lunes, 9 de abril de 2012

¡Y LOS FUIMOS A BUSCAR!

El martes 9 de abril a las 14 horas en la sala de audiencias sita en calle 4 entre 51 y 53 (ex AMIA), ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 que lleva adelante el Juicio contra los genocidas del denominado circuito Camps, dará su testimonio nuestra hermana y compañera de H.I.J.O.S Regional La Plata ANA LAURA MERCADER, cuyos padres Anahí y Mario fueron secuestrados de la casa de la calle 119 entre 523 y 524, en la que vivían.

Luego de la declaración, en las puertas del Tribunal se proyectará un documental en el que se reconstruyen las historias de Anahí y Mario a través de la mirada de su hija.

ANA LAURA junto con su hermana MARÍA se integraron al colectivo de H.I.J.O.S. desde los inicios, hace 16 años. Juntos hemos aprendido a resistir uniendo nuestros pasos a la marcha de las Madres y a su implacable exigencia de justicia frente a la impunidad, así como a la búsqueda incesante de las Abuelas.

A nuestra exigencia de justicia el Estado respondió primero con las leyes de obediencia debida y punto final, luego con los indultos. Nuestra respuesta colectiva fue: “si no hay justicia, hay escrache”.

En el 2003 el presidente Néstor Kirchner nos pidió perdón en nombre del Estado y a partir de entonces impulsó una política para que el Poder Judicial haga realidad el reclamo histórico del pueblo por Memoria, Verdad y Justicia.

HOY ESTAMOS PRESENTES EN LOS TRIBUNALES PARA HACER EFECTIVO EL JUICIO Y CASTIGO. VOS TAMBIÉN SOS PARTE DE ESTA LUCHA, ACERCATE A HACER LA HISTORIA QUE SIEMBRA FUTURO.

El martes 9 de abril a las 14 horas en 4 entre 51 y 53

Contacto: Lucía García 11 21771587

H. I. J. O. S.
Regional La Plata
en la Red Nacional

Médicos de estetoscopio y picana


Año 5. Edición número 203. Domingo 8 de abril de 2012
Por
Lesa Humanidad
Bergés. Fue uno de los más sanguinarios asesinos de la dictadura. trabajó a la par de ramón camps. (TELAM)


Una organización de derechos humanos estima que 1.200 profesionales de la salud actuaron durante la última dictadura.

El tipo decidía la duración y el voltaje de la picana en la sala de torturas. Si hacía falta, podía hacer maniobras de reanimación para que los detenidos siguieran siendo interrogados. Al periodista Jacobo Timerman llegó a sostenerle la lengua para que no se ahogara mientras lo torturaban. Sus tareas no terminaban allí: también supervisaba los partos clandestinos de los centros que regenteaba Ramón Camps, su jefe, y hasta se ocupaba de entregar a los recién nacidos a familias “occidentales y cristianas”. La ex detenida Adriana Calvo lo reconoció en democracia. Denunció que la hizo parir en un auto, atada de pies y manos, y que luego la obligó a limpiar la placenta y el piso de la sala en la que la colocaron al llegar al centro clandestino. El médico Jorge Antonio Bergés, de él se trata, fue uno de los más grandes asesinos de la dictadura. No fue el único, claro.
Según un informe de la ONG Médicos con Memoria, “no menos de 800 médicos militares y civiles y unos 200 enfermeros participaron de manera directa en el terrorismo de Estado”. La entidad les suma a esta cifra a psicólogos y profesionales en maternidades y morgues judiciales, subiendo el número a “alrededor de 1.200 profesionales de la salud”. “Podríamos comparar –aseguran– la real dimensión de lo ocurrido en nuestro país con lo ocurrido y el papel de los médicos alemanes durante el gobierno de la Alemania nazi.” Médicos con Memoria es un espacio que integran médicos, enfermeros, psicólogos, bioquímicos. “Trabajamos con organismos de derechos humanos de Córdoba y de Buenos Aires y organizaciones médicas de Uruguay, Chile, y la Asociación Médica Mundial”, dice a Miradas al Sur Carlos Ferreyra, uno de sus integrantes.
Ferreyra es un cirujano cordobés. Fue parte del Sindicato de Sanidad Ferroviaria entre el ’79 y el ’76. En paralelo, participaba de organizaciones universitarias y comunitarias. Un mes después del golpe, le aplicaron la Ley de Prescindibilidad como consecuencia de sus actividades gremiales. Lo separaron de sus cargos y de su trabajo. Luego siguieron las amenazas de muerte y el largo camino al exilio en Inglaterra. Siete años como refugiado. Allí trabajó en su profesión y denunció lo que pasaba en la Argentina. También vivió y trabajó varios años en España. “Entendemos que más de tres mil trabajadores de la salud fueron detenidos, la mitad de ellos están desaparecidos. Y el exilio encontró a más de veinte mil profesionales e investigadores de la salud argentinos que nunca más regresaron a la Argentina.” “El Estado terrorista impuso su poder político-militar en todo el sector salud, con acciones sobre sus estructuras, programas y recursos humanos. Todos los ministros de Salud provinciales, municipales, los decanos de las facultades de Medicina, los directivos de obras sociales y hospitales sindicales fueron designados por sectores cívico-militares golpistas. Había un plan preelaborado al golpe, con intervenciones inmediatas, de mediano y largo plazo. La prioridad era eliminar del lugar de trabajo a los dirigentes sindicales. Eso se realizó en menos de un mes. Luego, el exterminio físico por secuestro y desaparición”, analiza Ferreyra.
–¿Cómo participaron los profesionales de la salud en la represión?
–Muchos médicos, enfermeras y psicólogos participaron en la asistencia médica directa de decenas de miles de detenidos en todos los hospitales públicos, universitarios y sindicales del país. La habilitación se bajaba desde los ministerios. La logística se hacía desde el centro de detención, coordinada por el oficial militar médico que llevaba el servicio o la cátedra en el hospital. Y los médicos del servicio, así como los residentes y agregados, todos participaron de la atención de estos compañeros secuestrados. Desde hacer pruebas de laboratorio hasta intervenciones quirúrgicas, incluyendo la realización de partos a detenidas embarazadas. Estos pacientes ingresaban en condiciones de absoluta seguridad, habitualmente por la noche, con soldados armados que se apostaban a las puertas de las salas de guardia, quirófanos, salas de internación. Los pacientes, la mayoría esposados y atados a las camas o camillas, algunos embozados. Un oficial no médico ordenaba a los médicos llevar adelante sus intervenciones, con su presencia en el sitio.
–¿Ejemplos de esta coordinación en el área de salud?
–Hemos detectado que en la Maternidad Nacional de Córdoba se hicieron más de 200 partos en esas condiciones. Con la asistencia de muchos médicos, que en aquellos años eran agregados o residentes. En esos médicos y en esas enfermeras está la información de esos 200 o más bebés que nacieron en esa maternidad clandestina. Y hay otras treinta maternidades en el país que actuaron clandestinamente. Otro ejemplo: el hospital provincial de Córdoba. Su morgue, de sólo seis plazas, llegó a tener en varios períodos de la dictadura cientos de cadáveres, puesto que la dictadura utilizó esos lugares para ocultar su faena humana. Para desembarazarse de tantos cuerpos se abrieron fosas clandestinas. Los médicos y las enfermeras de aquellos tiempos lo saben. Más de quince hospitales públicos actuaron como morgues clandestinas.
Para Ferreyra, el Estado terrorista también se concentró en desmantelar el sector público de la salud, “en consonancia con los requerimientos establecidos por los grupos concentrados de la salud del mundo y de Argentina”. “En dos décadas el modelo neoliberal se instaló en la Argentina, primero a sangre y fuego, y luego destruyendo las relaciones económicas y corporativas, los colegios médicos y otras organizaciones. Esas áreas están hoy más interesadas en su propia existencia y la de sus dirigentes, a través de la realización del negocio de la salud, que en la construcción de un sistema de salud que recupere esa mística perdida y le devuelva al Estado su obligación y responsabilidad de cuidar la salud de los argentinos.” El médico considera que el número de médicos procesados o detenidos es “aún muy pequeño en comparación al universo de médicos identificados o mencionados, por encima de cien, en las causas judiciales que por terrorismo de Estado se están llevando”. “Hay otros cien más identificados por sus víctimas o familiares. Además de los treinta que están en proceso, la mayoría, médicos castrenses. Sólo hay unas veinte condenas, y la mayoría no está firme.”
–¿Considera que están en el mismo nivel los médicos que actuaron de manera ilegal por miedo, y aún así fueron cómplices, con los médicos que participaron activamente de la represión?
–No somos una organización de la Justicia. Somos profesionales que queremos traer de nuevo la mística de la vida y la salud a nuestra profesión. El terrorismo de Estado destruyó esa mística desde el miedo. No puede haber salud si no hay compromiso. Al hacer el Juramento Hipocrático, nos comprometimos por la vida. No hay nada mas alejado de ese juramento que instrumentar una prestación en una persona que es rehén, que está atada, cautiva. Todos los médicos que participaron prestando sus servicios en hospitales públicos actuaron en complicidad, y no merecen nuestro respeto como pares. Han roto su juramento y no se han arrepentido en estos largos 36 años. Por supuesto, hay casos de crueldad infinita realizados por médicos y enfermeros, como los que administraron el pentotal antes de los vuelos de la muerte. Pero para nosotros todos los que participaron son torturadores, no importa la escala. Y no pueden formar parte de la medicina argentina. Por eso, Médicos con Memoria siempre pide perdón a la sociedad: perdón por la vergüenza de que una minoría de torturadores empañe esta profesión de vida, que tiene como misión precisamente trabajar contra el sufrimiento. Buscamos que las organizaciones médicas asuman sus responsabilidades y rompan el pacto de silencio. Sólo así comenzaremos a recuperar lo perdido.

Conferencia sobre el genocidio cultural

Los próximos días 13, 19, 26 y 27 de abril se desarrollarán las conferencias sobre “El genocidio cultural”, “La quema de libros por los Estados terroristas” y “Reparación nacional del libro, su autor y
su editorial”. Las jornadas se llevarán a cabo en la ciudad de Córdoba, organizadas por el espacio abierto Arde la memoria. Para mayor información: ardelamemoria@gmail.com o (0351) 152 375 464.



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