miércoles, 12 de marzo de 2014

Salta: Ayer se cumplieron 38 años del secuestro y asesinato del ex gobernador Miguel Ragone. El testimonio de Jorge Albrecht quien lo presenció el 11 de marzo del 76







Salta Jorge Albrecht. Testigo del secuestro de Miguel Ragone.

“Creo que los secuestradores de Ragone no me mataron porque no me vieron”

 Por Jimena Granados, El Tribuno



Pasaron 38 años pero hace poco que pudo cerrar el capítulo que se abrió en su vida el 11 de marzo de 1976, cuando fue testigo del secuestro de Miguel Ragone, único exgobernador que figura en las listas de desaparecidos.
Jorge Albrecht es médico y vivía en la calle Del Milagro al 100 en la década del ‘70. Estaba desayunando cuando un grupo interceptó, en la cuadra de su casa, al exmandatario, que era vecino de la zona y se iba a trabajar.

Desde la puerta de su vivienda, Abrecht vio cómo raptaban a Miguel Ragone en los días previos al último golpe de Estado. Por la desaparición del exgobernador, un militar y dos jefes policiales fueron condenados a prisión perpetua en octubre de 2011. 

Albrecht ayudó a Margarita Martínez de Leal, una mujer que trabajaba en el barrio y recibió un tiro cuando reducían a Ragone. También trató de asistir a un almacenero que había salido a ver qué pasaba y recibió dos balazos, pero ya había fallecido.

En una entrevista con El Tribuno, Albrecht recordó las horas de incertidumbre que vivió después del secuestro de Miguel Ragone, refugiado en una finca cercana a Cerrillos. “Creo que no me mataron porque no me vieron”, aseguró.

El médico también relató que, dos días después de que se llevaran al exmandatario, el entonces director de Seguridad de la Policía, Joaquín Guil, lo mandó a buscar para interrogarlo. Hace dos años, Guil fue considerado uno de los responsables del crimen de Ragone.

Estudioso de la historia y miembro de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Albrecht considera que el magnicidio fue producto de una cultura de la violencia que aún persiste en el país. También dice que contó lo que vio porque le parecía su deber, aunque en estas décadas fueron muchos los que le dijeron que tendría que haberse callado.

“La tristeza de haber presenciado un hecho de esta magnitud me sigue impresionando. Sigo pensando que los argentinos somos totalmente irreflexivos para actuar como se actuó”, lamentó, en un nuevo aniversario de la desaparición del exgobernador de Salta.

¿Cómo recuerda el día del secuestro? ¿Qué vió?
El hecho sucedió justo frente a mi casa. Yo vivía en la calle Del Milagro. Inicialmente, pensé que se trataba de un accidente porque comenzaron por chocar en el lateral izquierdo el auto en el que iba Miguel Ragone. Yo no sabía de quién se trataba hasta ese momento. 
Salí a ver qué pasaba. Serían las ocho y cuarto de la mañana. Me encontré con el doctor, que estaba adentro del auto todavía. Dos personas que habían llegado en otro vehículo se pararon detrás de él y se bajaron. Yo supuse que era para ayudarlo, como sucede en todo accidente.
Pero en el momento mismo en que se acercaron al auto, vi que lo hacían con violencia. Abrieron la puerta de adelante, donde él estaba sentado y lo atacaron. 
Ahí pasé a la segunda idea, que era que alguien se había enojado por el choque y había resuelto agredirlo. 
En principio, mi idea era decir que yo era médico y ofrecer ayuda. Cuando vi esa violencia, ya no lo hice.
¿En ese momento ya sabía que se trataba de Miguel Ragone?
 No. Nunca supe que era Ragone, hasta horas después. Me quedé en la vereda parado, mirando, y empezaron los disparos de armas de fuego dentro del vehículo. En ese momento me pude dar cuenta de que se trataba de algo más grave, pero no pensaba que era un secuestro. 
Entonces entré de nuevo a mi casa y me instalé atrás de la ventana para mirar cómo seguía. Lo cierto es que pude ver que, al conductor, lo pasaron al asiento de atrás. Los atacantes iniciaron la huida en el auto de Ragone. El vehículo de atrás salió con ellos.
En la siguiente esquina estaba el almacén de (Catalino) Arredes. En el momento de pasar por ahí se oyeron dos disparos y este señor, que estaba en la vereda observando, cayó muerto con dos tiros en el pecho. 
A partir de ese momento se produjo un silencio sepulcral en la calle y yo me quedé absolutamente anonadado porque acababa de ver dos asesinatos.
Estaba en ese estado de conmoción cuando me tocan la puerta del consultorio. Abro y era la chica (Margarita) Martínez, que trabajaba en la empresa Betella, al frente de mi casa. Venía con el brazo sangrando. La atendí y vi que tenía una herida de bala. Le hice un vendaje con los elementos que tenía en el consultorio y la llevé en mi auto al hospital.
Al pasar por donde estaba caído Arredes también paré para ver si lo podía ayudar. Pero ya estaba muerto. 
Cuando regresé, una media hora más tarde, me encontré con que estaban todos los vecinos de la cuadra reunidos y conversando sobre lo que había pasado.
¿Tuvo miedo por ser testigo del secuestro de un exgobernador?
Era el testigo que quedaba, porque el otro era Arredes y lo habían matado. Y creo que a mí no me mataron porque no me vieron. Yo estaba como dando la espalda a los agresores y ellos en ese momento estaban muy preocupados por atacar a Ragone. 
En esas circunstancias, probablemente, no me vieron. Uno puede pensar que podía haber terceras y cuartas personas vigilando el área. A eso no lo sé. 
Con respecto al temor... uno está acostumbrado a ver tiros en películas pero verlos en la realidad es totalmente diferente. Y además está el temor de lo que va a venir detrás, porque un hecho así no queda en una anécdota.
¿Sufrió amenazas?
No. Nunca. Pero esa misma tarde estaba la Policía Federal en mi consultorio preguntando qué había pasado y pidiendo referencias. 
Con la conmoción que tenía, decidí quedarme unos días en una finca ubicada a dos kilómetros de Cerrillos. Dos días después apareció, como a las nueve y media de la noche, un vehículo con personal de civil. Decían que eran de la Policía y que me venían a buscar.
Salí y me dijeron que tenía que acompañarlos. Pregunte por qué y me dijeron que tenían orden de la Policía Central de llevarme a Salta. Quise buscar mi billetera y mis cosas pero no me dejaron y me metieron en el vehículo.
Salimos de la finca. Primero llegamos a Cerrillos, donde estuvieron un rato. Yo escuchaba que hablaban por radio y decían: “Ya detuvimos a Jorge Albrecht”. 
Yo me preguntaba qué estaba pasando, si estaban pensando que yo era cómplice. Finalmente me llevaron a la Central de Policía y ahí me contacté con el comisario Joaquín Guil.
Él me preguntó sobre los hechos y yo conté lo ocurrido. Me dijo que volviera el lunes a hacer una declaración testimonial y ordenó que me llevaran nuevamente a la finca.
A partir de ahí, prácticamente no se habló de la cuestión. Pasaron los años, vinieron los gobiernos democráticos y se empezó a hacer una investigación. Cuando detectaron que yo era testigo, me empezaron a citar.
Joaquín Guil fue uno de los culpables, de acuerdo con la sentencia.
Eso ya es un tema de la investigación.
¿Llegó a ver la cara de los secuestradores?

No. Del auto que paró atrás del de Ragone, salieron dos personas. La que lo atacó por la puerta izquierda me estaba dando la espalda. Y el que lo atacó por la puerta derecha estaba del otro lado del auto y tampoco le veía la cara.
Después, el auto de Ragone apareció en Cerrillos. La impresión que tengo es que él trató de defenderse.
¿Conocía a Ragone?
Sí. En muchas oportunidades estuve con él en su clínica, la Cruz Azul, por nuestra profesión. Como médico, él era una persona muy querida. Trabajaba mucho. Se dedicaba mucho a su actividad de neurólogo y, evidentemente, tenía muy buena relación con sus pacientes.
¿Sigue viviendo en la misma casa?
No, pero la casa sigue siendo de mi familia. Ahí vivía y tenía mi consultorio. Estaba desayunando en ese momento. 
¿Qué edad tenía usted?
Unos 28 años. Mi hijo menor tenía un año y el mayor siete años.
¿Cómo lo marcó lo que vivió?
Sin dudas, impacta. Y todos los acontecimientos posteriores, como el juicio, a uno le van regrabando la historia. 
¿Ragone se movía con custodia?
No. Estaba solo, por lo menos en ese momento. Nunca lo ví con guardaespaldas. 
¿Sospechaba todo lo que iba a venir después... violencia, secuestros, desapariciones...?
Se sabía de la actividad de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), que era manejada por José López Rega.
En Argentina todavía no aprendimos que las confrontaciones políticas no se pueden hacer a las trompadas. Se tienen que hacer poniéndose de acuerdo.
¿Qué hizo después del secuestro?
Me fui a Cerrillos. Ahí tenía una casa mi mujer. Sentía que ahí podía estar un poco más seguro pero no era así. Era una sensación ficticia.
¿Se sintió aliviado después de declarar en el juicio por la desaparición de Miguel Ragone?
Me sentí liberado porque me dijeron que era la última vez que iba a tener que declarar. Pero no es lo mismo que aliviado.
La tristeza de haber presenciado un hecho de esta magnitud me impactó y me sigue impresionando. Sigo pensando que los argentinos somos totalmente irreflexivos para actuar como se actuó. Desearía un país con mayor diálogo, apertura y disponibilidad intelectual... con menos agresividad. 

Gobernó poco más de un año

Miguel Ragone se recibió de médico en 1948 y fue el último gobernador electo de Salta antes del golpe de Estado de 1976. 
Es el único exmandatario desaparecido como consecuencia del terrorismo de Estado que comenzó a vivir el país antes de dictadura que se extendió de 1976 a 1983.

Había nacido en una familia de origen humilde en Tucumán en el año 1921.
Lo eligieron gobernador con el 57 por ciento de los votos en marzo de 1973, tres años antes de que lo asesinaran.

Su gobierno duró un poco más de un año porque en noviembre de 1974 la Presidenta Isabel Martínez de Perón ordenó intervenir de la provincia. Después de eso, siguió trabajando como profesional de la salud.
Por su relación con los pacientes y su claro interés por los sectores más humildes y vulnerables, lo apodaron el “médico del pueblo”.También fue secretario del ministro de Salud Ramón Carrillo.

La condena de la Justicia 



En octubre de 2011 la Justicia Federal condenó a prisión perpetua al exjefe de la Guarnición Salta del Ejército, Carlos Alberto Mulhall, el exjefe de la Policía, Miguel Raúl Gentil, y el exdirector de Seguridad de la fuerza de seguridad, Joaquín Guil, por el crimen del exgobernador Miguel Ragone.
La sentencia también se dictó por el asesinato de Catalino Arredes, el almacenero al que le dispararon porque había visto el secuestro, y las heridas a Margarita Martínez, una trabajadora del barrio que también recibió un tiro cuando se llevaban al exmandatario.

Los restos de Miguel Ragone nunca aparecieron. Solo encontraron el auto en el que iba cuando lo raptaron. El vehículo estaba en Cerrillos.
También fueron condenados a dos años de prisión en suspenso los policías Pedro Javier Herrera y Nelson Rubén Herrera por el caso.

Aún está pendiente un segundo juicio para analizar la responsabilidad de otros cómplices.

La reconstrucción del secuestro

En 2006 se realizó la reconstrucción del secuestro del exgobernador Miguel Ragone como parte de la investigación judicial sobre el caso.
La teatralización, con actores, vehículos y vestimenta de la época, se hizo por orden de la Justicia Federal.

El 11 de marzo de 1976, el exmandatario salió en auto de su casa cerca de las 8 de la mañana con rumbo a su trabajo en el Hospital San Bernardo.

A los pocos metros, lo interceptó un vehículo del que bajaron dos personas y lo atacaron. Luego lo pasaron al asiento de atrás y se lo llevaron. Desde entonces no volvió a saberse de él.
En el camino, los secuestradores asesinaron a Catalino Arredes, el almacenero del barrio que había salido a ver qué pasaba. También hirieron a Margarita Martínez, que trabajaba en una empresa de la zona.
Todo ocurrió en la calle Del Milagro, cerca del monumento a Martín Miguel de Güemes y el Club 20 de Febrero. 

El auto del exgobernador

El Peugeot 504 que manejaba Miguel Ragone la mañana del 11 de marzo de 1976, cuando lo secuestraron, apareció después en Cerrillos.
Al vehículo lo encontraron en una zona conocida como el matadero, pero al cuerpo del exgobernador nunca lo hallaron.
El Peugeot tenía una abolladura en la puerta izquierda porque los secuestradores lo habían chocado para lograr que Miguel Ragone se detuviera.

El exmandatario no tenía custodia y estaba solo cuando se lo llevaron, pese a que ya había recibido información de que podía correr peligro.
El secuestro se realizó en minutos y en el asfalto quedó tirado uno de los mocasines que usaba el exgobernador.

Su viuda, Clotilde Suárez de Ragone, todavía tiene la esperanza de que aparezcan los restos. La mujer nunca volvió a casarse, tiene 93 años y hace poco estuvo internada por un accidente cerebrovascular.
Fuente: El Tribuno

La agencia de noticias de DH se edita desde 2007. Marcho con tu rostro y llevo en mi memoria tu proyecto politico



La agencia de noticias de DH se edita desde 2007. Marcho con tu rostro y llevo en mi memoria tu proyecto politico

No hay comentarios:

Publicar un comentario