lunes, 18 de octubre de 2010

Memorias de la represión en Mercedes. El futbolista, el cura, el tiroteo de El Espinillo y Dan Mitrione

Las confesiones de un caza tupamaros

Wilfredo "Gaucho" Eizaga se definió como "jugador de Sandú, de la Tunelina (la murga del barrio Túnel) y de la 15- 40 del Partido Colorado". En diálogo con LA REPUBLICA recordó los años en la recién creada Dirección de Investigaciones, que competía con el Servicio de Inteligencia del Ejército capturando militantes del MLN-Tupamaros.

Aldo Roque Difilippo | MERCEDES

Eizaga. Entrevistado por LA REPUBLICA, el ex agente narró una cruda historia.
Eizaga. Entrevistado por LA REPUBLICA, el ex agente narró una cruda historia.

Al tiempo que acusó a integrantes de la izquierda que, según dijo, durante la dictadura oficiaron de soplones, reveló que también en Mercedes estuvo Dan Mitrione, instruyendo a la Policía. Sentado en un banco de la Plaza Artigas frente al antiguo Cuartel General Luna, actual Terminal de Ómnibus, Eizaga afirmó "acá era otro mundo", ya que los presos políticos que eran remitidos allí eran torturados, al punto que con por lo menos a uno "se les fue la mano" y terminó muriendo en el Hospital de Mercedes.

Atentado fallido

"Entré a la Policía por necesidad en 1968. A mi líder, Luis Bernardo Pozzolo, varias veces le pedí que me consiguiera un trabajito. Me dijo que lo único que había era un puesto en la Policía; y bueno las circunstancias de la vida que tenía por aquel entonces, ya rayando con la pobreza, me obligó a ser policía". Primero cumplió funciones en la Sub 6ta de La Tabla, y luego de pasar por varias dependencias fue convocado a formar la recién creada Dirección de Investigaciones. "Se fundó por el año 1971, previo a un ensayo general que estuvieron seleccionando policías de distintas seccionales, avezados, que fueran discretos, buscando una perfección de hombre y policía. Fuimos seleccionados 21". Acotando "en esa época empezaron las represiones, las luchas que no condujeron a nada". Un trabajo que catalogó de complicado, ya que "el día estaba muy bien controlado, pero la noche se desbandaba un poco porque eran como las estrellas, salían y se ocultaban", los policías "por un lado, y en el otro los que entendían que el país estaba mal gobernado. Se empezaron a armar grupitos. Ya se había producido la escapada del Penal de Punta Carretas (setiembre de 1971), y cada uno se fue a un pueblo. Entonces vinieron unos grupos de izquierda escapados del penal" e "hicieron una tatucera frente al Velódromo. Nosotros recorríamos la noche y no sabíamos nada, y se empezó a formar un grupito que lo integraban el Uruguay Repetto, las muchachas Marabotto, los otros que eran basquetbolistas Viñuela, y Carlos Haller. Aquí en Mercedes se iba a producir una asonada. Se habían puesto de acuerdo que en la Confitería La Colmena (hoy desaparecida, ubicada en Careaga entre Artigas e Ituzaingó) se encontrarían una argentina que fue torturada acá en el Batallón Nº 5" con un hombre con el que "fueron a secuestrar a un taximetrista. Lo metieron en la valija y cruzaron el puente (sobre el río Negro). Cómo pasaron no sé porque había 6 policías de seguridad y la guardia del Batallón". Eizaga agrega más adelante que esa noche cerca de la Estación de AFE una patrulla policial vio a un hombre pero, "no le dieron bolilla porque por allí vivía una muchacha muy linda y pensaron que estaba al golpe de la gurisa". Cuando vuelven a pedirle documentos pueden ver que "aparece uno vestido de policía. Uno de los que se escapó del Penal. Le dieron la voz de alto y el hombre se asustó y se entregó. Me acuerdo que le pegaban con los tacos de la bota en los hombros para dislocarlo. No me peguen decía que voy a decir todo, y cayeron en la volteada Haller, las muchachas Marabotto; todos. La planificación era la siguiente: esa noche iban a allanar la casa de Rosas, en calle Sánchez y Zapicán, porque el hombre coleccionaba armas, y una de las que estaba de guardia era una de las muchachas de Marabotto. Y sobre la pata, al otro día iban a secuestrar a Chiarino Milans y a Mario Martorano, que eran de la Juventud Uruguaya de a Pie. Los iban a llevar a la Isla Redonda (ubicada aguas abajo de Mercedes) y los iban a dejar en cautiverio ahí".

El edil de pelo largo

Más adelante Eizaga reflexionó: "Hoy hay gente que camina por la vida y son unos hipócritas, porque se muestran izquierdista y en aquellos tiempos llevaban datos a Investigaciones". Una muchacha Bartesaghi hace poco me dice ¿Ud. se acuerda cuando me llevó presa? La miré y la intención de contestarle una mala palabra, porque yo no tenía esa intención, pero en ese momento sentí cómo me va a decir eso si yo no tengo ninguna culpa. Yo obedecí una orden". Acotando "así pasaban esas cosas. Así se empezó a desconfiar, que fulano de tal estaba metido dentro de la organización tupamara, que estaban para matar, pero los hechos grandes ocurrían en Montevideo. Aquí simplemente eran redadas en el centro donde cayó un día Jacqueline Gurruchaga (actual edil del MPP), marchó este muchacho Altamirano (Ricardo, cuyos restos recientemente fueron encontrados en Argentina), Altesor (Hugo, integrante el Partido Comunista que llegó a Mercedes a organizar los cuadros) que eran los que más o menos te complicaban la vida. Y a Jacqueline Gurruchaga sé quién la vendió. La agarramos a la vuelta de la Intendencia tirando papeles subversivos y fue llevada presa. Y como ella pasaron muchas, simplemente por manifestarse en contra del gobierno".

¿Ud. tenía la orden de maltratar a los detenidos?

-No, no estaba permitido. Quien hizo eso violó las leyes. Vi quién se ensució las manos, varios compañeros míos que no tengo por que dar nombres, porque ahora es muy fácil hablar. Ahora hay una cantidad que juegan a los tupamaros, que dicen yo estuve preso y yo me la jugué. Mentira.

¿La policía no maltrató a los detenidos?

-Cómo que no, hubo opresiones, golpes. Pero fue un pequeño grupo de cabezas retorcidas. Había mucha gente buena, pero había otros que querían que dijeras y dijeras y se terminó; y ahí te colgaban de las patas. Ibas de cabeza a los water entre la materia. El famoso plantón...

La Policía quería ganarle a los milicos, entonces llegó un momento en que el gobierno formó las Fuerzas Conjuntas. La orden era, cuando se detenía a alguien, que inmediatamente se diera pase a las Fuerzas Conjuntas. Ellos iban a las seccionales y al que entendían que era de dudosa participación lo traían directo para acá (al cuartel). Acá era otro mundo. Hay gente que no fue guapa y no echó para delante, no dijo eso no se puede hacer. A mí me ocurrió. Toda la vida estuve en la Parroquia San Juan Bautista. Allí me crié, me hice adolescente, quise ser cura y Dios dijo no, este medio loco no lo voy a poner de cura que se vaya con la murga para otro lado. Hasta que un día llegó el cura José María Bidegain...

El cura que jugaba al fútbol en Juventud Soriano, y que estuvo preso en el Penal de Libertad.

-Claro. Yo seguí asistiendo a la Parroquia porque creo en Dios, no iba a ver a Bidegain, iba a ver a Cristo, a rezar por él, y sabía que a mí me espiaban...

¿Sus compañeros de Investigaciones?

-Los militares y mis compañeros. Incluso alquilaron la casa del vecino para espiar a ver quién entraba y quién salía. Por ser fiel a la Parroquia San Juan y darle una mano a José María haciendo campeonatos de fútbol para juntar plata para la luz y el agua, empezaron a sospechar de mí. Que era espía, que le entregaba datos a la organización tupamara. Detienen a Bidegain porque sospechaban que en la Iglesia en vez de hacerse reuniones de Catecismo se hacían reuniones para pensar en otras cosas. Hasta dónde llega la mente retorcida de las Fuerzas Conjuntas; nosotros teníamos en un pizarrón cierto territorio (del barrio) marcado con tachuelas, y dijeron mirá las casas que tienen señaladas; y eran a los que les dábamos leche y aceite. Era una cosa ciega, estúpida.

¿Y por qué Ud. terminó preso en Fray Bentos?

-Porque cuando allanan la Parroquia San Juan, por supuesto que llevan a José María, se adujo que era sedicioso, y encuentran en el sótano un traje de milico. Entonces como ya había encono hacia mí dicen esto es de Eizaga. Fueron a mi casa, una vergüenza tremenda, recogieron todas las prendas y comprobaron que no me faltaba ninguno de los trajes de milico; y bueno me entrevistaban por ese traje, por si Bidegain me dio la pistola y unos dólares que le había dado el tío. Yo dije que no, después terminan dándose cuenta que el traje se lo había prestado un ex funcionario policial para una representación teatral y había quedado ahí, y me la comí yo porque estaban convencidos que el traje era mío. Me hice fuerte, pero me quedan huellas, me quebraron la nariz, una quemadura...

¿En dónde lo torturaron?

-En el 9° de Fray Bentos que era terrible para los presos.

¿Por qué lo llevaron allá?

-Porque el procedimiento era del 9°, si bien lo hicieron la Policía y las Fuerzas Conjuntas de Soriano, el procedimiento lo encabezaban ellos.

Yo venía de Montevideo en la ONDA, y me detienen en el Túnel (en la entrada de Mercedes). En Investigaciones no habré estado ni cinco minutos. Me emponcharon la cabeza y perdí la noción del tiempo y de dónde estaba; y todas las tardes era una masacre, venían a pegarme, y yo no podía crucificar a un tipo como Bidegain que es una excelente persona.

Vos sabes que me revisan todo, yo sabía que la cosa venía brava, que no iba a salir, y de repente me toco así y saco una estampa de la Sagrada Familia que me había quedado en el bolsillo, y que ni los milicos ni yo habíamos encontrado. La estampa decía: "En invierno y en primavera siempre la vida es hermosa y en todos lados; lo que pasa que nosotros olvidamos de vivirla. José María Bidegain". Me la agarra un milico, hermano y si será cosa de Dios, sabés que la mira y me dice tomá

y se va; ahí renació más mi esperanza.

¿Cuánto tiempo estuvo preso allí?

-31 días.

¿Y vio a otra gente?

-No, yo estaba incomunicado. Sentía los gritos de horror, una cosa horrible, se te quedan metidos en la cabeza.

Yo digo que todos los que actuaron mal en aquella época no deben vivir en paz...

¿Le parece?

-No pueden tener paz, tendrán miles de alucinaciones y sueños alterados. Hay muchos milicos que están esperando que les vayan a preguntar porque no pueden más y quieren desahogarse. Cuando hay vidas de por medio no se puede olvidar fácilmente. Por ejemplo al tiroteo de El Espinillo (cerca de Dolores, 23/04/1972), yo fui ahí...

¿Usted participó?

-Si, pero me metí abajo de un tronco; yo era un milico guapísimo (bromea). Era una cosa escandalosa. Ahí murió una muchacha preciosa (Blanca Castagnetto Da Rosa). La vi muerta en la Seccional 5ta. de Dolores. Trabajaron cerca de 3 meses para hacer la tatucera, ahí al costado de El Espinillo. Era de primera, estaba hecha en forma de "ele". Aquí había paté y cosas enlatadas, y del otro lado distintas ropas. Los patrones de la estancia le dicen a un viejo casero que avisara a la Policía si veía algo raro. Una mujer sale fuera del monte buscando leña, y el casero que estaba en una altura con un largavista, la ve y da aviso. Al rato cayeron todos, por aire y tierra. Empezó la balacera hasta que se vino la noche. Ahí empezó la operación pañuelo: hacés un cuadrado y lográs esta punta, lográs esta y esta y tá. Una burrada de la Policía, porque llego un momento que tirabas para allá pero me pegabas a mi que estaba en la otra punta; y yo de puro guapo me tiré de cabeza en un picadero abajo de un tronco. Era algo sin control.

Al otro día salen a caminar el jefe del Batallón (N°5) el turco Abraham (teniente coronel Luis A. Abraham) con otros, y ven una cabecita que sube y baja. Habían quedado como 6 o 7 tupamaros metidos en una zanja, y a esta muchacha la picó una yara, y tenía la pierna inflamada.

Le dieron la voz de alto y no hizo caso, salió con la metralleta corriendo, se dio vuelta y la partieron al medio.

Fue un fracaso ese día, nos hubiéramos matado entre nosotros y a los pocos días viene el tiroteo en el Tacho (en el río Negro). Ahí estaba Haller (Carlos), pero ahí fue una tormenta con maracas. Yo ahí no fui.

Pasaron un montón de cosas. Aquí a Mercedes vino Dan Mitrione a enseñar tiro. (Daniel Anthony Mitrione, secuestrado y ejecutado por los Tupamaros en 1970).

Nos ponía botellas de Conaprole de a litro así (hace como si sostuviera una botella en cada palma de las manos) con agua. La primera vez se te caía, y el insistía, porque vos agarrar un revólver y en un segundo te trepida el pulso y no tirás bien.

Si sostenés la botella a lo primero te temblaba el pulso hasta lograbas mantenerla. Estuvo en la Jefatura (haciendo esta preparación a la policía).

Fuente: La Republica
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