jueves, 16 de agosto de 2012


IDENTIFICACIÓN

Organismos de DD.HH. pedirán que se investigue a los autores de las pintadas

Desde diversas instituciones repudiaron los actos vandálicos y adelantaron que solicitarán que se reactive una causa en la que realizaron las mismas denuncias por amenazas y agresiones físicas y verbales.
 
Organismos de DDHH pediran que se investigue a los autores de las pintadas
PROVOCACIÓN. En diversos lugares de la ciudad aparecieron leyendas como ?Ni Memoria, Ni Verdad, Ni Justicia? o ?Perdón general Videla?.
 
Publicado el 16/08/2012 - Ante la aparición de una serie de pintadas intimidatorias en sitios de memoria y otros lugares de la ciudad capital, organismos de Derechos Humanos solicitarán a la Justicia que se investigara a los autores e integrantes del grupo autodenominado “La Aguja” que se adjudican los hechos.
En lugares emblemáticos como el Monumento a los Desaparecidos en la plaza del Maestro, en Belgrano y Balcarce, aparecieron leyendas como “Ni Memoria, Ni Verdad, Ni Justicia” o “Perdón general Videla”.
En ese contexto, el abogado Héctor Carabajal, en representación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, manifestó a EL LIBERAL: “Hay una causa que está instruida, porque en el marco de las audiencias de la Megacausa, algunos testigos y familiares han recibido agresiones de un grupo de acompañantes de los acusados que atacaron y agredieron física y verbalmente a una testigo”.
El letrado detalló que se trata de “una causa que está funcionando junto con anteriores denuncias de amenazas en las que se investigan las autorías, ojalá que podamos dar con los autores de estos hechos”.
Carabajal indicó que “es un atropello a los pocos monumentos donde tenemos a dónde recordar a nuestros desparecidos”
Por su parte, Cristina Torres, integrante del Colectivo Juicio y Castigo, expresó que “cuando hicieron las pintadas en las columnas del ex Batallón 141, solicitamos una custodia para el lugar y nos dijeron que no se podía porque el lugar tenía, ya que era la sede de Gendarmería”.
Con respecto al monolito en la Plaza del Maestro, Torres consideró que “es una obligación institucional de repararlo; independientemente vamos a trabajar en una intervención artística y un acto de reparación y desagravio de lo que se hizo; de todas maneras esos lugares ameritan un poco más de cuidado”.
“No es casual”
En tanto, Ana Giribaldi, integrante de la delegación local de la agrupación Hijos, manifestó: “Ya no nos sorprenden estas actitudes, porque son provocaciones y es la única manera que tienen de defenderse, porque es la manera que aprendieron; no se trata de personas que puedan sentarse a discutir y sostener sus ideas, son familiares de los represores que suponen que de esta manera nos hacen daño, pero no nos van a intimidar”. 
La militante de Derechos Humanos sostuvo que “no es casual que hayan atacado el monumento de los desparecidos, porque en mi declaración yo conté lo importante que era para nosotros ese espacio y que ahora lo pinten más grueso que antes, es una provocación ”.
 
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MEGACAUSA / JORNADA 28ª

"Aunque sea una bolsita con huesos queremos tener de nuestros seres queridos"

La esposa de Roberto Bugatti responsabilizó al grupo de tareas que lideraba Musa Azar Curi por la desaparición de su marido en 1976. Luego de su declaración se dirigió a los represores y les solicitó que “tengan piedad y digan lo que saben”.
Aunque sea una bolsita con  huesos queremos tener de  nuestros seres queridos
VERDAD. "Recién cuando tuvo 11 años pude contarle a mi hija lo que sucedió con su padre, porque me mintieron y sufrí humillaciones", dijo Seva.

Publicado el 16/08/2012 - Lucrecia Angélica Seva, esposa del ingeniero marplatense Roberto Bugatti, secuestrado el 23 de octubre de 1976, pidió a los represores santiagueños que “tengan piedad y digan lo que saben, aunque sea una bolsita con huesos queremos tener de nuestros seres queridos”, señaló durante su crudo relato realizado en el marco de la Megacausa. 
“Ahora que sus familiares saben de humillaciones y lo que es sufrir, les pido que tengan piedad y misericordia y digan lo que saben para alivianar sus conciencias”, dijo entre llantos la mujer de Bugatti, quien responsabilizó de la desaparición al grupo de tareas lideardo por Musa Azar Curi. 
En el final de un extenso relato, Seva reveló que “recién cuando tuvo 11 años pude contarle a mi hija lo que había sucedido con su padre, porque me mintieron, sufrí humillaciones y hasta me echaron de mi trabajo”. 
“Pido que se miren a su interior, porque son los únicos responsables de los difíciles momentos que deben asumir hoy sus familiares”, añadió dirigiendo su mirada a los 10 imputados por la desaparición forzada de 44 personas, antes y durante la última dictadura militar. 
En su relato, la mujer indicó que Bugatti, que al momento de desaparecer tenía 30 años y se desempeñaba en la empresa Agua y Energía de Catamarca (a donde había sido trasladado desde Santiago del Estero), fue secuestrado de una vivienda de amigos en la localidad de “Las Pirquitas”. 
“Las cuatro personas que secuestraron a mi esposo se movilizaban en un Opel K180, color verde claro, el mismo vehículo que al día siguiente estaba estacionado en la Side santiagueña”, recordó. 
Sobre el secuestro, Seva indicó que “cuando preguntábamos por su paradero, jueces, policías, militares y hasta los curas nos mentían, nadie sabía nada y hasta Ramiro López (uno de los acusados) trató de extorsionarnos pidiendo dinero para conseguir datos”. “Su desaparición se instruyó en la Justicia de Catamarca, causa 7012 que fue archivada, aunque Velasco, de los servicios de inteligencia, dijo que mi esposo fue entregado por una ex novia de Mar del Plata, que negoció su libertad al indicar que Bugatti era coordinador del ERP en el noroeste argentino, con sede en Santiago”, acotó.
 
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Julio y Raúl recordaron a su hermana Blanca Santucho

Publicado el 16/08/2012 - Luego del sorpresivo fallecimiento de Blanca Santucho, sus hermanos Julio y Raúl y la familia, recordaron a la reconocida militante de derechos humanos, que murió el último martes a causa de un accidente doméstico.
Sus hermanos resaltaron que “nos ha dejado demasiado pronto porque todavía tenía energía para seguir luchando; una misteriosa energía para personas de su edad”.
Señalaron que “se convirtió en una militante ejemplar por los derechos humanos y por la memoria; la terquedad, la constancia, la alegría de ir en busca de nuevos objetivos que siempre apuntaban a lo mismo: lograr que la familia Santucho sea reconocida por su aporte y por su entrega en función de una sociedad mejor”. 
Asimismo indicaron que Blanca “tiene el gran mérito de haber contribuido de forma determinante a arrancar del olvido la imagen de Robi y de todos los miembros de la familia que dieron su vida en la lucha”.
Finalmente Julio y Raúl expresaron que “sería un acto de impostura recordarla con solemnidad porque aún en momentos tristes supo reírse de nosotros y de ella misma; el juego de la ironía que nos hacía fueron días más felices cada vez que estábamos juntos”.
Megacausa
En el marco del desarrollo de la Megacausa, Cristina Torres recordó a la hermana de ‘Robi’ Santucho. 
“La muerte de Blanca fue algo muy inesperado para nosotros, ella luchó mucho por los desaparecidos, prácticamente dejó su vida por los hijos de sus hermanos desaparecidos”, resaltó la militante.
Además recordó que últimamente “se había presentado como querellante” y estaba “bastante entusiasmada” porque la investigación sobre la ubicación del cuerpo de su sobrina María del Valle Santucho estaba muy avanzada.

Fuente: El Liberal

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ENTREVISTA A RIGOBERTO Y GILBERTO GAONA PAIVA, TIOS DEL NIETO RECUPERADO PABLO JAVIER GAONA

“Sonrió y era la sonrisa de mi hermano”

Antes de que su sobrino fuera identificado este mes, los hermanos Gaona Paiva lo habían visto sólo una vez: ese mismo día de 1978 fue secuestrado con sus padres. Aquí describen la búsqueda y el reencuentro: “Nos dimos un abrazo fuerte, fue terrible, lindo, todo junto”.

Rigoberto Gaona Paiva, Gilberto y su hija Noelia.

Por Diego Martínez
Los hermanos Gaona Paiva, seis varones y una mujer, se vieron por última vez el 14 de mayo de 1978. Fue en casa de los viejos, en Villa Celina, para celebrar el aniversario de la independencia de Paraguay y conocer a Pablo Javier, el primer sobrino. El bebé de un mes y un día pasó por todos los brazos y a la tarde partió con sus padres rumbo a Capital. Pero nunca llegaron a destino: el Estado terrorista borró de la tierra a Ricardo, Petí para los íntimos, y a su mujer, María Rosa Miranda, Mery, militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo. Los hermanos de Petí, futboleros de alma, buscaron a Pablo en potreros y estadios. Julio César “Chicho” Gaona, que en los ’80 llegó a jugar en Boca y en la selección juvenil, quiso hacer pública la historia, pero los hermanos lo frenaron: “Te van a limpiar, todo a su tiempo”. En 2001 dejaron muestras de ADN en el banco de datos genéticos de Abuelas de Plaza de Mayo. El 1º de agosto, Rigoberto y Oscar fueron convocados a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi). “Yo venía en el aire, como en las películas –cuenta Rigoberto–. Nos sentamos a esperar y, cuando salió, así (saca pecho), era la foto de mi hermano, no hacía falta ni ADN. Nos dimos un abrazo fuerte, nos quebramos un cachito. Fue terrible, lindo, todo junto.”
–¿Cuándo vinieron de Paraguay?
–En 1959 vino papá a buscar ubicación. Después vino mi mamá con mi hermana y Oscar recién nacido. Yo vine con Ricardo en 1968, él tenía doce años. Acá nacieron Gilberto y Julio César –responde Rigoberto y asiente Gilberto, a quien acompaña su hija Noelia.
–¿Ricardo militó primero en la JUP?
–Sí, en Villa Martelli. El se metía en los barrios humildes y trabajaba, siempre estaba en reuniones, vivía de eso.
–Lo que nosotros vivíamos con el fútbol él lo vivía con la política –apunta Gilberto.
–Tal vez ese destino, el fútbol, nos salvó –redondea su hermano.
–¿Cuándo cayó preso?
–Poco antes del golpe de Estado. Lo detuvieron con un grupo de compañeros. Estuvieron en una comisaría de Villa Martelli y de ahí lo llevaron a la cárcel de Olmos. Creo que estuvo tres meses. Después salió, conoció a Mery y empezó a militar en el ERP. Hasta que pasó lo que pasó.
–¿Ese 14 de mayo conocieron a Pablo?
–Sí, un domingo, día de la Independencia de Paraguay. Nos juntamos toda la familia, mis padres, todos mis hermanos con novias, esposas, y Pablo, tan bebé, tan chiquito... fue la última vez que lo vimos.
–Yo lo alcé una sola vez –agrega Gilberto, serio–. Era el primer bebé, era la noticia, nos juntamos para conocerlo y nunca más lo pudimos ver.
–¿Saben dónde los secuestraron?
–No. Sabemos que fue ese día porque no llegaron al edificio donde vivían y donde Petí trabajaba de portero, en Rodríguez Peña. Nunca más una noticia.
–¿Cómo fue la búsqueda?
–Al principio no sabía que desaparecía tanta gente. Tomé dimensión cuando vinieron de los derechos humanos –dice Rigoberto, en referencia a la visita de la Comisión Interamericana en 1979–. El primer día nos volvimos porque había mucha gente, el segundo no pudimos ir y el tercero metieron a los extranjeros en un salón a llenar un formulario con datos. Al año recibimos una carta de los Estados Unidos, pero preguntando si sabíamos algo, fue otra decepción. Lo esperamos, lo buscamos en concentraciones, marchamos con la foto cada Día de la Memoria, preguntamos a amigos, en la colectividad cuando supimos que se intercambiaban detenidos en el Plan Cóndor, y en 1984 hicimos la denuncia ante la Conadep.
Gilberto pide la palabra, falta un hecho clave: “Después del 14 de mayo un grupo de tareas vino a levantarnos a la casa de Villa Celina. Fueron dos Falcon, tipo tres de la madrugada. Ellos estaban como de joda, sacando juguetes obscenos adelante nuestro. Nos trajeron a la policía central para hacernos preguntas. Mis padres y hermanos, yo con 18 años, Julio César con 16. Estuvimos 18 horas parados. Recuerdo que escuchaba gemidos y quejidos y pensaba ‘están torturando a mis padres’, una impotencia terrible, no se puede borrar. La abuela de Pablo también fue secuestrada”.
El diálogo transita hacia la entrega de muestras de sangre, la esperanza renovada ante cada nieto recuperado, y llega al 1º de agosto: “Cuando llamaron de Conadi pensé que era un trámite. Estaba en la calle, con el gasolero, soy medio sordo. ¿Puedo ir mañana? ‘No, venga’. Llego a casa y habían llamado a Oscar. ‘Parece que lo encontraron.’ Yo venía en el aire, como en las películas. Nos sentamos a esperar y, cuando salió, así (saca pecho), era la foto de mi hermano, no hacía falta ni ADN. Nos dimos un abrazo fuerte, nos quebramos un cachito. Fue terrible, lindo, todo junto”.
–¿Hablaron?
–Poquito. No sabíamos de qué y me dijeron que no pregunte mucho. Después vinimos acá (la sede de Abuelas), nos pasamos el celular y le mandé un solo mensaje para que no se sienta acosado. Es que al segundo día no podía dormir, salía a la calle mal. Se lo puse en un mensajito, y pide tiempo, pero dice que está bien. Tenemos que dejar que se tome su tiempo.
–¿En qué se parece al padre?
–La fisonomía, es igual... en un momento le arranqué una sonrisa. Estábamos sentados uno al lado del otro sin saber bien qué decir cuando llama mi señora. “Estoy con mi sobrino, es un muchacho parecido al papá, pero te voy a contar algo: es de River”. Entonces sonrió y era mi hermano, era la sonrisa de Petí.
–¿Cómo recibió la noticia la abuela?
–Mamá acaba de cumplir 82 años así que no se lo dijimos de una, la fuimos trabajando. Ahora ya sabe, le afectó y por supuesto lo quiere ver. Somos una familia grande, lo vamos a ir conociendo de a pocos, hasta que él pueda venir a casa. Es difícil saber qué rumbo tomar, para él y para nosotros. Si fuera por mí lo llevo ya, pero hay que pensar que somos unos extraños para él y hay que respetar sus tiempos.
Antes de concluir, Rigoberto quiere “agradecer a los amigos que nunca dejaron de preguntar, a la colectividad paraguaya que no deja de llamar, a los compañeros del Movimiento Evita de Villa Martelli con los que marchamos el Día de la Memoria en Plaza de Mayo, y a las Abuelas, claro, no hace falta decirlo”.

Fuente: Pagina 12, miercoles
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