martes, 3 de mayo de 2011

Por Elena Corvalan

Causa Ragone

Testigos hablaron del poder de Guil

Más indicios que dan cuenta del poder que aún maneja Joaquín Guil y de que en 1976 en la práctica era percibido como el jefe de la Policía de Salta; más revelaciones de la responsabilidad policial en el hecho y el encubrimiento; un testigo que desnudó su odio hacia los “subversivos” y otros evasivos o sumamente desmemoriados. Todo eso dejó el inicio de la tercera semana del juicio oral y público que se sigue en la ciudad de Salta contra ocho represores acusados por el secuestro y desaparición del ex gobernador Miguel Ragone, el asesinato de Santiago Arredes y las lesiones a Margarita Martínez de Leal.
El ex intendente de Salta, Juan Carlos Sánchez sostuvo ayer que “Paco Mosquera, que era de la Federal y fue director técnico de Gimnasia y Tiro” entregó a los familiares de Ragone el zapato que había quedado en el lugar del secuestro, el 11 de marzo de 1976. Se trata de Gustavo Francisco “Paco” Mosquera, ex miembro de la Policía Federal, actual directivo del Club Gimnasia y Tiro y propietario de la empresa de seguridad Guardián SRL, con la que siempre se ha vinculado al ex jefe de Seguridad de la Policía de Salta, Joaquín Guil.
Guardián SRL es la empresa encargada de la seguridad en la Ciudad Judicial, lo que ya motivó un planteo del abogado Matías Duarte, quien solicitó al Tribunal Oral que se retirara esta seguridad, dado que hay especulaciones de que la empresa sería en realidad de propiedad del propio Guil, que por muchos años se dedicó a la seguridad privada.
Diez testigos se presentaron ayer ante el Tribunal Oral en lo Federal de Salta, en el reinicio de las audiencias que se llevan a cabo en el salón de grandes juicios de la Ciudad Judicial. Aunque quedó claro que no era su intención, el ex Sánchez y varios de los policías que en 1976 tuvieron alguna participación en la “investigación” del secuestro del ex gobernador hicieron sus mayores aportes para establecer el poder que manejaba quien por entonces era jefe de Seguridad.
Sánchez asumió en la intendencia de Salta el 2 de febrero de 1974, en lugar de Gerardo Bavio, a quien Ragone destituyó presionado por el gobierno nacional. El testigo se reivindicó como uno de los fundadores de la Lista Verde, la línea interna en la que militaba Ragone.
El ex intendente aseguró que “trabajaron contra Ragone muchos peronistas”, entre ellos miembros de la CGT y de la Lista Amarilla. Dijo que los gremialistas ganaron espacio politicocon la intervención a la provincia, en noviembre de 1974. También acusó a quien fuera secretario privado del gobernador, Gregorio Caro Figueroa, de haber ocultado un telegrama enviado por el gobierno nacional a Ragone en oportunidad del asesinato de José Ignacio Rucci.
Sánchez fue señalado como el interlocutor entre las presiones del gobierno nacional y el gobierno provincial. Y luego, en 1976, se sabe que mantuvo una reunión con el general Roberto Viola, quien le había anticipado que se iba a dar un golpe de Estado. Ayer lo negó al principio, pero cuando se le leyó su declaración anterior, reconoció que efectivamente recibió del subsecretario del Interior, Arturo de los Ríos, requerimientos para que Ragone hiciera cambios en su gabinete. Por estas presiones se alejaron del gabinete Jesús Pérez y a Enrique Pfister, además de Bavio.
A principios de 1976 Sánchez se reunió con Viola en Buenos Aires. Según contó ayer, fue con conocimiento de Ragone, a pedirle que nombrara interventor a De los Ríos, pero el general lo desanimó avisándole que se venía el golpe.
Sánchez dijo que desde entonces trató de convencer a Ragone para que abandonara la interna del Partido Justicialista, que se iba a llevar a cabo el 14 de marzo; que finalmente el ex gobernador accedió y que el 11 de marzo, cuando fue secuestrado, se suponía que iba a presentar su renuncia.

“Subversivos”
El ex intendente no la pasó bien en su testimonial. En un tramo trató de convencer de que en 1976 no sabía que hubiera matices ideológicos dentro del peronismo. Ya se mostraba molesto cuando una observación del querellante David Leiva (que le pidió que respondiera lo que se le preguntaba) le provocó una reacción: “Si usted me está tratando mal, yo me retiro. Yo no quiero subversivos acá”, estalló.
Leiva le retrucó preguntándole si sabía que Juan Carlos Villamayor, que fue secretario de Prensa de Ragone, había dicho que él, Sánchez, era un servicio de inteligencia.
Ayer también declaró Pedro Olea, un cuidador del Club Náutico del dique Cabra Corral que asegura que la noche del 11 de marzo de 1976 escuchó una ráfaga de ametralladora y uno o dos disparos de pistola, y luego vió las luces de un automóvil que bajaba. Al día siguiente escuchó disparos y vió que eran policías que estaban cazando patos, esos mismos policías lo anoticiaron del secuestro de Ragone. Olea fue detenido luego del 24 de marzo de 1976 e interrogado por el propio Guil sobre unas armas, luego fue liberado.
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“Guil era el jefe de todos”

Los seis policías que declararon ayer coincidieron en confirmar el papel relevante que en 1976 tenía el entonces jefe de Seguridad, Joaquín Guil, dentro de la estructura policial. También quedó claro que funcionaba un departamento de Informaciones Polliciales, el D2, que recopilaba antecedentes políticos. Este departamento tenía un prontuario de Ragone y de otras personalidades de la época, como Armando Jaime.
Aunque algunos se mostraron extremadamente desmemoriados (“no recuerdo señor”, fue la frase más usada por el cabo retirado Carlos Carabajal) o evasivos, todos (aún los que, como Carabajal, dijeron no recordar el nombre del jefe y subjefe de la Policía) sostuvieron que Guil era el jefe de Seguridad y que de él dependían todas las comisarías de la provincia. “Toda la fuerza uniformada dependía de Joaquín Guil”, afirmó el oficial retirado Julio Benito Acosta. También lo afirmó el policía retirado Marcial Liendro.
Acosta llegó a jefe del departamento Judicial y fue quien el 11 de marzo de 1976 levantó las huellas dactilares del automóvil Peugeot de Ragone, abandonado por sus captores cerca del matadero de Cerrillos. Sin embargo, estas muestras no ayudaron a la investigación. Acosta dijo que no tenían la calidad suficiente para ser sometida a una prueba.
El informe que preparó Acosta fue al departamento de Informaciones Policiales. El perito dijo que este es el único caso en que recuerda que un informe suyo va a parar a esta repartición.
Otro punto sobre el que se interrogó a los testigos policías es el horario en que se transmitió el radiograma con las instrucciones para buscar a los secuestradores, dado que recién a la tarde se notificó a las dependencias policiales del interior. El oficial retirado Víctor Faustino Cruz, que se desempeñaba en el Comando Radioeléctrico, aseguró que “inmediatamente” de enterados de los detalles del secuestro, ocurrido alrededor de las 8, confeccionaron el radiograma y lo enviaron a través de Comunicaciones.
Cruz, y su compañero de tareas Alfredo Cuevas, afirmaron que todas las novedades le eran comunicadas a Guil, cuya oficina quedaba a solo dos metros del estratégico Comando Radioeléctrico.

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