lunes, 23 de abril de 2012


PRIMER JUICIO CATAMARCA


Sin la presencia de Luciano Benjamín Menéndez, uno de los principales imputados, hoy comenzará en Catamarca el primer juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en esa provincia durante la última dictadura. El Tribunal Federal 1º de Catamarca juzgará al militar retirado Carlos Alberto Lucena y al ex policía Juan Daniel Rauzzino por la desaparición y muerte de los catamarqueños Francisco Gregorio Ponce, su hermano Julio Genaro Burgos, Griselda del Huerto Ponce y Nelly Yolanda Borda, sucedidos entre abril de 1976 y enero de 1977. A partir de las 9 de hoy, el presidente del tribunal, Juan Carlos Reynaga, leerá la elevación a juicio de la causa que tiene al ex jefe del regimiento de Infantería 17, Ponce; al ex jefe de la policía provincial, Rauzzino, y a Menéndez como imputados. Si bien el ex comandante del Tercer Cuerpo del Ejército fue apartado de este proceso por razones de salud, su caso volverá a ser revisado en mayo, cuando los jueces resolverán si fijan otra fecha para juzgarlo. Víctor Manuel Monti y Santos Reynoso son los representantes del Ministerio Público Fiscal; el flamante director de Derechos Humanos de Catamarca, Guillermo Díaz Martínez, y Bernardo José Lobo Bugeau estarán a cargo de las querellas. Se prevé la declaración de unos 51 testigos a lo largo de todo el juicio. La investigación que culminó en las imputaciones comenzó en 2004. Las cuatro desapariciones seguidas de muerte que son el eje del juicio son parte de las cerca de 30 denunciadas en la provincia. “Esperamos que este juicio ayude a romper el silencio en la provincia”, dijo Mirta Argañaraz, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre.


Fuente: Pagina 112



COMIENZA EL PRIMER JUICIO
El Tribunal Oral Federal de Catamarca dará inicio hoy a partir de las 9, al primer juicio oral que se realiza en nuestra provincia por delitos de lesa humanidad cometidos durante el último gobierno militar.
              
Cabe recordar que, el ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, imputado en el proceso, fue apartado por problemas de salud.
El proceso, el primero que se realiza en Catamarca, comenzará a las 9 ante el tribunal integrado por Juan Carlos Reynaga, Eduardo Gabriel Casas y José Camilo Quiroga Uriburu.
 
En el juicio se procurará determinar la responsabilidad por las desapariciones y muertes de Nelly Yolanda Borda, Francisco Gregorio Ponce, su hermana Griselda del Huerto Ponce y Genaro Burgos, hechos ocurridos entre 1976 y 1977 en las que estan imputados Luciano Benjamin Menendez, Carlos Lucena, ex jefe del Regimiento de Infantería Aerotrnasportada 17 y Juan Daniel Rauzzino, ex jefe de Policía en la dictadura.
 
Lucena, desde 2008 gozó del arresto domiciliario gracias a la generosidad del juez federal de Catamarca Ricardo Moreno, tambien esta imputado en el fusilamiento de Osvaldo DeBenetti (ERP-PRT) en Tucuman en 1978, quien estaba detenido en la Penitenciaria de Cordoba. Su asesinato apareció "como resultado de un enfrentamiento", antes de llegar a la capital de esa provincia a donde era trasladado por personal militar dependiente del 3 Cuerpo de Ejército.
 
En la misma causa tambien estan imputados Jorge Videla, Menendez, Jorge E. Gorleri, Héctor Lorenzo Chilo, Jorge Gonzalez Navarro. Este juicio se llevara cabo una vez que Casación resuelva la integracion definitiva del tribunal.





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Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba
Duarte Quirós 545, piso 3 of "C"
Córdoba Capital / 0351 4214408





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FALLECIO IRMA RAMACCIOTTI DE MOLINA, INTEGRANTE DE ABUELAS

El adiós sin ver a su nieto

En Córdoba fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo y de Familiares de Detenidos y Desaparecidos. Murió el mismo día en que se cumplía un nuevo aniversario de la desaparición de su hija Lucía, secuestrada cuando estaba embarazada de cuatro meses.

“Tenía un gran empuje y no la amedrentaba nada”, la recordó Sonia Torres.

Por Alejandra Dandan
Irma Ramacciotti de Molina murió el sábado a la noche en Córdoba. Hacía 36 años que buscaba a su hija Lucía Esther Molina, secuestrada en 1977 con un embarazo de cuatro meses. Con Lucía también se llevaron a su nieto Santiago, que había nacido un año antes. Irma logró recuperar a Santiago peleando a brazo partido, como recuerdan sus compañeros, en la Casa Cuna de La Plata, pero nunca pudo saber nada del bebé que debió haber nacido en septiembre del ’77. Ella fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo en Córdoba y era hasta ahora una de las pocas sobrevivientes. Formó parte de la creación de la asociación Familiares  de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas de Córdoba. El sábado, cuando murió, después de una larga enfermedad, se cumplía un nuevo aniversario de la desaparición de su hija.
“Tal vez es una causalidad –dice Sonia Torres, una de sus compañeras, la única sobreviviente de aquellas Abuelas de Plaza de Mayo  de Córdoba que comenzaron con la búsqueda de sus nietos–. Ahora, durante la despedida, dije algunas palabritas, y le dije a Irma que tal vez ‘Lucía te vino a buscar el mismo día que se la llevaron a ella; o a lo mejor vos te quisiste ir a encontrarla, porque mirá qué casualidad, a mí me parece que es algo indicativo.”
Irma era maestra y llegó a ser directora de escuela. También era poeta. Para abril de 1977, su hija Lucía estaba en la localidad de Villa Ballester, en la zona norte del Gran Buenos Aires. Con ella estaba su hijo Santiago, nacido en 1976 e hijo de su primer compañero, José Luis Nicola, asesinado el 27 de marzo de 1976. En Villa Ballester vivían con Rodolfo Goldín, su compañero. Militaban en la OCPO (Organización Comunista Poder Obrero). Ella llevaba cuatro meses de embarazo de un bebé a quien pensaba llamar Andrés o Andrea. Los secuestraron el 21 de abril. Los vieron en El Vesubio. A Rodolfo lo asesinaron el 23 de mayo y su cuerpo apareció con el de otras 15 personas al día siguiente, en lo que se conoce como la Masacre de Monte Grande. La página de Abuelas de Plaza de Mayo indica en cambio que Lucía y su hijo o su hija, que debió nacer en cautiverio alrededor de septiembre de ese año, continúan desaparecidos.
“Cuando secuestraron a Lucía también se llevaron a Santiago –sigue Sonia–. Y a Irma no le querían dar a su nieto. Tuvo que luchar a brazo partido hasta que consiguió tenerlo con ella. Lo habían dejado en la Casa Cuna, pero las monjas no se lo querían entregar. Hizo miles de viajes hasta que se les ocurrió devolvérselo, porque eso era una lotería: dependía de quién se había hecho cargo del chico.”
Pese a que no hubo más noticias sobre qué sucedió con Lucía, Sonia está convencida de que no volvieron a llevarla a Córdoba. “No la trajeron –dice–. El genocida de acá, Luciano Benjamín Menéndez, tenía diez provincias a su cargo: a las desaparecidas las hacía rotar de norte a sur para que nunca las pudiéramos encontrar, pero lo que no previó era la constancia que íbamos a tener las madres, que es lógico, ¿no? Si un hijo te desaparece, lo vas a salir a buscar.”
“Las embarazadas de Córdoba fueron más de 22 –recuerda Sonia–, pero militamos pocas abuelas. Con Irma salí muchas veces a buscar a nuestros nietos. Tenía un gran empuje y no la amedrentaba nada. En general, las abuelas somos así: a quien le han robado un hijo no mira los peligros, va adelante en busca de lo que piensa. Nosotras hicimos un pacto de vida con nuestras hijas, que es buscar a sus hijos, y de esa forma reivindicar la lucha por la que ellos murieron. Irma lo tenía muy claro. Hace años que trabajaba para eso.”
La institución Abuelas de Plaza de Mayo de Córdoba manifestó en un comunicado la “profunda tristeza” por su muerte. “Con amor, constancia y esperanza, Irma recorrió cada rincón del país buscando a su hija”, señalaron. En la página de Hijos de Capital Federal, anoche volvieron a hacer oír la carta que aquella mujer le escribió hace tiempo a esa nieta o nieto que todavía siguen buscando. “Querido nieto o nieta, naciste en septiembre como un brote de vida que mitiga el invierno. Han pasado muchas primaveras, sin embargo la más deseada aún no llegó. Con tu hermano te estamos buscando. Hasta encontrarnos, tu abuela.”
Irma tenía otros cuatro hijos. Ellos, y sus nietos, la despidieron ayer en Córdoba. Dicen que hace unos días le pusieron adelante una  fotografía de Lucía. “Ay, Lucía”, llegó a decir.
Fuente: Pagina12

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