jueves, 9 de agosto de 2012



Silvio, hijo del desaparecido Jorge René Santillán
“Nadie puede olvidarse de los
que nos tocó vivir a nosotros”
En 1976 Silvio René Santillán tenía seis años. La madrugada del 10 de agosto de ese año le tocó sufrir la violencia de un grupo de tareas que entró a su casa y secuestró a su padre para matarlo rato después. “Yo pienso que nadie puede olvidarse lo que nos tocó vivir a nosotros. Verlos pelear a mi papá, a mi  mamá, a mi hermana mayor que en ese momento tenía siete años. No queriendo que se lo lleven. Y verlo cómo le pegaban con la Itaka en la cabeza, en la cara, verlo todo ensangrentado”, afirmó ayer el hijo.
El cuerpo de Jorge René Santillán fue encontrado esa misma mañana, alrededor de las 6, en el camino a Acambuco, en el extremo norte de la provincia de Salta. Sus familiares saben que los secuestradores eran miembros del Ejército. Eran seis o cinco hombres encapuchados, que dijeron ser de la policía pero uno de ellos, que en algún momento quedó sin la capucha, fue reconocido por Irma, la esposa de Santillán: era un suboficial del Ejército.
Por este hecho están siendo juzgados el ex jefe del Ejército en Salta, Carlos Alberto Mulhall, y quien fuera jefe del Regimiento de Monte 28, con asiento en Tartagal, Héctor Ríos Ereñú, que en la democracia llegó a jefe del Estado Mayor del Ejército.
El Tribunal Oral en lo Federal de Salta tenía previsto comenzar ayer a analizar el secuestro y homicidio de Santillán, pero la audiencia debió suspenderse debido a que no había servicio de Internet en Comodoro Py, Buenos Aires, desde donde siguen el debate los dos acusados. Silvio, que junto a su hijo y a su esposa concurrió a la audiencia, lamentó la suspensión. Su tío, Alfredo Santillán, y su madre, Irma, tenían que declarar ayer pero sus testimonios fueron pospuestos para hoy, igual que los de otros testigos.
Los Santillán vivía en General Mosconi. Hasta julio de 1976 Jorge Santillán trabajaba en YPF y era delegado del sector Metalúrgica del Departamento de Electromecánica. Con su hermano Alfredo, que trabajaba en el sector Usina del mismo departamento, eran opositores al oficialismo en el Sindicato Unidos Petroleros del Estado (SUPE).
También militaba en la JP y, como todos los militantes de la época, realizaba trabajo social con los pueblos originarios de la zona y en los barrios más necesitados. Con Alfredo estaban impulsando la construcción de un centro sanitario, donde iba a atender el médico Pedro Urueña, también secuestrado y asesinado por esa época. Ahora la hija menor de Jorge trabaja con los pueblos originarios en Mosconi.
Los Santillán dieron cuenta ayer, una vez más, de las secuelas del terrorismo de Estado, de las dificultades que la familia enfrenta para cerrar el duelo. “Él (Jorge) tenía un pijama, celeste, un color así, yo todavía tengo el saco de ese pijama que sigue roto donde estaba roto, tiene unas manchas como si fuesen de óxido pero que no es óxido, es la sangre, que yo todavía lo tengo y muchas veces duermo con ese saco”, recordó ayer Silvio, con la emoción dificultándole el habla.
Jorge e Irma tenían cuatro hijos: Silvio y su hermana Rosa, los más grandes, trataron de evitar el secuestro de su padre, que luchó por largo tiempo hasta que “al último lo vencieron y se lo pudieron llevar”. Las más chiquitas dormían. Ayer un familiar recordaba que Rosa pedía a los secuestradores que le dejaran al padre al menos hasta que cumpliera 15 años.
Luego del secuestro los hermanos fueron llevados a Campamento Vespucio, con un tío. “No me voy a olvidar nunca esa tarde, porque llegó el hermano de mi padre. Me acuerdo que estaba sentado en el frente de esa casa y cuando lo ví llegar le pregunté: ‘Tío, ¿lo encontraron a mi papá?’. Y no me contestó nada. Entró, se fue, se bañó y salió vestido de traje, me llevó al living y ahí fue donde él me dijo que sí lo habían encontrado a mi papá y que lo habían encontrado muerto”.  
Sin embargo, ese final cruento no borró los buenos recuerdos del padre ausente: “Siempre tuve los recuerdos más lindos de mi papá, siempre me sentí orgulloso de mi papá y más aún cuando uno va al norte, siempre dije que yo tengo apellido y ese apellido es mi carta de presentación, que es ser el hijo de Jorge René Santillán”.



Por Elena Corvalan, Directora de Radio nacional en Salta
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en una investigación por delitos de lesa humanidad

Apartan a Menéndez de una causa de la represión

El Tribunal Oral en lo Criminal de Tucumán decidió excluir al represor por su deteriorada condición física. Los argumentos de la medida.

 

Por: 
El represor y genocida Luciano Benjamín Menéndez, condenado por delitos de lesa humanidad en Córdoba y Tucumán, fue excluido de la megacausa unificada, Arsenales II y Jefatura II. Así lo definió  el Tribunal Oral en lo Criminal de Tucumán, integrado por los jueces, Carlos Jiménez Montilla, Gabriel Casas y Juan Carlos Reynaga, quienes entendieron que el represor no estaba en condiciones físicas de seguir con el proceso judicial abierto en Tucumán.

La megacausa lo tenía como uno de los principales imputados junto a otros 40 represores que tuvieron participación activa durante la última dictadura cívico-militar argentina. Entre esos imputados también hay civiles como el escribano que estuvo prófugo, Juan Carlos Benedicto.
El informe médico que el Tribunal tomó como base de argumento para su determinación de excluir a Menéndez se remonta al año 2008, cuando Menéndez y el fallecido represor Bussi fueron condenados por la muerte y desaparición del senador peronista Guillermo Vargas Aignasse. Los médicos que revisaron al condenado cordobés advirtieron que no podía ser trasladado a una dependencia penitenciaria por ser "un paciente de 84 años de edad con una afección cardíaca severa", entre algunos de los argumentos.
El pasado 9 de mayo se les pidió a los profesionales una opinión sobre la posibilidad de que Menéndez afronte un nuevo juicio. Los profesionales advirtieron sobre el agravamiento de las condiciones físicas del detenido, "dada la edad del paciente y la evolución de una cardiopatía coronaria con tres angioplastias en un año…", según el parte del escrito firmado por los magistrados al que tuvo acceso Tiempo Argentino.
El Tribunal consideró la salud del represor, pero también los tiempos procesales para el inicio de las audiencias previstas hacia fines del mes de septiembre. Para esa fecha, la justicia debe notificar a todos los imputados y sus abogados (eran 41 en total hasta la exclusión de Menéndez) y luego a los querellantes que representan a las más de 200 víctimas de esta megacausa. Los jueces entendieron que si Menéndez permanecía como imputado, se podía demorar el inicio del juicio.
Así, el proceso no contará con la presencia de quien actuó como el III jefe de Cuerpo de Ejército durante la represión argentina y que tuvo a cargo los dos lugares emblemáticos de detención y exterminio de personas, la Jefatura de Policía tucumana y el Ex Arsenal Miguel de Azcuénaga.

Fuente: Tiempo Argentino
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