martes, 8 de septiembre de 2015

Juicio de Lesa Humanidad a Marcos Levin


Lesa humanidad: juicio a Levín
 
“Creo que tenían una lista de
 los que iban al Sindicato”
 
Un testigo ratificó ayer que en 1977 fue torturado en la Comisaría 4° y obligado a firmar una declaración cuyo contenido desconocía, bajo amenaza de hacerlo desaparecer. Acusó a los policías Víctor Hugo Bocos, Enrique Cardozo, Flores y Figueroa. Y dijo que vio en la Comisaría al empresario Marcos Jacobo Levín, de quien dijo que tenía un gran poder e “impunidad”. Dijo que lo interrogaron por la Unión Tranviarios Automotor (UTA), por lo que cree que “tenían una lista de todos los que concurrían al Sindicato” y los detuvieron.
“Yo no sé si él (por Levín) nos habrá hecho pegar, pero de que estábamos ahí por la denuncia que él hizo, estoy seguro”, afirmó Carlos Lídoro Aponte. En 1977 tenía 22 o 23 años y trabajaba en la transportista La Veloz del Norte. Una denuncia de Levín lo involucró en una presunta estafa a la empresa.
Aponte abrió la lista de solo tres testimonios que se escucharon ayer en el juicio por delitos de lesa humanidad a Levín y los policías retirados Bocos, Cardozo y Víctor Hugo Almirón, por la detención ilegal y los tormentos a Víctor Manuel Cobos, que era empleado de La Veloz y era delegado gremial. En 1977, luego de una medida de fuerza, una veintena de trabajadores de la transportista fueron detenidos, acusados por Levín. Tras la intervención policial, la lucha obrera se desarticuló.
Aponte fue uno de los acusados. Espontáneamente se presentó en la Comisaría 4°. Ni bien entró encontró a un compañero, Báez, esposado, la cara contra la pared, llorando. Quiso saber qué le pasaba, pero Flores le dio una cachetada. Lo guió atrás, le puso una capucha y lo llevó a una pieza oscura donde fue recibido a golpes; enseguida alguien hizo arrancar una moto y se encendió una radio a todo volumen.
Mientras le pegaban escuchó a su compañero Alonso, tirado en el piso, lo reconoció “por la voz”: “Pedía por favor que no le peguen más”. “Veo una lucecita así y era la picana (a Alonso), entonces me aplican a mí aquí (señalándose el estómago). Me acuerdo clarito porque me oriné. Me preguntaban qué hacía en el Sindicato”.
Aponte contó que “una sola vez” le preguntaron por el supuesto robo a La Veloz y que luego, durante la hora y media de tortura, lo interrogaron siempre sobre el Sindicato (la Unión Tranviarios Automotor, UTA), que querían saber quiénes iban a sus reuniones, qué hacían. De esa tortura participaron “Bocos (que daba las indicaciones) Cardozo, Toranzos, Figueroa y un tal Flores”.
A los dos días fue conducido ante un juez y le ordenaron firmar una declaración. Cardozo y Bocos le advirtieron que si no firmaba lo llevarían “para el lado de San Cayetano, al mirador, y me iban a hacer desaparecer”.
Días después, junto a otros compañeros detenidos, fue llevado a la cárcel de Villa Las Rosas, donde los sometieron durante una hora a la acción de una manguera de alta presión. “A los que se caían los golpeaban”, a tal punto que a Miguel Rodríguez “le han partido el paladar de una patada”.
Aponte dijo que mientras estuvo en la Comisaría vio dos veces a Levín, cerca de la medianoche, cuando entraba a la oficina de Bocos, y dijo que éste “andaba por lo general” en el Ford Falcon celeste de La Veloz del Norte, que solía ir a la empresa de civil, con “un sombrero grande tipo cow boy”.
 
 
(p/recuadro)
Rechazan nuevos testigos
 y pedidos de informes
 
El Tribunal Oral, integrado por los jueces Marta Snopek, Federico Díaz y Gabriel Casas, rechazó ayer dos pedidos de prueba de la acusación y que tendían a comprender mejor el contexto en el que fueron detenidos y torturados una veintena de trabajadores de La Veloz del Norte, que junto con Atahualpa eran en la década del 70 las dos empresas de transporte de pasajeros de larga y media distancia más importantes de la provincia.  
Los fiscales Francisco Snopek y Juan Manuel Sivila habían pedido que se permitiera declarar a cuatro personas que durante la última dictadura cívico-militar fueron detenidas y torturadas. Tres fueron sometidas a tormentos en la Comisaría 4°, y también refirieron el uso de una moto y de la radio para tapar los gritos de dolor. Un cuarto afirma haber sido torturado en dependencias de La Veloz del Norte. El Tribunal consideró que el pedido era “extemporáneo”, y lo rechazó.
En otro caso el Tribunal se negó a solicitar al Ministerio de Trabajo de la Nación que informara si Marcos Levín participó en 1976 de las negociaciones paritarias con la UTA. El pedido era del querellante David Leiva, en un intento por probar que Levín integraba la Federación de Empresarios del Transporte (FESTAP), y que esta entidad propiciaba la represión al gremio. Es que en su edición del 20 de marzo de 1976 el diario El Intransigente da cuenta de que la FESTAP envió una carta al jefe de Policía, el represor Miguel Raúl Gentil, “solicitando se aplique a la UTA la ley de seguridad del Estado”, cuando el gremio estaba inmerso en una medida de fuerza. Esta ley permitía la represión a las actividades comunistas. El Tribunal tampoco lo permitió, pero el testigo Carlos Aponte recordó que la FESTAP pidió “que se reprimiera a los choferes” y añadió que si no recuerda mal “Levín era el presidente de FESTAP

Una camilla para Bocos
 
El acusado Víctor Hugo Bocos tuvo que abandonar su casa ayer y asistir a Tribunales, para permitir que se escuchara a 3 de los 5 testigos que se presentaron a declarar.
Es que, luego de los planteos y respuestas del Tribunal, la audiencia estuvo a punto de naufragar porque no se establecía la conexión de la videoconferencia. El abogado querellante David Leiva pidió que se trajera a Bocos a la sede del Tribunal, con atención médica. El defensor oficial Federico Petrina se opuso, recordó que el médico forense Raúl Zóccoli no lo aconsejaba y que ayer mismo su médico particular le había dado 15 días más de reposo, dado que fue intervenido quirúrgicamente el 10 de julio último.
La Fiscalía adhirió al planteo de las querellas y añadió que Gendarmería Nacional estaba lista para ir a buscar al imputado. El Tribunal accedió. Hubo que esperar hasta las 18 pero al final Bocos llegó. Sin embargo, cuando el testigo Carlos Aponte estaba a punto de comenzar a declarar, el defensor oficial Juan Pablo Lauthier, interrumpió para recordar que su defendido “tiene que estar en reposo” y por lo tanto correspondía que se le diera una camilla para que estuviera en la sala contigua, escuchando las alternativas del debate. La presidenta del Tribunal, Marta Snopek, le hizo notar que desde su casa Bocos seguía el juicio sentado, pero los defensores insistieron, Lauthier llegó a inferir que “al Tribunal no le importa” el estado de salud del acusado; la secretaria Denise Blajent Bent recordó que un médico había dicho que Bocos estaba en condiciones de permanecer en el Tribunal, y Snopek le recordó que estaba acompañado permanentemente por un médico del SAMEC, le recomendó al defensor ir a hablar con él para interiorizarse de su estado de salud y cerró la discusión. 

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