martes, 15 de abril de 2014

Salta: Causa Metan:Los policias citados como testigos como siempre con... amnesia. Nuevas denuncias sobre quienes ejercieron la represión



 DEL VALLE - PÉRELLO - SORAIRE -MEDIN


Testigos señalaron a policías que
 ejercían el terror en Metán 

Por Elena Corvalan

Con matices, los testigos no policías que declararon ayer en la Causa Metán, por delitos de lesa humanidad cometidos en el sur de la provincia, señalaron a los policías retirados Rafael Rolando Perelló, Andrés del Valle Soraire y Eduardo del Carmen del Valle como los ejecutores del terrorismo de Estado en esa localidad.
Siete testigos declararon en la tercera jornada del sexto juicio oral y público que se lleva a cabo en Salta por hechos del terrorismo de Estado. Los tres testigos policías abundaron en falta de memoria, igual que un cuarto testigo, que era inspector de tránsito municipal. Sus dichos contrastaron con los de los tres últimos testigos, que aportaron abundante información para armar el rompecabezas de la represión en el sur de Salta.
(Perelló y Del Valle) siempre andaban juntos; se lo veía más a (Del) Valle en distintos lugares. Eran ellos los que llegaban a las casas, que siempre lo hacían de noche”, contó la docente Susana Ramos, que a la edad de 14 años presenció el secuestro de su vecino Hugo Armando “Tuqui” Velázquez, presidente de la JP metanense y al que admiraba por el trabajo social que realizaba. Ella misma vio a Perelló en este operativo, lo identificó después por dichos del padre de “Tuqui”, Telmo Velázquez, quien contó que a su casa “han entrado Perelló y todos sus secuaces han hecho oprobio”. Velázquez, de poco más de 20 años, fue secuestrado el 7 de mayo de 1976, estuvo detenido en la Comisaría de Metán, desde donde se pierde su rastro.
Junto a los ex militares Carlos Alberto Mulhall y Miguel Raúl Gentil y el policía retirado Marcos Honorio Medina, Soraire, Perelló y Del Valle están siendo juzgados por crímenes perpetrados en 1976 y 1977, en perjuicio de 12 personas. Del Valle, que era policía de tránsito y estaba a cargo de la Dirección de Tránsito Municipal, es sindicado como un personaje emblemático de la represión, que aprovechaba su cercanía con la Comisaría de Metán para participar de sesiones de tortura.
El testigo Luis Paz afirmó que en Metán vivieron una etapa de terror “por todos los abusos que hacía esta gente de noche, los allanamientos, las golpeadas, todo”. Antes había recordado que poco antes de su secuestro definitivo, Velázquez había sido detenido en la calle por Del Valle, Perelló, Soraire y otro policía, posiblemente Máximo García, lo habían llevado al costado de un río y lo habían golpeado exigiéndole que contara “quiénes eran los zurdos” en Metán. Y el día del secuestro de Velázquez su casa fue allanada por un grupo armado que integraban también Del Valle, Soraire, Perelló  y un tal Millán, revolvieron todas sus cosas, los golpearon e insultaron y se llevaron “del cabello” a su madre, Severina Pérez. “Del Valle me la llevó, la llevaron presa. La han maltratado verbalmente, la han golpeado” de tal manera que aún hoy, a sus 84 años, le teme a los policías, sostuvo el testigo.
Los Paz también eran militantes de izquierda. Severina era peronista, pero su hijo Mario  Paz militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y en su brazo armado, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Los recuerdos de los militantes del sur provincial dan cuenta de que en el territorio había poca diferenciación entre militantes del peronismo de la tendencia y del PRT, a tal punto que Luis Eduardo Risso Patrón, un referente del PRT en la zona, y la gran mayoría de los militantes de este partido, en 1973 integraron listas con el peronismo y acompañaron el triunfo del ex gobernador Miguel Ragone, a la postre otra víctima del terrorismo de Estado.
Aunque hasta ahora ningún testigo pudo ubicar a Del Valle en la acción de la tortura, los policías retirados Zenón Luna y Bartolomé Rosales mostraron una punta del ovillo al recordar que solía ir a la Comisaría “a hablar con los jefes” y a tomar cafés en el casino policial.


“Se sabía que algo
le había pasado”

La última testigo de la jornada, Aurora Mercedes Campos, era la mujer de Velázquez. En medio del llanto del público, compuesto por mayoría de metanenses, enumeró la larga lista de acciones que llevó adelante en procura de conocer datos de su marido. La misma tarde del secuestro  empezó a averiguar: fue a ver al sacerdote Tejerina; luego al comisario Eduardo Zona (ya fallecido), que la amenazó con encerrarla si no dejaba de preguntar; vio entonces a otro comisario, Echenique; volvió a Tejerina, que la mandó al obispo Mariano Pérez, que la derivó a un coronel del Ejército; mientras tanto, cada día, llevaba comida y abrigo a su marido, en la Comisaría de Metán; un día le permitieron verlo por cinco minutos, al día siguiente lo trasladaron; habló con el interventor municipal, el capitán Valenti Figueroa, quien le arregló una cita en el Regimiento, a la que no concurrió “porque me dio miedo”; le escribió al ministro del Interior, Albano Arguindeguy, obtuvo una cita pero tampoco asistió, por temor; le escribió a la Cruz Roja; fue a la Central de Policía, donde le mostraron un acta de libertad de su marido. Entonces dejó de buscarlo porque “se sabía que algo le había pasado”. Luego un comentario vino a confirmar sus temores: una tal Mercado, que era cajera municipal, había escuchado cuando golpeaban a alguien en la Comisaría y creía que se trataba de su marido, porque al día siguiente ya no estuvo.



“Nunca digás nada”

El 7 de mayo de 1976 Susana Ramos tenía 14 años. Ese mediodía presenció el secuestro de Hugo Velázquez, algo que mantuvo en silencio hasta que la democracia cumplió 30 años. Recién entonces se animó a contar la experiencia que, en sus palabras, la marcó para toda la vida. Y recién ayer declaró por primera vez en una causa judicial.
Vivía al lado de la casa de Velázquez, que trabajaba en la municipalidad de Metán. Pasadas las 13 estaba leyendo en el portal  de su casa cuando llegaron unos hombres en una camioneta azul, que reconoció como de la Policía, a pesar de que no tenía leyendas. Un hombre le preguntó dónde vivía Velázquez, como enfrente vivía otro Velázquez también empleado municipal, ella retrucó con otra pregunta, lo que pareció fastidiar al hombre, le quitó el libro, lo hojeó y le ordenó: “ándate adentro”.
Ella obedeció en parte y abrió un postigo para seguir mirando, del otro lado de la calle una vecina le reforzó la recomendación indicándole por señas que lo iban a detener a “Tuqui”. Susana entró pero trepó a una higuera y subió al techo, desde donde alcanzó a ver la galería de los Velázquez, al padre de “Tuqui” y a su hijito, y afuera los hombres. Bajó y salió a la calle: vio que dos policías llevaban a su vecino, “iba esposado, pantalón corto, chinelas y la parte de arriba con la camisa del trabajo”, contó esforzándose para trabar el llanto. “Le ví la cara a ‘Tuqui’, creo que la última cara que vio fue la mía. Lo vi. Esa mirada, como diciendo ‘volvete’. Me volví, quedé en silencio”, recordó.
“No digás nada, nunca digás nada”, le recomendaron luego sus padres. Más tarde volvió a recibir la advertencia, de boca de un vecino almacenero. Y se calló, “era horrible quedarse callado”. “Creo que hasta anoche quedé trabada en esas cosas. Quedé estancada desde los 14 años”, sostuvo Susana. Después contó que anteanoche no durmió y que tras declarar se siente liberada, y que espera que se haga justicia.

Le cerró la puerta
Susana Ramos aportó datos también en referencia al tiroteo del que fueron víctimas los hermanos Ángel y Carlos Toledo, el 22 de septiembre de 1976, en pleno centro de la ciudad de Metán.
Contó que por un odontólogo que vivía en la misma cuadra, sobre la avenida 9 de Julio, supo que por esa calle “siempre rondaba (Eduardo del) Valle)” y que poco antes del atentado el automóvil modelo Chevy blanco en el que andaban los asesinos fue visto sobre la calle Mitre, cerca de la 9 de Julio.
También contó que un tal “Negro” Porcel, que era empleado en el cine Radar, le confió que cuando huía de sus atacantes Ángel Toledo intentó ingresar al cine pero que él se lo impidió trabando la puerta con el pie.
Los fiscales Francisco Snopek y Juan Manuel Sivila ya pidieron el testimonio de Porcel. 

Fuente: Agencia de Noticias DDHH




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