miércoles, 28 de mayo de 2014

Salta:Testigos revelan que NIÑOS DE TRES AÑOS fueron victimas de la represion en la dictadura en Metan







Testigos dieron detalles de la aplicación del terror en Metán

“Me levanta la sábana
 con la ametralladora”


Por Elena Corvalan

Seis de los ocho testigos que declararon ayer en la continuidad de la Causa Metán, en la que se investigan delitos de lesa humanidad cometidos en el sur de la provincia Salta, describieron las persecuciones, el hostigamiento, los allanamientos a deshoras de la noche y abusos a los que fueron sometidos por miembros de la Policía de la provincia, de cuyos operativos no quedaban a salvo ni los niños de tres años. Tres testigos contaron haber despertado con armas en sus rostros.
Otra vez fueron señalados los policías Rafael Rolando Perelló y Eduardo del Carmen del Valle como partícipes de estos hechos, además de otros policías, como el inspector Echenique. Este era quien comandaba al grupo de unos 20 policías, entre ellos Del Valle y Perelló, que la madrugada del 4 de mayo de 1976 rodeó la casa de los Núñez, entró a patadas y detuvo a cuatro hermanos, tres (junto a un primo, Juan Núñez, que fue detenido en Rosario de la Frontera) recuperaron la libertad en días subsiguientes, Pedro Francisco Núñez quedó detenido y fue desaparecido.
Juan Carlos Núñez tenía 16 años, esa madrugada despertó con un arma en la cabeza. En calzoncillos Echenique lo golpeó y lo obligó a buscar su documento con la boca, manteniendo las manos detrás de la nuca, luego lo sacó al patio, donde esperaban sus hermanos, ateridos. Con apenas los pantalones puestos, los llevaron a la Comisaría de Metán, donde quedaron de pie, las manos en la nuca, mirando a la pared. Oscar, el último de los hermanos en salir, que ayer declaró por videoconferencia desde Buenos Aires, recordó que vio a Pedro en la Comisaría: “tenía la nariz y los labios lastimados”.
Lo que vino después obligó a la separación de la familia: mientras los padres iban de la Comisaría de Metán a la capital provincial, sin recibir información de Pedro, los hermanos libres eran sometidos a una persecución que alejó a los amigos y los obligó a exiliarse. “Salíamos y éramos detenidos por averiguación de antecedentes, a pesar de que nos conocían a todos”, contó Juan Carlos. Los cuatro hermanos militaban en la organización vecinal, y Pedro militaba además en la JP.
Ahí militaba también Mario Monasterio Sánchez, desaparecido el 28 de enero de 1976. Su prima, María Eva Sánchez, que entonces vivía con él en la casa de los abuelos Fernando Sánchez y María Santos Ordóñez, describió la última visión que conserva de él: “Mario pasa y alguien le pregunta, creo que era mi abuela, ‘¿comiste Mario?’ Y dice: ‘sí, una salchicha’. Al rato pasa y dice ‘me está persiguiendo el auto ése’”. Por la ventana María Eva vio un auto y rogó: “Mario no salgás”. Mario encaró hacia su habitación, que tenía salida independiente. Al día siguiente notaron su ausencia.
La familia de Fernando Sánchez Arreyes sufrió 4 allanamientos antes del secuestro. “Recuerdo siempre la violencia, la brusquedad, el maltrato verbal. Yo tengo aún hoy el sonido del peso de los pasos”, de las cosas arrojadas con violencia; una vez un policía le levantó “la sábana con la ametralladora”, recordó la testigo. “Después quedábamos como devastados, no hablábamos”. El grupo de tarea cortaba las calles y entraban por los fondos, a veces con reflectores. El último allanamiento fue al mediodía de la desaparición de Mario: lo encabezó el policía Mario o Hernán Coronel, de traje y arma en mano.
José Bustos, amigo y compañero de militancia de Monasterio, contó que el joven había sido detenido y torturado antes de la desaparición. Dijo que él mismo fue seguido constantemente y fue detenido en 1981, oportunidad en que la policía allanó su casa y sacaron a su padre “a las patadas. Mi sobrino, de tres años, lloraba y lo agarraba a mi papá”.
En 1978 Antonio Navarrete trabajaba en la finca de donde fue secuestrado Orlando Ronal Molina. También tuvo un despertar violento: le envolvieron la cara con una sábana, asfixiándolo, lo interrogaron sobre Molina, lo maniataron y lo golpearon. Tardó una hora en liberarse y buscó a los obreros que habían quedado en el monte, adonde los atacantes los habían obligado a meterse, antes de llevarse a Molina: “Ellos no querían salir, ‘se metamos en el monte’, decían, y se metieron como tres horas, tenían miedo de que vuelvan y los maten”, contó el testigo.

Piden la inmediata
detención de Del Valle

El fiscal federal Francisco Snopek pidió ayer al Tribunal Oral Federal de Salta que se ordene la inmediata detención del ex director de Tránsito de Metán Eduardo del Carmen del Valle. El Tribunal prefirió dejar la decisión para más adelante.
La solicitud (una reiteración de otra realizada por vía escrita) se hizo luego de que declarara Carmen Gladis Vázquez, una comerciante de Metán miembro de una familia que sufrió la persecución terrorista del Estado durante los años 70.
Vázquez relató que Del Valle fue a su comercio en noviembre o principios de diciembre de 2013. Además de sugerir una amenaza, “¿te acordás de mí?”, para entonces estaba con prisión domiciliaria, por lo que no debía abandonar su casa. Vázquez dijo que en aquel tiempo no sabía que Del Valle estaba en esta situación y por eso no denunció el hecho antes. Dijo que en realidad tomó conciencia de esta situación cuando comenzaron los testimonios en el juicio que se lleva a cabo en el juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en el sur de la provincia, en el que ex director de tránsito y policía es uno de los principales acusados.


Un asado para infiltrarse

Oscar y Juan Carlos Núñez sostuvieron ayer que el oficial de Policía Rafael Perelló hizo tareas de inteligencia antes que del operativo en que fueron detenidos y su hermano Pedro fue desaparecido.
Oscar contó que Perelló “estuvo esa semana” en la casa del mecánico Juan Navarro, que era vecino. “Iba todos los días con el pretexto de hacer arreglar el auto y era para vigilar. Se hizo de todos los muchachos de la cuadra, hablaba con todos. Incluso pagó asados para ganarse la confianza de los pibes de la cuadra y después no volvió más”, contó.
Navarro, ya fallecido, era esposo de Ramona Rosalía Rueda de Navarro, que ya ha sido sindicada como colaboradora de los represores. En la misma cuadra hubo un operativo en la casa de la familia Ortega, en el que fueron desaparecidos los hermanos Luis y José. 

Fuente; Agencia de Noticias DDHH



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