domingo, 16 de marzo de 2014

Stella Segado, directora de ddhh del ministerio de defensa: ·"Estos hallazgos abren un monton de puertas"





Por: 
Franco Mizrahi y Gerardo Aranguren


  Apesar del paso de los años, las huellas de la burocracia que puso en movimiento el terrorismo de Estado aún pueden encontrarse en los recovecos menos pensados de los edificios militares. El jueves, la sociedad vivió un ejemplo de ello, cuando el ministro de Defensa, Agustín Rossi, difundió el hallazgo de unos 7000 legajos de personas que estuvieron detenidas en el penal militar de Magdalena entre la década del '50 y mediados de los '90. Entre aquellos documentos se encontraron muchos de civiles apresados durante la última dictadura. Se trata del segundo archivo sensible revelado por las Fuerzas Armadas. El primero fue un nutrido corpus de la Junta, que se encontraba lleno de polvo en un subsuelo del Edificio Cóndor, sede la Fuerza Aérea. En esta ocasión, el material fue hallado en la cárcel de encausados de Campo de Mayo a fines de diciembre. "Hay información administrativa que no se puede borrar. Se pueden quemar informes de inteligencia pero a la larga se terminan reconstruyendo", aseguró a Tiempo Argentino la directora nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Defensa, Stella Segado. 
"Los legajos aparecen (en Campo de Mayo) porque el año pasado después de la fuga de los represores (Jorge) Olivera y (Gustavo) De Marchi del Hospital Militar Central, todos los presos que estaban en la cárcel de encausados de Campo de Mayo (a cargo desde 2006 del Servicio Penitenciario) se fueron trasladando a Marcos Paz. Cuando se entrega definitivamente la cárcel se encuentran los legajos dentro de una habitación. En el medio de la mudanza, había sucedido lo del Edificio Cóndor y la posterior resolución del Ministerio de Defensa instruyendo a los jefes (de las fuerzas) de que busquen documentación en lugares no habituales", explicó Segado. "Al ver de lo que se trataba, el jefe del Ejército, César Milani, le comunica al ministro (Agustín Rossi) el hallazgo, quien me pidió que fuera a ver el material. Nos encontramos con una impresionante cantidad de legajos", afirmó la funcionaria a este diario. 

–¿Cómo estaban guardados los documentos?
–Estaban bastante ordenados en una piecita cerrada como si fuera un garage, como si hubieran construido un lugar para guardar eso. Hasta ahora, lo que estamos viendo es que son todos (presos del penal) de Magdalena, pero creemos que en ese montón deben estar también los de Campo de Mayo.
–¿Son 7000 legajos?
–Estimamos que sí. Y al menos 300 corresponden a civiles. Lo  interesante es que los legajos de Magdalena comienzan con presos de 1950. Hay muchos presos que eran militares peronistas que fueron detenidos después de la (Revolución) Libertadora. Y llegan hasta la década del '90. Todos los que fueron detenidos por delitos de lesa humanidad en los años '90 también estaban ahí: está el legajo de (Jorge Rafael) Videla, (Reynaldo) Bignone, porque todos estuvieron primero en Magdalena  y después pasaron a cárcel común. Así que el material es muy interesante porque es todo el transcurso de la historia. Otro dato ilustrativo es que en una cárcel que era destinada a militares entre 1976 y 1983 hubo civiles, no en los otros años. Esto habla también de una situación fuera de lo normal para la cárcel, que se usó como un centro de detención. Creo que el penal de Magdalena se utilizaba como un lugar de legalización (de los secuestrados por la última dictadura). Así es que pasaron por allí (Jacobo) Timerman, (Rafael) Ianover, (Lidia) Graiver, todos provenientes de un centro clandestino de detención.
–¿Cómo es el contenido de los legajos?
–En general, todos tienen fotos y datos personales del preso y la familia; las credenciales que les daban a los que iban a visitar al preso. También hay cartas del detenido solicitando que alguna persona que no fuera del círculo familiar pudiera visitarlo.
–Es como un registro de su paso por ahí.
–Claro. El legajo de (Julio César) Urien tiene mucha documentación, más que lo que tienen los otros. También figura con quién llega preso. En el caso de Urien, se menciona que entra con (Mario Guillermo) Galli. El de (Jorge Alberto) Taiana tiene cosas muy emotivas: hay varias cartas de alguien que se llama Lino Mestroni (ojalá haya algún familiar). Era maestro, fue el primer bibliotecario de bibliotecas escolares y fue maestro de Taiana. Entonces le escribe cartas al director del penal solicitándole ver a Taiana porque había sido su mejor alumno. Habla maravillas de Taiana. Se ve que el director no le contestaba, entonces le escribe nuevamente. La cosa es que hay un montón de cartas y en una de las últimas, queda claro que ya fue a visitarlo. En esa carta, insiste en que quiere verlo otra vez. Tiene un nivel de ternura muy grande. Yo igual creo que, tal vez, era un compañero que iba a pasarle datos. Es muy emotivo igual el legajo de Taiana.
–¿Cuál es el valor que le otorga a la documentación encontrada?
–Queda claro cuál es el valor simbólico que tiene, pero también sirve como valor probatorio. Hay muchos legajos de conscriptos que estaban presos por ser testigos de Jehová y hay una causa judicial de testigos de Jehová, por lo que esta documentación puede ayudar a demostrar que estuvieron presos cuando hacían el servicio militar porque eran objetores de conciencia. En algunos casos estuvieron presos cuatro años. Es decir que puede servirle a la gente que se ha presentado en leyes reparatorias y necesita demostrar que fue presa (en dictadura) y no sabe las fechas en que entró y salió. O en el caso de Timerman o cualquiera que estuvo preso legalmente, para poder demostrar que estuvo preso antes de forma clandestina. Nosotros, en la dirección, recibimos muchas presentaciones y teníamos una hace un año, la de un soldado voluntario que estaba pidiendo una pensión. Él decía que había sido perseguido por peronista y por eso lo habían echado de la fuerza. Buscábamos, pero no encontrábamos información de aquel soldado. Como estuvo preso en Magdalena, apareció su legajo entre el montón. Ahora va a poder hacer el reclamo en el Ejército para que le paguen una pensión. Desde lo reparatorio, lo judicial, es importante. Además de que irán surgiendo novedades a medida que avancemos en el análisis de la información.
–De los 7000 legajos, ¿se sabe cuántos pertenecen al período 1976-1983?
–No, todavía no sabemos. Tenemos que diferenciar los civiles de los militares. 
–Con el antecedente del Cóndor y ahora este hallazgo: ¿cree que seguirán apareciendo documentos?
–Nosotros siempre estamos buscando. El equipo (de investigación de la dirección) funciona pensando en que la reconstrucción es la reconstrucción de la burocracia (de la última dictadura militar). Se trata de una cuestión metodológica. De todas maneras, cada vez que aparece documentación como esta, se abren un montón de otras puertas. La información que se halló en el Cóndor nos permitió entender algo por dónde nunca habíamos andado: las secretarías generales. Ahora tenemos muchas puntas para continuar la reconstrucción burocrática (del terrorismo de Estado). Por lo que sí, creo que seguirán apareciendo documentos. Es muy difícil borrar la burocracia. Hay cosas administrativas que no se pueden borrar. Se pueden quemar informes de inteligencia, pero a la larga se terminan reconstruyendo. Cada vez que se hacía un informe de inteligencia, se enviaban copias a toda la comunidad informativa: a la Dipba (Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires), a la Prefectura, a la Policía. Si seguimos trabajando en esos archivos, vamos a terminar reconstruyendo el informe inicial. Hay muchos documentos que son imposibles de borrar. 

Fuente: Tiempo Argentino





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