miércoles, 18 de abril de 2012

El ex soldado del RIM 29, Jorge Juan Carlos Ayala, confirmó haber trasladado a doce personas para ser exterminadas.



Jorge Juan Carlos Ayala, que cumplía el servicio militar obligatorio en el Regimiento de Infantería de Monte de Formosa (RIM 29), en 1977, aseguró ayer en el juzgado Federal 1, que fue el chofer que trasladó a los ejecutores de al menos doce personas, de las cuales conocía a dos. El hecho habría ocurrido en abril de 1976. Un informe televisivo local "despertó" al ex conscripto para impulsarlo a denunciar el suceso que hoy conmueve a la provincia.



El hombre, de 53 años, dijo haber reconocido a dos personas oriundas de Clorinda, Francisco Javier Pancho Bogarín y Cantalicio Mazacotte", quienes permanecen como calidad de desaparecidos en la actualidad.
Familiares de Bogarín pidieron que la justicia investigue para saber dónde está nuestro hermano y darle sepultura.

"Sabemos cómo lo mataron, ahora necesitamos saber dónde está, aseguraron Juan José y Marta Bogarín, también vecinos de Clorinda y hermanos del desaparecido Pancho Bogarín.

Los hechos habrían ocurrido a mediados de mayo de 1977 cuando Ayala cumplía el servicio militar obligatorio.
En su condición de chofer de la unidad militar, con asiento en la ciudad de Formosa, tuvo que trasladar desde el Regimiento, en una unidad que estaba a su cargo, "a una misión del Ejército Argentino integrada por unos doce militares desconociendo los motivos y el destino.

Indicado por sus superiores que no los conocía, porque no eran de Formosa, llegó hasta la Estancia Monteagudo a pocos kilómetros al norte de la capital norteña.
En el lugar observó que llegó otro camión Unimog, tipo ambulancia. Porque por la cruz de color rojo que se exhibía, de donde vio descender a unas diez o doce personas con los ojos vendados; vestidos de civil, atados de manos y unidos por intermedio de una soga e introducidos en el monte agregó. También dijo que acompañaba al grupo un capellán del Ejército.
El grupo se perdió en la espesura del monte desde donde escuchó "disparos de armas de fuego desde unos 200 metros. Al rato, los militares regresaron sin los civiles.

El entonces conscripto rompió en llanto, y por eso se acerca un subteniente y le pide que se calme porque esa gente era subversiva y que si la situación era a la inversa no hubiera dudado en matarlo, pero que a él no lo iban a matar porque estaba bajo bandera, acotó.
El testigo, que antes de llegar a los estrados judiciales hizo público su testimonio en un medio de comunicación de la ciudad de Clorinda, recibió una amenaza en forma de nota que apareció bajo la puerta de su casa con la leyenda: ¿se ve vos no querés a tus hijos. Ayala entregaste la cabeza de tu hijo. Cuidate, dejá de hablar, asesino?.

Ayala dijo a Télam que no es un arrepentido, y que "lo que ahora estoy relatando siempre le conté a mis amigos y familiares, pero ahora estoy un poco mal de salud, y no quiero llevarme este testimonio a la tumba.

El 24 de marzo, Día de la Memoria, escuché por la televisión un informe sobre esa gente y me decidí a contarle a la justicia explicó.

Ante la fiscalía federal formoseña, Ayala ratificó la denuncia por amenazas que había relatados días atrás en Escuadrón 16 de Gendarmería Nacional Clorinda.
Luego de visitar el lugar denunciado como el lugar de asesinato de varios desaparecidos, Ayala fue trasladado hasta el Hospital de Alta Complejidad Juan Domingo Perón donde será tratado por su diabetes.

Acompañaron al ex soldado hasta la sede judicial, a cargo del juez Marcos Bruno Quinteros, la secretaria de Derechos Humanos de Formosa, Silvina Aráoz, el abogado Pedro Velázquez Ibarra y familiares.

Años atrás, representantes de DDHH habían encontrado en la Estancia Monteagudo, ubicada a orillas del río Paraguay, fosas comunes abandonadas donde se presumía habían sido enterrados varios desaparecidos de la época de la dictadura.
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“Yo llevé a los ejecutores de Pancho Bogarín y Mazacotte” dijo el ex soldado Ayala

Juan Carlos Ayala, que cumplía el servicio militar obligatorio en el Regimiento de Infantería de Monte XXIX de Formosa en el año 1977, denunció hoy en la sede del Juzgado Federal Nº1, que fue el chofer que trasladó a los ejecutores de, al menos, 12 personas de las cuales conocía a dos.

Al ex soldado, en varias oportunidades le ganó la emoción al recordar los hechos.

El hombre, de 53 años, dice haber reconocido “a dos personas oriundas de Clorinda, Francisco Javier Pancho Bogarín y Cantalicio Mazacotte, quienes permanecen como calidad de desaparecidos en la actualidad.

Familiares de Bogarín pidieron “que la justicia investigue” para saber dónde está “nuestro hermano” y darle cristiana sepultura. Sabemos cómo lo mataron, ahora necesitamos saber dónde está” aseguraron Juan José y Marta Bogarín, también vecinos de Clorinda y hermanos del desaparecido “Pancho”.

Los hechos habrían ocurrido “a mediados de mayo de 1977” cuando Ayala cumplía el servicio militar obligatorio.

En su condición de chofer de la unidad militar, con asiento en la ciudad de Formosa, “tuvo que trasladar en un micro (desde el Regimiento), en una unidad que estaba a su cargo, a una misión del Ejército Argentino integrada por unos doce militares desconociendo los motivos y el destino".

Indicado por sus superiores “que no los conocía, porque no eran de Formosa. No tenían identificación”, llegó hasta la Estancia Monteagudo a pocos kilómetros al norte de la capital norteña.

En el lugar observó que llegó “otro camión Unimog, tipo ambulancia. Porque por la cruz de color rojo que se exhibía, de donde vio descender a unas diez o doce personas con los ojos vendados; vestidos de civil, atados de manos y unidos por intermedio de una soga e introducidos en la espesura del monte” agregó. También dijo que acompañaba al grupo un capellán del Ejército.

Los hermanos Marta y Juan José Bogarín.

El grupo se perdió “en la espesura del monte” desde donde “escucha disparos de armas de fuego desde unos 200 metros”. Al rato, los militares regresan sin los civiles.

El entonces conscripto rompió en llanto, y por eso se acerca un subteniente y le pide que se calme porque “esa gente era subversiva y que si la situación era a la inversa no hubiera dudado en matarlo, pero que a él no lo iban a matar porque estaba bajo bandera” acotó.

El testigo, que antes de llegar a los estrados judiciales hizo público su testimonio en un medio de comunicación de la ciudad de Clorinda, recibió una amenaza en forma de nota que apareció “bajo la puerta” de su casa con la leyenda: “se ve vos no querés a tus hijos. Ayala entregaste la cabeza de tu hijo. Cuidate deja de hablar, asesino".

Ayala, dijo a Télam que no es “un arrepentido”, lo que ahora estoy relatando siempre le conté a mis amigos y familiares, “pero ahora estoy un poco mal de salud, y no quiero llevarme este testimonio a la tumba” añadió.

“El 24 de marzo, día de la Memoria, escuché por la televisión un informe sobre esa gente y me decidí a contarle a la justicia” explicó.

Ante la fiscalía federal formoseña, Ayala ratificó la denuncia por amenazas que había relatados días atrás en Escuadrón 16 de Gendarmería Nacional Clorinda.

Luego de visitar el lugar denunciado como el lugar de asesinato de varios desaparecidos, Ayala fue trasladado hasta el Hospital de Alta Complejidad “Juan Domingo Perón” donde será tratado por su diabetes.

Silvina Aráoz acompañó en el momento de la ratificación de las denuncias.

Acompañaron al ex soldado hasta la sede judicial, a cargo del juez Marcos Bruno Quinteros,la secretaria de Derechos Humanos de Formosa, Silvina Aráoz, los abogados Pedro Velázquez Ibarra, Willams Dardo Caraballo, el dirigente Juan Eduardo Lenskac y familiares.

Años atrás, representantes de DDHH (dónde también estaba Ñaño Gauna) habían encontrado en la Estancia Monteagudo, ubicada a orillas del río Paraguay, fosas comunes abandonadas donde se presumía habían sido enterrados varios desaparecidos de la época del Proceso.

Fuente: http://www.noticiasformosa.com.ar

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Lesa Humanidad: 32 testigos ya declararon y se abren nuevas investigaciones

Ocho testigos sumaron sus relatos al cuarto juicio por lesa humanidad en Misiones, en este caso por la causa contra los ex policías Felipe Giménez, Carlos Herrero, Julio Amarilla, Carlos Pombo y Roque Mendoza.

Gladys Claver Gallino, entonces esposa del desaparecido Carlos Pérez Rueda, relató que en la última dictadura fue secuestrada junto a sus dos hijitas, una de ellas de 9 meses, de las cuales no se supo nada al menos por cuatro días, hasta que fueron devueltas a familiares de la mujer. La investigación por el padecimiento de las menores entrarán en etapa de instrucción, al igual que el caso de “Puchi”, cuya madre estaba detenida y por ello la beba de 9 meses estuvo al cuidado de varias presas en la seccional 2ª de Policía.

Ayer comparecieron, en el Tribunal Oral Federal de Posadas, Hugo Salinas, Norma Yanset, Carlos Bajura, Hipólito Benítez, Gladys Claver Gallino, Pedro Ávalos, Hilarión Barrios y Julio Hippler.

El padecimiento de los niños en el proceso

Gladys Beatriz Claver Gallino fue llevada por las fuerzas, desde su casa, junto a sus dos hijitas el 22 de octubre de 1976.

“Con 27 años me llevaron al departamento de información y perdí contacto con mis hijas. Recién a los cuatro días, y porque desde la plana mayor del Ejército llegó una orden, me devolvieron a mis hijas pero automáticamente se las di a mis padres porque yo tuve que seguir detenida”, recordó la mujer.

En esa circunstancia, la entonces esposa del desaparecido Carlos Pérez Rueda, tuvo un contacto con Felipe Giménez.

“Pasé detenida ocho navidades y me liberaron el 27 de diciembre de 1983”.

“Hoy Puchy puede contarlo”

María, quien declaró el último lunes y es la hermana del recordado teniente fallecido en Malvinas Roberto Estévez, fue una de las detenidas que cuidaron y alimentaron a una beba de 9 meses, es que su madre Ester Cabral también estaba secuestrada en otro centro clandestino del país. En cautiverio la niña fue bautizada como “Puchi”.

“Afortunadamente esta niña después de un tiempo se reencontró con su mamá y hoy es una profesional en España”, dijo con emoción Estévez.

La semana que viene, lunes y martes respectivamente, continuará el debate por la causa que se le sigue a los cinco ex policías, por los vejámenes y torturas perpetrados en la jefatura de Policía, en tiempos de plomo.

El otro momento de mayor angustia en el recinto se vivió con el relato de Julio Hippler, quien siendo un joven padre de 27 años fue detenido y trasladado primeramente a informaciones.

“Tuve tanta sed y en el cuarto día no aguanté más y tuve que tomar agua del inodoro”, narró.

Julio es hermano de Anselmo y Valdimiro Hippler quienes también fueron detenidos. El primero fue asesinado y el segundo continúa desaparecido.

Fuente: http://www.misionesonline.net


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