, porque esta gente la veía en la ciudad. Un día me levanto y el Falcon de Rodríguez estaba parado en la calle frente a mi casa. Pensé que me venían a buscar de vuelta. Y observando me di cuenta de que miraban en otra dirección. Al otro día desapareció a una persona, que estuvo detenido 20 días. Fui a avisarle a la madre, para que lo busque de la delegación y ahí le dijeron que el operativo lo realizó la Policía Federal de Rosario”. 

“Quedé muy mal, opté por irme de la ciudad, pero esperando algún día estar en esta instancia… Estamos acá gracias a la lucha de los organismos de derechos humanos por la Verdad, la Justicia y la Memoria”, aseveró. 

Repreguntado por el fiscal José Ignacio Candiotti sobre la circunstancia de la detención, Rodríguez remarcó que no había ninguna orden. Señaló además que en la delegación policial vio a otros detenidos encapuchados y a uno de ellos lo identificó con Romero. “Vi a gente que llevaban a declarar en muy malas condiciones de salud”. De hecho, relató que en una oportunidad se descompuso por algo que ingirió, pero la única respuesta que recibió fue “si te morís no va a pasar nada”.

En cuanto al uniformado que se caracteriza por tener una mancha en el rostro, aseguró que lo ha visto en Concepción del Uruguay y que supo que trabajaba en una empresa de seguridad. 

Consultado sobre la participación de Peluffo, comentó que los instaba a declarar mientras estaban en el centro clandestino. “Me decía ‘vamos a mandarlos de cabeza a estos otros’. Él no manejaba información, porque no participaba activamente. Adentro tuvo un comportamiento raro…”. Peluffo posteriormente se unió a la fuerza de seguridad. 

Sobre el final de su declaración volvió a contar cómo fue su vida tras recuperar la libertad: “Transitar en una ciudad chica y verlos era muy incómodo. Me fui a vivir a Buenos Aires hasta el ’80. Y como una vislumbraba una apertura democrática, volví a mi ciudad”. 

“Hoy el único afán que me mueve es el de Justicia. Veo a mis hijos y pienso que con muchos años menos a nosotros nos hicieron esto. Es fuerte cuando uno refleja en sus hijos. Hoy estamos transitando otro camino y esto Nunca Más”, reafirmó. 

Baldunciel refirió a su detención ilegal 

“A mediados de julio fui secuestrado de mi casa paterna. Tocaron el timbre, me preguntaron si era Víctor Baldunciel y me llevaron con ellos”.

El testimonio del ex detenido político tuvo varios puntos en común con anteriores declaraciones. Fue secuestrado por varios uniformados, algunos vestidos de civil, entre los que se encontraba Rodríguez. Sin permitirle dar aviso a sus padres –que luego se enteraron por un vecino-, lo metieron en un auto y lo llevaron a la Policía Federal.

Una vez allí, lo hicieron sentar en una habitación, “junto a otros estudiantes y una persona mayor de apellido Maffei (Mario)”. Nombró que además estaban César Román, Juan Carlos Romero y José Peluffo.

“Después supe que los que nos interrogaban eran el jefe de Policía, el subjefe y Rodríguez. Los interrogatorios consistían en preguntarnos las vinculaciones entre nosotros e insistían sobre un mimeógrafo”, manifestó. A su vez, enfatizó que su participación política estaba solamente relacionada con la UES. 

“Durante todo el tiempo hubo una guardia, que no nos dejaba hablar. Generalmente eran tres los que hacían los interrogatorios. Duraban unos 20 minutos y venían acompañados de amenazas, de que no íbamos a salir más, que nos iban a llevar a un lugar o a otro…”.

“Transcurrida una semana, nos liberaron luego de una reunión. Nos dieron una especie de sermón, como si estuviésemos cometiendo un delito por habernos interesado por la cuestión política”.

Luego de ser liberado, con quien tuvo más contacto era Romero y fue con quien más compartió lo sucedido. “De todos modos, las charlas las teníamos con cierto recaudo, porque temíamos que nos lleven de vuelta. Nos habían advertido que no podíamos juntarnos, tener reuniones, que nos tenían vigilados”. 

Foto: ANALISIS DIGITAL
 
Fuente: Analisis, viernes
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario