miércoles, 12 de febrero de 2014

La mordaza militar y la resistencia cultural. Una colección reconstruye la persecución a intelectutales, artistas y periodistas





09.02.2014 | Una colección reconstruye la persecución a intelectuales, artistas y periodistas
La mordaza militar y la resistencia cultural a la dictadura contadas en primera persona

La iniciativa reúne más de 110 testimonios personales sobre el ensañamiento del terrorismo de Estado. También refleja las formas, veladas y manifiestas, de batallar contra la opresión. Postales sobre  la censura y el exilio.   


Por: 
Gerardo Aranguren

 Casi todas las noches en Barcelona caminaba por Las Ramblas buscando algún teléfono descompuesto para poder hablar con cualquiera de acá”. Los recuerdos sobre sus años de exilio en Cataluña irrumpen en el pintor Juan Carlos Distéfano. La frase ilustra una de las seis postales de la colección ‘Cultura en dictadura’, de Memoria Abierta. A partir de más de 110 testimonios de intelectuales, artistas y periodistas, y de documentación de los archivos de la dictadura, Memoria Abierta reconstruyó en esta colección la persecución y censura durante el terrorismo de Estado. Pero ante esa represión, surgieron también lugares de resistencia donde grupos de artistas continuaron expresándose. “En todas las dictaduras siempre hay espacios de resistencia frente a la opresión”, resume la escritora Josefina Ludmer, en otra frase que da marco a la muestra. 
En la última dictadura, escritores, pintores, músicos y otros artistas fueron considerados peligrosos por sus ideas, sus obras, su militancia. Así, muchos fueron perseguidos, forzados al exilio, asesinados o desaparecidos. Algunos casos emblemáticos son los de Rodolfo Walsh, Francisco ‘Paco’ Urondo, Haroldo Conti y Héctor Germán Oesterheld.
Además de la persecución física, la dictadura prohibió obras de teatro, destruyó libros y censuró actores y músicos, como lo demuestran las listas negras encontradas en el subsuelo del Edificio Cóndor de la Fuerza Aérea y la documentación recolectada por Memoria Abierta de otros archivos de la dictadura. 
 “La represión a la cultura tuvo una expresión muy clara antes de la dictadura con la Triple A, que elaboró las primeras listas negras de artistas, y continuó en la dictadura. El exilio fue una marca fuerte, como la prisión o la muerte”, señala a Tiempo Argentino Alejandra Oberti, coordinadora del Archivo Oral de Memoria Abierta. Oberti explica que otra marca de la época fue la imposibilidad de trabajar para muchos artistas, algunos censurados explícitamente y otros cuya prohibición no era pública pero que ahora aparecieron en las listas negras halladas por el Ministerio de Defensa. 
La escritora Aída Bortnik, fallecida el año pasado, recordó en la entrevista con Memoria Abierta su relación con la censura. “Conseguí una entrevista con el mayor que tenía a su cargo el asunto y le planteé que necesitaba saber si seguía prohibida. ‘Usted está en una zona gris, así que puede trabajar un poco’, me dijo. Inmediatamente me llamaron de Canal 13 y ATC, y empecé a trabajar. Después firmé una solicitada por las Madres y me volvieron a prohibir. Tiempo después me levantaron la prohibición, luego volvieron a prohibirme y así hasta el ‘83”, contó la guionista de “La historia oficial” y columnista de la revista Humor.
Como lo señala la cita de Josefina Ludmer, si bien muchos espacios fueron cerrados por la represión, otros surgieron como resistencia. “La dictadura no reprime a una masa de seres informes, sino que si hay represión es porque todavía hay alguien resistiendo”, reflexiona Oberti. Y agrega “Muchos lugares funcionaron como lugares de resistencia, no entendiéndola como actos heroicos contra la dictadura sino espacios donde se podía seguir produciendo algunas cosas, se podía seguir hablando de determinados temas y que además funcionó como refugio personal para algunas personas”. 
Entre esos espacios de resistencia se destacaron casos como el movimiento de Teatro Abierto, en el teatro Picadero; y el circuito de librerías de Buenos Aires, donde circulaban libros prohibidos de manera clandestina o algunos músicos, como León Gieco, que continuó con sus giras por el interior para escapar a la censura. “Cuando llegábamos a los pueblos, ya desde mediados de 1980, yo decía: ‘Esta última canción, Sólo le pido a Dios, se la voy a dedicar a las Madres de Plaza de Mayo’, y tenía una recepción de terror y horror, un miedo profundo”, recuerda Gieco.
En primera persona. El escritor Ricardo Piglia devela su experiencia de vivir en la ciudad de Buenos Aires en tiempos de dictadura. “Al volver de Estados Unidos, después de un año salí a caminar y noté que los militares habían cambiado las señales de la ciudad. Había carteles que decían ‘Zona de Detención’, y tuve una sensación kafquiana, que algo se estaba blanqueando, que la gente ahí hacía cola para ser detenida. La sensación de que por fin la ciudad había tomado las características de un campo de concentración con sus zonas estructuradas me causó un impacto inmediato. Hay signos que no se saben cómo se constituyen que ayudan a hacer visible lo que está oculto”, analiza. 
Onofre Lovero fue uno de los integrantes de Teatro Abierto y habla la feroz persecución a los actores. “Durante la dictadura estábamos fundamentalmente prohibidos casi todos los actores. Pero el director del teatro Cervantes, Rodolfo Graciano, nos llamó. Era un actitud muy valiente”, señala, y agrega: “Los actores desaparecían, como cualquier hijo de vecino. Yo he sobrevivido pero podría haber estado en esa lista pero no me pasó nada. Eso sí, no volví a trabajar en televisión”.    «


“producimos recursos que contribuyen a los juicios”


Creado en 1999, hace más de 14 años que Memoria Abierta recolecta testimonios y custodia el patrimonio de los organismos de derechos humanos. En la actualidad, está integrado por la APDH, el CELS, la Comisión de Homenaje a las Víctimas de Vesubio y Protobanco, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Fundación Memoria Histórica y Social Argentina y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Al igual que muchos de sus integrantes, desde hace unos meses Memoria Abierta comenzó a funcionar en el Espacio de Memoria y Derechos Humanos (Ex ESMA), en el edificio de Familiares. 
“Casi todos los organismos que integran la Comisión Directiva de Memoria Abierta de alguna u otra manera se encuentran en este espacio. Representa también la oportunidad de estar a disposición, como lo estamos desde hace 14 años, de todas las iniciativas de memoria que están sucediendo hoy en este espacio”, explica Maria Alejandra Pavicich, a cargo del Desarrollo Institucional de la organización. 
 -¿Cómo es la actualidad de Memoria Abierta?
- Esta institución se creó con la urgencia de rescatar el patrimonio de los organismos, que estaba disperso y era inaccesible, de tomar testimonios a personas que por una cuestión de edad era posible que no estuvieran. Con esas prioridades se inició Memoria Abierta pero se fue tornando complejo: nosotros empezamos en impunidad y ahora trabajamos produciendo recursos que contribuyen con las causas (por delitos de lesa humanidad) como reconstruir el funcionamiento de los centros clandestinos. Esto no estaba en nuestros objetivos fundacionales y ahora se convirtió en una de las líneas principales de trabajo, así que la institución se ha ido adecuando al contexto y necesidades del proceso de memoria, verdad y justicia. Además ponemos a disposición la experiencia de esta institución en temas de archivo, trabajamos también a nivel regional en la coordinación de una Red de Sitios de Memoria en América Latina que hoy reune a 11 países y más de 30 instituciones.

Fuente: Tiempo Argntino




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