miércoles, 2 de mayo de 2012


EL HOMENAJE A LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO LINEA FUNDADORA EN SU 35 ANIVERSARIO

Entre las azucenas y los pañuelos

Representantes de distintos organismos de derechos humanos, agrupaciones solidarias, sindicatos, gremios y políticos expresaron su reconocimiento a las Madres en un acto que tuvo algo de dolor y también de alegría.

La agrupación Hijos entregó a cada una de las mujeres una cadenita con una azucena, en recuerdo de Azucena Villaflor.
 
 
Por Ailín Bullentini
Una cadenita de la que cuelga una azucena. Cada una de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora acabó el día en el que se cumplieron 35 años de su primera caminata alrededor de la Pirámide que mira a la Casa Rosada con un dije que recuerda a la primera de ellas, hoy desaparecida. “Ella entendió de qué se trataba la ausencia de nuestros hijos porque era una laburante. Y también supo cuál sería su destino”, describió Aída Sarti, madre de la desaparecida Beatriz Sarti, a Azucena Villaflor, una de las fundadoras de la organización. Como si fuera la mano de su “querida amiga”, la madre apretó el obsequio que les entregó a todas la agrupación Hijos en el marco del homenaje que les dedicó ayer, y retomó el agradecimiento que su compañera Taty Almeida había iniciado arriba del escenario: “La noche anterior a su desaparición me llamó y me dijo: ‘Aída, si sentís que un coche te sigue, si alguien por la calle te toca y te quiere agarrar, tirate al suelo y gritá’. A ella no la salvó la estrategia. Hoy no podemos hacer otra cosa que recordarla y abrazarla desde acá, con la fuerza de nuestra lucha”.
Lucha. Resistencia. Sacrificio. Coraje. Ejemplo. Las palabras se repitieron y, en algún punto, quedaron vacuas a la hora de significar el agradecimiento que representantes de varios organismos de derechos humanos, agrupaciones solidarias, sindicatos y gremios, y algunos personajes de la arena política, quisieron expresar ayer a la noche, en el auditorio del teatro del Sindicato de las Telecomunicaciones (Foetra). Todos llegaron desde la Plaza de Mayo, en donde a primera hora de la tarde las Madres habían rearmado los recuerdos que tienen de sus comienzos (ver aparte). Y aunque algunos allí se expresaron, reiteraron sus agradecimientos en el marco del homenaje de Hijos.
Camilo Juárez fue el encargado de enfrentar al micrófono en nombre de la agrupación organizadora del homenaje para poner en palabras la necesidad de festejar la vida de las Madres aunque su razón de ser no cause más que dolor. Tal vez si se sabe que “fueron las que enseñaron al resto que el amor solo existe cuando se comparte y la felicidad solo es cuando colectiva”, mencionó el Hijo, se entienda que la reunión de ayer en torno del trigésimo quinto aniversario de los pañuelos blancos implica una mezcla de alegría por “seguir” y dolor por el recuerdo de la muerte.
“Ahora nos toca a nosotros cuidarlas a ustedes, que han cuidado a un país entero durante todos estos años”, intentó Juárez. A través de su voz, las palabras del poeta desaparecido Francisco “Paco” Urondo ayudaron a completar el mensaje: “Arderá el amor/ arderá su memoria/ Hasta que todo sea como lo soñamos / como en realidad pudo haber sido”.
La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y la dirigente de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Lita Boitano, mencionaron la compañía en el camino. “Son la familia que completó a nuestra familia, aquellas que desde el primer minuto impidieron que los nombres de nuestros hijos y familiares (víctimas del terrorismo de Estado aplicado por la última dictadura militar argentina) caiga en el olvido”, deslizó Boitano. Carlotto entregó a las Madres, sus “hermanas de llantos, lucha, inquietudes, dolores y logros” una placa recordatoria en nombre de la organización que preside y festejó en plural: “Vencimos a la dictadura. Se olvidaron de que somos madres y de que el amor que una siente por sus hijos no muere nunca”. En la misma dirección apuntaron las presencias de Lila Pastoriza, ex detenida desaparecida y miembro del Espacio para la Memoria; Eduardo Jozami, del Centro Cultural Haroldo Conti; el titular de la Central de Trabajadores Argentinos, Hugo Yasky; miembros del espacio Flores Solidario, Movimiento Evita, ATE legislatura porteña y Foetra.
Sentadas en hilera sobre el escenario, sus pañuelos blancos fueron el marco perfecto de las arrugas que, en sus caras, son el mapa ideal para leer cada paso dado y sostenido, nunca retrocedido; cada día de búsqueda, cada grito de denuncia. “Ninguna de nosotras eligió cubrir su cabeza con un pañuelo ni ser Madre de Plaza de Mayo, pero nos arrebataron lo más preciado que teníamos y no íbamos a seguir siendo las mismas que entonces”, sentenció Almeida, la encargada de agradecer, desde el lado de las homenajeadas. Los bordados que llevan sus cabezas recuerdan que la herida no cierra, pero también que son lo que las mantiene erguidas.
Luego del grupo de percusión Choque Urbano y antes de la Orquesta musical Música Esperanza, de estudiantes de la cátedra de música popular que Línea Fundadora sostiene en la ex ESMA, las Madres agradecieron el homenaje “en nombre de todas: de las que estamos, de las que se fueron, pero siguen presentes en el aire”, sostuvo Almeida. “Son 35 años de pedir Justicia por nuestros hijos, que no dieron la vida sino que se las arrancaron”, sumó y culminó: “Gracias a los Hijos por la compañía al andar. Mientras haya militantes como ellos, que cada vez son más por suerte, nosotras estaremos tranquilas. De a poco podremos pasar la posta para que nuestros nietos recuperen sus identidades y los 30 mil estén siempre presentes”.
“Cada vez con más fuerza”
Antes del acto en el teatro Foetra, las Madres Línea Fundadora también estuvieron en la Plaza de Mayo. En el Monumento a Manuel Belgrano recordaron el inicio de sus rondas durante la última dictadura. “Nuestros hijos no se han ido, están cada vez con más fuerza”, afirmó Marta Vásquez, presidenta de la Línea Fundadora, en medio de aplausos, lágrimas y una profunda emoción. “Néstor Kirchner fue el primer presidente de los argentinos que nos escuchó y que hizo una política de Estado con los derechos humanos. Gracias a eso están siendo enjuiciados y van a la cárcel los genocidas”, aseguró Taty Almeida. Las palabras de las Madres se intercalaron con intervenciones de artistas como Ingrid Pellicori, que leyó un poema de Rodolfo Braceli, o el vibrante pasaje de “La coronela” que la actriz Isabel Quinteros ofreció a los asistentes que con banderas, pancartas y fotos de familiares desaparecidos acompañaron la ceremonia. Nora Cortiñas aseguró que con “la misma fuerza que el primer día continuamos sin bajar los brazos y esperamos que se abran los archivos”.

 
EL ACTO DE LA ASOCIACION MADRES DE PLAZA DE MAYO, QUE PRESIDE HEBE DE BONAFINI

“Saber que ya parimos otros pibes”

Acompañadas por representantes de Hijos, por el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, y distintas organizaciones sociales, las Madres de Hebe recordaron los 35 años de aquel primer día en que empezaron a circular por la Plaza de Mayo.
 
 
Bonafini, durante el acto por el aniversario de las Madres, con la murga uruguaya Agarrate Catalina.
 
Por Alejandra Dandan
A 35 años del primer andar de las “locas de la Plaza de Mayo” convertido en ronda colectiva, sobre el escenario marcado con la imagen del pañuelo pero además por el logo de YPF y la palabra: “Vuelve a ser nuestra”. Poco más atrás del círculo sobre el suelo que representa esa lucha, Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, les legó a esos “chicos”, cuyas banderas saludaban desde las primeras filas, continuar ahora el camino emprendido por ellas. “Las Madres estamos afuera de todos los libros, casi hasta de los libros de historia, porque la estamos recorriendo juntos, ustedes y nosotros”, les dijo. “Esta historia que nos pusieron en las manos primero nuestros hijos y después Néstor, que todavía no entendimos lo que nos dijo, qué nos quiso decir, pero sí sabemos que hizo que estallaran los corazones, los cuerpos, las manos y las cabezas de miles y miles de pibes que se sintieron incluidos en esta patria para hacer política: y éste es el mejor momento para las Madres, saber que parimos otros pibes.”
Poco después del homenaje que hicieron las Madres de Línea Fundadora sobre esa misma plaza, mientras las banderas de las agrupaciones políticas del kirchnerismo se desplazaban de uno a otro espacio para enlazar en ese gesto los dos escenarios, músicos llegados de todo el país se subieron al escenario en el que Hebe recorrió la historia de las Madres. “Una lucha que no sabe de descansos, que nunca tuvo tregua, que enfrentó los peores momentos”, dijo. Desde cuando “éramos tan tan pero tan poquitas, pero nos sentíamos tan pero tan grandes, porque siempre nos sentimos acompañadas por nuestros hijos”. O cuando recordó el rol político de Azucena Villaflor para intentar pensar cuándo empezaron: “Tal vez el click lo hizo Azucena en la parroquia Stella Maris donde nos atendía un obispo, monseñor (Emilio) Graselli, que era más milico que los milicos”, soltó. “Más hijo de puta que los milicos. El sabia todo: habíamos ido muchas veces, nos hacían dejar la cartera, nos revisaban... Milico, milico. Y Azucena dijo: ‘¡Basta! No vengamos más acá, éstos son unos hijos de puta. Hagamos una carta para Videla’. Y yo creo que ésa fue la creación, ahí en ese momento: fuimos a la Plaza, estuvimos ahí abajo del árbol, nos pusimos a firmar la carta, ya la historia la saben: pero esta Plaza siempre nos contuvo, siempre nos sostuvo.”
En ese mismo lugar, 35 años más tarde, la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo le entregó un pañuelo a Gabriel Mariotto, vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, como reconocimiento a su trabajo por la ley de medios. Con ese gesto convirtió a la ley en uno de los ejes del acto. Habló de los “piratas que ahora no llegan en barcos”, sino que “salen del campo y salen de algunos diarios que ustedes ya saben cuáles son”. Y exhortó a la Corte Suprema de Justicia a destrabar la aplicación de la ley. “Nosotras les demandamos a los jueces de la Corte desde esta plaza –dijo– que terminen con las cautelares; que no les tengan miedo a Clarín y La Nación, el pueblo entero los va a aplaudir, porque necesita tener más medios para poder comunicarse y aprender.”
Entre los cantos a los desaparecidos y el soy soldado del pingüino, una mujer le contaba a su hija, en brazos, el “Ohh yo soy argentina, soy soldadaaa, de Cristina”. Alrededor, termos de mate. Familias con niños. Hombres de sesenta y sobre todo abajo de las banderas concentradas adelante, cerca del escenario, y menos visibles atrás, muchos de esos pibes que desde el escenario en algún momento nombraron como de todos los sectores de la juventud peronista. En esa Plaza que cambia todo el tiempo. Donde algunas de las organizaciones van buscando desde hace tiempo la forma de quedarse a través de monumentos que se replican en la Plaza con forma de carpas o en el despliegue de cruces levantadas sobre una parte del jardín o en el anillo pintado de blanco que representa las rondas de las Madres. En esa plaza estaban las banderas sostenidas por cañas de La Cámpora, de Nuevo Encuentro, del Peronismo Militante. Había pibes con las remeras del Néstor Eternauta, pibas con las remeras del Juicio y Castigo a los culpables como aparece desde hace tiempo en que cada cuerpo aparece así como cuerpo político.
Casi al comienzo, una mujer logró conseguirse una bandera del “Ni un Paso Atrás” de la Asociación de las Madres. Una tarea difícil, no porque no hubiera, sino porque a Margarita Martínez en realidad le costó toda la vida llegar ayer a la Plaza. “Creo que la fuerza de ellas sacó a los militares del medio, la fuerza de ellas los hizo volar”, explicó. “Es la primera vez que vengo a la Plaza porque soy de la época de las cabezas lavadas: ustedes los jóvenes nacieron en democracia pero yo crecí con dictaduras, después de Perón las democracias siempre fueron muy débiles. Clarín era el que tapaba todo, era todo un engaño, nos decían por algo será: ¿sabés lo que cuesta cambiar esto cuando nos lavaron la estructura del cerebro? Yo lo voté a Aramburu, imaginate, lo adorábamos. Y después me puse a leer, un día escuché a Hebe en la radio y dije: ¡Y esta loca qué dice! Y ahora veo que está muy viejita, y me dije no puede ser que se vaya y yo le pueda dar un abrazo, por eso estoy acá.”
Eso es lo que pasaba con cada uno. Cada uno de los que estaba parado en la Plaza tenía una historia en esa lógica. Cada vida aparecía en diálogo con ese escenario. Mientras Margarita se agarraba a la bandera como quien busca cobijo, en el escenario, uno de los integrantes del Trío Humahuaca dedicó una canción a la “memoria de mi tío Lucho y de su compañera Lili López, que también murieron en el ’76”. La banda acercó saludos del Perro Santillán y de las Madres de Plaza de Mayo de Jujuy que “están tan silenciadas en una provincia –dijeron– en la que nos quieren hacer creer todavía que los desaparecidos se fueron de viaje, donde toda la oligarquía intenta tapar estas cosas”.
Entre las primeras líneas, Sebastián Padro estaba a cargo de una de las banderas de Peronismo Militante. De 22 años, sabía perfectamente que lo que estaba viendo era una imagen completamente distinta a las plazas de los ‘90 que recorrió con sus padres. “Estamos acá para seguir aprendiendo de la lucha de las Madres y reivindicando un día histórico”, dijo. “Hoy afortunadamente formo parte de un proyecto, pero es raro porque venimos a homenajear a los compañeros dentro de un proceso que avanza impresionantemente, porque hay muchos milicos presos. Yo iba de chico con mis viejos y era otro tipo de acto: esto no era lo mismo, en los ’90 eran jornadas de lucha, de protesta, hoy es distinto, hay que seguir, faltan los responsables civiles, pero se respira otro aire.” Y ahí, antes de que Hebe diga nada en el escenario, antes de que todo empiece, él hacía de contrapunto a lo que iba a venir: “Aparte nos resulta fundamental como juventud estar acá y calculo que a las Madres les pasa lo mismo: es un legado para nosotros de su lucha histórica. Creo que todos somos un poco hijos de ellas, ésta fue la lucha que se plantearon y que hoy estemos acá es directamente por responsabilidad de ellas. Tenemos que estar agradecidos como militantes de un proyecto democrático y popular”.
Entre ese ir y venir de voces traducidas, en el escenario presentaron a Pepe Cibrián, a quien Hebe convocó por su participación en la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario. Cibrián le hizo un homenaje a Federico García Lorca con el monólogo que hizo en el Congreso mientras se debatía la ley. Hebe marcó a continuación esa sanción como una victoria y recordó que entre las cosas pendientes está el derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo.
Guillermo Vaccarini, de la Martín Fierro, se preguntaba en un costado qué cosa era una bandera que decía No matarás. “Nos sentimos parte de esa resistencia que empezaron las Madres en este momento más esperanzador, es parte de lo que nosotros añorábamos en ese momento y las Madres fueron una columna moral.” Guillermo, de 44 años, de una generación ya nacida durante el golpe estaba ahí, entre esos otros muchos que se acercaron a darles las gracias y a tomar las banderas como busca hacerlo incluso aquella mujer que entró gracias a ellas por primera vez a la Plaza.
Fuente: Pagina 12


 

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