miércoles, 20 de abril de 2011



Causa Ragone

Testigos confirmaron que el

secuestro no se investigó

Los hijos de Miguel Ragone y una hermana del comerciante Santiago Arredes, asesinado durante el secuestro del ex gobernador, el 11 de marzo de 1976, confirmaron hoy (19 de abril) que estos hechos no fueron investigados ni por la Policía ni por el Poder Judicial.

Los testigos que declararon en la sexta jornada del juicio oral y público que lleva adelante el Tribunal Oral en lo Federal contra ocho represores también dieron cuenta de que la llegada a la presidencia de María Estela Martínez de Perón implicó un giro a la derecha con el que empezó una persecución contra el gobierno de Ragone. Y aseguraron que los ideales del ex gobernador eran contrapuestos a los de la última dictadura militar.

Seis de los ocho testigos que se presentaron ayer dijeron que nunca fueron convocados ni por la Policía ni por el juez a cargo de la “investigación”, Ricardo Lona, a prestar declaración sobre estos hechos. Algunos fueron por primera vez en 2004, cuando se reabrió la causa, y otros recién vinieron a este juicio. Los hijos del ex gobernador contaron que recibieron amenazas antes y después del secuestro.

La sexta jornada se inició con el demorado testimonio de la abogada Sandra Siegrist, que en 1976 era una estudiante vecina de Ragone y vió el secuestro cuando iba camino al Colegio Nacional. La testigo observó a tres hombres en el lugar del hecho, aunque cree que había un cuarto al que no pudo ver bien. Uno de ellos corría, medio de costado, como rengueando, desde la calle Apolinario Saravia, donde había sido asesinado Arredes, hacia el pasaje San Lorenzo; llevaba un arma que a Siegrist le pareció una ametralladora Uzi. Los otros dos arrastraban el cuerpo exánime de Ragone desde el asiento delantero al trasero de su propio automóvil. Este vehículo estaba en el medio de otros dos, que aparentemente lo habían encerrado.

Siegrist fue llamada a declarar en la Policía ni bien ocurrió el hecho pero luego nunca más se la consultó.

Hoy fue el día de los testimonios de tres de los cuatro hijos del ex gobernador: Clotilde, Alfonso y Miguel Ragone, y del yerno, Jorge Fernando Pequeño. Dieron cuenta del estado de destrucción en que quedó la familia tras el secuestro. Clotilde dijo que se retiró a una finca porque sentía que la sociedad los había abandonado.

La mujer recordó el 11 de marzo de 1976 como el día “más triste de mi existencia”. Contó que se enteró del secuestro a media mañana, para entonces unos policías habían ingresado a su departamento y lo habían dado vuelta, sin darle explicaciones. Ya en la casa de su madre le quedó grabada la presencia del juez Lona, que les llevó un zapato de su padre y les dijo que estaban haciendo lo posible por encontrarlo. Pero “fue una gran desilusión”, porque era amigo de su padre y no investigó.

Emocionados, Clotilde y Alfonso recordaron que su padre estaba enemistado con miembros de la Policía de la provincia por la depuración que en mayo de 1973 había iniciado quien fuera su primer jefe de la Policía, Rubén Fortuny, asesinado en noviembre de ese mismo año. Clotilde memoró que el ex jefe de Seguridad de la Policía, Joaquín Guil, quien está siendo juzgado ahora, estaba entre el grupo de torturadores que habían sido exonerados o enviados a dependencias del interior de la provincia.

Ambos hijos y el yerno, recordaron que el ex gobernador también tenía una mala relación con el entonces jefe de la Policía de Salta, Miguel Gentil, otro que está siendo juzgado ahora. Pequeño contó que por un amigo, Luis Roberto Gutiérrez, supo que miembros “de la pesada” de la Policía habían comentado que el cuerpo de Ragone había sido dinamitado camino a Aguilares. Por este mismo amigo supo que Misael Sánchez, que integraba el grupo de “la pesada” le dijo a un tal un hombre que tenía una cadena con las iniciales JP que a ésos “yo los hago…”, frase que acompañó pasándose el dedo por la garganta.

Ni Clotilde, ni Alfonso, ni Miguel, ni Pequeño fueron convocados a declarar poco después de ocurrido el secuestro.

Ayer también declaró, por primera vez en 35 años, Justina Arredes, hermana de Santiago. Se lamentó de que el cuerpo de su hermano había sido dejado “solito” en la vereda del almacén, en la esquina de Del Milagro y Apolinario Saravia: “Lo han dejado como a perro”, y dijo que nunca supo en qué circunstancias murió. Otro hermano, Roberto Arredes, que entonces ocupaba un alto cargo en la Policía, le aseguró que no sabía nada.

“Roberto Romero era el

enemigo público nº 1”

Cuatro testigos se refirieron hoy (19 de abril) a los enemigos políticos del ex gobernador Miguel Ragone. Entre ellos rescataron al ex gobernador Roberto Romero (ya fallecido), quien fuera propietario del diario El Tribuno.

“Otra contra muy grande que tuvo Ragone fue El Tribuno con Roberto Romero. El enemigo público número uno de Ragone era Roberto Romero. De eso no me cabe ninguna duda”, sostuvo Néstor Antonio Finetti, que fue asesor de Ragone durante su gobernación. Añadió que Romero y Ragone “no se tenían la más mínima simpatía. Todo lo contrario”.

Finetti señaló entre los enemigos al sindicalismo tradicional, “la burocracia sindical” (entre los que mencionó a Ramos, de los panaderos), reunida en la CGT, que declaró persona no grata al entonces gobernador. Añadió que los peronistas de más avanzada edad consideraban que el de Ragone era “un gobierno de zurdos” y que lo ubicaban como integrante de Montoneros, porque éstos apoyaban su gestión. “Y no era así, no era subversivo, pero sí recibió apoyo de ellos”. Dijo que Ragone recibía presiones del Ministerio del Interior, a cargo de Alberto Rocamora. En esa línea se objetaban algunos funcionarios del gobierno provincial, como el ministro de Gobierno, Enrique Pfister Frías; el intendente de Salta, Gerardo Bavio (sindicados como montoneros), y su jefe de Policía, Rubén Fortuny (del Frente Revolucionario Peronista, FRP). Sin embargo, el testigo dijo que no cree que estos se organizaran para llevar a cabo el secuestro y desaparición del ex gobernador.

Entre los que dañaron el gobierno ragonista, Finetti también incluyó a los entonces jóvenes Armando Jaime y Juan Carlos Salomón, integrantes de la lista Verde, que encabezaba el gobernador, porque tomaron la CGT y “fue un problema para Ragone”, por las presiones del gobierno nacional para que los reprimiera.

El testigo Luis Iñiguez, que se identificó como cofundador de la lista Verde, también incluyó a Roberto Romero en la lista de enemigos de Ragone; enumeró, entre otros, a quien fuera interventor del PJ salteño, Humberto Podetti, a Horacio Bravo Herrera y a Juan Emilio Marocco, al que calificó de “mitómano” porque, según dijo, enviaba cartas a Buenos Aires con mentiras que trataban de desprestigiar a Ragone. Iñiguez afirma que en una de las detenciones que padeció, el propio Joaquín Guil le advirtió que debía hablar si no quería que le pasara lo mismo que a Ragone.

Alfonso Ragone destacó asimismo a Roberto Romero como adversario de su padre. Y su hermana Clotilde mencionó a Ricardo Falú, que era presidente del PJ salteño, y a Bravo Herrera. “Se querían quedar con el gobierno de mi padre, querían sacarlo”, sostuvo.

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