domingo, 29 de agosto de 2010

La Justicia entregó los restos de Lucho Díaz

“Nuestro deseo es comenzar este duelo del que nos privaron”

Así lo sostuvo Norma Cajal, compañera de Luís Díaz, uno de los masacrados en Margarita Belén. Lo hizo tras la entrega de sus restos óseos en una breve y emotiva ceremonia que se realizó este mediodía en la sede del Tribunal Oral Federal.

Norma Cajal, compañera de Lucho Díaz, y su hijo, Martín
La sala de audiencias del Tribunal Oral Federal de Resistencia se vio colmada por familiares y amigos de desaparecidos, ex presos políticos, funcionarios y periodistas en lo que fue la lectura del acta de entrega de los restos de Luís “Lucho” Díaz a sus parientes. Díaz es una de las al menos 22 víctimas que tuvo la Masacre de Margarita Belén.

El breve acto se realizó pasado el mediodía de este viernes, a pocos minutos de que finalice una nueva audiencia en el marco del juicio por el fusilamiento de presos políticos el 13 de diciembre de 1976. De la ceremonia, además de los parientes de Lucho, participaron los familiares de Fernando Piérola, también víctima de la Masacre; los funcionarios provinciales y ex presos políticos, José Luís Valenzuela y Silvia Robles; el delegado local de la secretaría de Derechos Humanos, Darío Gómez; el abogado de Derechos Humanos, Mario Bosch; la militante de HIJOS, Dafne Zamudio y el ex diputado provincial, Daniel San Cristóbal, entre otros.

Luego de que hicieran su entrada los jueces del Tribunal Oral Federal, Gladis Yunes, Eduardo Belforte y Luís González, por secretaría se leyó el acta por el cual el miembro del Equipo de Antropología Forense, Miguel Nieva, hizo entrega de los restos óseos a los familiares de Díaz. Asimismo se aclaró que una parte de ellos se dejará almacenados en el depósito judicial como un elemento de prueba disponible para los juicios por crímenes de lesa humanidad que aún se sustancian.

Tras la lectura, y a pesar de que Yunes pidió a los presentes en el recinto evitar cualquier expresión emotiva dentro de las instalaciones, los asistentes dedicaron un cerrado aplauso para Lucho y a viva voz repitieron: “Lucho Díaz, ¡presente!”. “Quiero agradecer a todos, a sus compañeros de trabajo, de militancia, les agradezco que nos hayan acompañado hasta este momento”, dijo una emocionada Cajal, compañera de Lucho. “Les quiero comunicar que nuestro deseo más profundo es comenzar este duelo del que nos han privado hace 34 años”, agregó quebrada.

“Esto significa mucho”, le dijo Martín Díaz a CHACO DIA POR DIA. “Como hijo, lo principal es de una larga y casi eterna lucha por momentos, poder darle cristiana sepultura, poder despedirlo, poder tener un lugar a donde llorarlo, donde dejarle una flor”, sostuvo. “Si bien es algo doloroso y duro para mí también estoy muy feliz, muy acompañado y feliz por todo lo que a logrado mi padre y los amigos que supo conseguir. Gracias a ellos pude conocerlo un poquito más porque yo tenía cinco meses cuando lo mataron”, agregó.

“Nosotros que somos militantes de la verdad, juicio y castigo creíamos que estos juicios tenían que tener un desenlace de no sólo la condena de los genocidas sino que vayan apareciendo también los cuerpos de los desaparecidos”, consideró el subsecretario de Derechos Humanos y compañero de militancia de Lucho, José Luis Valenzuela. “Él venía del radicalismo y yo del peronismo. Hemos algunas oportunidades hemos tenido en asambleas disensos con él pero aún así hicimos una amistad que trascendió todos los planos. Lucho fue siempre muy querido por sus compañeros y se destacó por su entrega y compromiso. Es el militante ideal que uno hubiera querido tener”, recordó Valenzuela.

SU HISTORIA
Luís Díaz nació en Mercedes, Corrientes, el 15 de enero de 1951. El padre de Lucho falleció cuando él tenia tres años; era dueño de un importante comercio de la ciudad. Allí fue a la escuela primaria (“la mate cocido”) y a la Escuela de Comercio, donde egresó como Perito Mercantil. Era muy buen alumno; fue escolta de la bandera en la secundaria.

Aprendió a tocar la guitarra con “Los de Imaguaré” y fue a cantar a Cosquín.También era parte del cuerpo de baile de folkclore, y estaba siempre en todas las fiestas, peñas y guitarreadas que se organizaban con la escuela de Comercio y el Colegio de Monjas. Posteriormente decidió trasladarse a Resistencia para estudiar Ciencias Económicas, le faltaron 3 o 4 materias para completar la carrera. Trabajaba en un juzgado de Resistencia y militaba en el Barrio Toba. Se casó en diciembre de 1973 y tuvo un hijo.

Llegó el Golpe de Estado y la más cruenta dictadura militar. Entre enero y febrero de 1976 fue detenido en un allanamiento en la casa donde vivía. La tarde del 12 de diciembre estaba en la Alcaidía de Resistencia, de allí lo sacaron en el falso traslado a Formosa. En la madrugada del 13 de diciembre de 1976 fue asesinado junto al menos 22 presos políticos a la vera de la ruta 11, en lo que hoy se conoce como la Masacre de Margarita Belén. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de Resistencia e identificado con su nombre.

Hombre preso que mira a su hijo

Mirta Clara: En homenaje a Lucho Díaz y familia

Poema enviado por Mirta Clara, ex presa política y esposa de Néstor Sala, víctima de la Masacre de Margarita Belén en homenaje a Lucho Díaz y familia.

Mirta Clara

Hombre Preso Que Mira A Su Hijo


Cuando era como vos me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quien se le ocurriría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas.

Que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos.

Realmente no sabían un corno
pobrecitos creían que libertad
era tan solo una palabra aguda
que muerte era tan solo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula.

Olvidaban poner el acento en el hombre.

La culpa no era exactamente de ellos
sino de otros mas duros y siniestros
y estos si
como nos ensartaron
en la limpia república verbal
como idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros
y como nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles.

Uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
de menos.

Por eso es que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos.

Vos ya sabés que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio.

Y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías.

Y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre.

Botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides.

Por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones
todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre.

Pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar.

Que tu viejo olvidó todos los números
(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos.

Y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina
en qué bar
qué parada
qué casa.

Y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar.

Una cosa es morirse de dolor
y otra cosa es morirse de verguenza.

Por eso ahora
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder.

Uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere.

Llorá nomas botija
son macanas
que los hombres no lloran
aquí lloramos todos.

Gritamos berreamos moqueamos chillamos
maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse.

Llora
pero no olvides".

"Te dejo con tu vida, tu trabajo, tu gente, con tus puestas de sol y tus amaneceres. Sembrando tu confianza, te dejo junto al mundo, derrotando imposibles, segura sin seguro (...) No creas, nunca creas, este falso abandono". Mario Benedetti

Con todo cariño, nuestro mayor abrazo compañero para los seres queridos de Lucho, su hijo, Norma y compañeros de estudio, trabajo y militancia.

Lucho Diaz: Presente Hasta la victoria siempre!

Familia Sala Clara

Fuente: Chaco Dia por Dia

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Juicio por la Masacre de Margarita Belén

Se hablaba de masacre durante la sepultura

Lo admitió Daniel Omar Aguirre, uno de los que cavó las tumbas de las víctimas del fusilamiento del 13 de diciembre de 1976. Emocionante despedida con Luis Alberto “Lucho” Díaz.

La jornada pintaba para tediosa con los tres testigos propuestos por la defensa –un cuarto, no pudo ser citado porque no se encontró su domicilio-. Toda la atención estaba centrada en el momento de la restitución a su familia de los restos de Luis Alberto Díaz, víctima de la Masacre de Margarita Belén.

Sin embargo, Daniel Aguirre, un municipal jubilado, que trabajó como sepulturero disparó un dato revelador: mientras eran enterrados los cuerpos de los fusilados en la madrugada del 13 de diciembre de 1976, ya se hablaba de masacre.

Otro testigo, Víctor de Lucía, de 76 años, ex director del cementerio “San Francisco Solano” (1982-1983), entregó un informe sobre las tumbas a Livio Lataza Lanteri, primer intendente electo con la reapertura democrática, pero no recordaba cosa alguna relacionada con la causa. Lo demás, fue pura pirotecnia entre las partes, con alguna intervención de los imputados que fue reprendida.

A Antonio Benítez, de 68 años, policía retirado que pasó por la Comisaría 2ª de Resistencia, en 1976, le causaron demasiados nervios para su presión arterial, simplemente para dos preguntas:

-“¿Sabía o conocía previamente los hechos que se investigan?”, preguntó el defensor Carlos Pujol.

-No escuché nada previamente. Me enteré después.

Sin que de para más, y pensando más en el homenaje a “Lucho” Díaz, el querellante Mario Bosch hizo la pregunta del millón: “¿Pero, usted sabe o vio algo?”, a lo que Benítez, obviamente, contestó: “No sé ni vi nada”.

En cambio, no pudo ser encontrado el domicilio de Raúl Di Bendetto, “preso común” o “preso social”, como se denominaba en la década del 70 a quien no era considerado un “subversivo” o preso político.

En paralelo de la audiencia, en la Casa por la Memoria, comenzaba la conferencia de Norma Cajal, esposa de Lucho Díaz, de su hijo Martín, familiares, ex presos políticos, H.I.J.O.S. y un largo etcétera.

MASACRE
A la defensa le pasó que el testigo que convocó terminó aportando datos más valiosos para las querellas y los fiscales que para el interés de sus defendidos. Es que cada vez que el sepulturero Aguirre hacía memoria, enterraba más la estrategia de los abogados de los ocho militares y el policía.

El testigo comenzó dubitativo, con datos que fueron marcados como contradictorios a los de su declaración en instrucción. Finalmente, se quedó con la versión original: enterró 10 ú 11 cuerpos traídos en dos tandas por la Policía y el Ejército, comenzando a la madrugada cuando lo fueron a buscar hasta su casa.

Ahí comenzó el calvario de la defensa. Entonces, Pujol quiso aportar como pruebas publicaciones periodísticas de 2004: elDIARIO de la Región y La Voz del Chaco. Tras ganar una minibatalla sobre la admisión de unos recortes periodísticos de 2004, los abogados de los imputados creyeron que estaban nuevamente en carrera.

Sin embargo, Aguirre no sólo ratificó los datos periodísticos: como la sepultura en la Letra G sector 12, sino que además aportó el dato que bajó la persiana a la audiencia: “Me enteré ese día, porque cuando termino ya se hablaba de masacre”, afirmó.

Obviamente, la pregunta sobre cómo se enteró de ese dato: “Es lo que hablaban los policías y la gente que estaba ahí” para visitar a sus muertos.

RESTITUCIÓN


Terminada la audiencia, prácticamente la Casa por la Memoria en pleno se trasladó al Tribunal Oral Federal de calle Yrigoyen para acompañar a Norma Cajal y Martín que iban a buscar el cuerpo de “Lucho” Díaz, entre ellos el subsecretario de Derechos Humanos, José Luis Valenzuela; la presidenta del Instituto de Cultura, Silvia Robles, Dafne Zamudio, y Julio Cáceres, con quien Lucho creo el grupo chamamecero Los de Imaguaré.

En la sala de audiencias, con la presencia de los jueces del Tribunal Oral Federal, Gladis Yunes, Eduardo Belforte y Luís González, por Secretaría se leyó el acta que permitió al perito del Equipo de Antropología Forense Miguel Nieva entregar de los restos óseos a los familiares de Díaz. Entonces, las más de 50 personas fueron una sola voz para recordar: “Lucho Díaz, presente”.

Informe: Marcos Salomón

Fuente: Chaco Dia por Dia

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Córdoba -Juicio UP1


El otro Pérez: el “grotesco”, "Jaime Kloner"


Graciela Lagarraga, ex presa política testimonió sobre los traslados de las mujeres que luego fueron asesinadas. Asimismo, visibilizó su propia condición de mujer-víctima dentro del penal. A la vez, quedó expuesto el otro Pérez, el de la voz impostada. Además de aportar información conmovió.

2010-08-26 -


Por Katy García-Prensared

En la jornada 23 del Juicio Videla que se desarrolla en la sala de audiencias del Tribunal Federal nº 1 que juzga los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura, declararon los ex presos políticos María Teresa Sánchez, Graciela Lagarraga y Raúl Arturo Guevara. La ronda de testimonios comenzó a media mañana y se prolongó hasta las 21.

La mujer reconoció a los imputados
cabo Pérez, Mones Ruiz, Alsina y a Miguel Ángel Gómez. A Jorge Rafael Videla y a Luciano Benjamín Menéndez dijo que los conoce por los medios de prensa.

La ex militante de la juventud peronista, fue detenida en abril de 1975 en su pueblo natal Laboulaye. Un operativo comandado por Miguel Ángel Gómez con varios automóviles Ford Falcon y un grupo importante de personas ingresaron en forma violenta a la casa donde vivía. La arrojaron en su habitación y fue sometida a un simulacro de fusilamiento. La testigo contó que la sacaron a las patadas, vendada y atada y que se identificaron como miembros del Comando Libertadores de América.

No es difícil imaginar un operativo de estas características en una ciudad chica protagonizado por fuerzas policiales ajenas a la comunidad. Esta situación motivó la presencia de la policía local que la trasladó al departamento de policía para luego enviarla a Río Cuarto.

“Recuerdo que me tiraron a una celda toda mojada, me golpeaban con cachiporra y el mas violento era Gómez”, afirmó. Dirigiéndose al Juez le confesó que en ese sitio la obligaron a firmar declaraciones sin la presencia de un abogado. Y que la interrogaban sobre su militancia política. Ella sostuvo que era de la JP y que “todo el pueblo lo sabía”. Sin embargo le tomaron una foto con folletos y libros que no le pertenecían y le armaron una causa por tenencia de material subversivo.

La pasaron al Buen Pastor de Río Cuarto y al poco tiempo al Buen Pastor de Córdoba días previos a la fuga de internas.

En la UP1, ojo por ojo

Al poco tiempo la enviaron a la Unidad Penitenciaria número uno (UP1) donde inauguraron el pabellón de mujeres de presas políticas en 1975. En cuanto a las condiciones carcelarias manifestó que eran buenas. Tenían visitas, diarios, alimentación, y una buena relación con la dirección del penal. Incluso había mujeres que criaban a sus hijos en la prisión y que “a partir del Golpe todo cambió sustancialmente”.

Ingresaron los militares, retiraron los niños y las llevaron a los golpes, corriendo. “Nos bajaron al patio, nos pusieron contra la pared, nos golpeaban los tobillos, la cabeza, nos manosean, hacen tactos, y había niños que no habían sido retirados. Duró varias horas, nos volvieron a la celda y nos habían despojado de todo. Solo dejaron lo mínimo indispensable y lo puesto. No teníamos jabón ni algodón. Por la noche nos bailaron, cuerpo a tierra carrera a march”, describió.

Dijo que les avisaron que la cosa sería “ojo por ojo, diente por diente”. Y que leyeran los comunicados que dejarían en la pared. “Y así fue. Empezaron a entrar lo que llamábamos los piquetes militares. Carrera march, cuerpo a tierra, entren y salgan de la celda, empezaron a hacerlo sistemático cada media hora. Ya entrábamos y salíamos con la cabeza gacha. Nos hacían saltar de las cuchetas y salir cómo estábamos, nos hacían hacer movimientos vivos, ejercicios militares, no sólo eso, sino que había una cuota importante de violencia, golpizas, nos lastimaban las rodillas”, detalló.

Una de estas guardias estaba al mando de un teniente al que llamaron “el Avispón” un ser temido que atropellaba y golpeaba. Después, supieron que se trataba del teniente Mones Ruiz. Además identificó al cabo Pérez como una de las personas que compartía la guardia con Mones Ruiz “era golpeador y le gustaba manosear a las compañeras, las llevaba al baño, a las duchas, y con otro grupo de gente nos cortaron el pelo”. A ella la pelaron. Sobre este hecho opinó que buscaban “desfigurar, reírse, denigrarnos”. La testigo durante el periodo democrático fue delegada del pabellón.

Los Pérez

La militante política señaló que había dos cabos Pérez. “Uno de estatura mediana, no alto, más delgado del que está sentado aquí. El otro era más alto, impostaba la voz y nos decía que éramos bichos bolita, y que íbamos a morir hundidos en los pantanos”. La primera descripción corresponde al llamado “Perico” y la segunda a quien consideró “grotesco” porque condensaba la imagen del torturador, bruto y manoseador, “Jaime Kloner”.

Precisamente, el cabo Pérez “grotesco”-Jaime Kloner- permitió que la tropa ingresara de a uno y la vejara. No dijo “violara” pero se entendió de ese modo. Y como si esto fuera poco le introdujeron en la vagina un porta cuchillo “del monte”.

El mismo Pérez retiró a tres mujeres del pabellón: Viviana Avendaño, Liliana Felisa Páez y a ella. “Nos retiran de la celda, con las compañeras me encuentro abajo. Nos atan manos atrás con un cable y nos llevan corriendo carrera march con esa famosa goma con la que siempre nos hacían gestos de que nos iban a dar por la cabeza. Nos llevan por el callejón carrera march y cuerpo a tierra hasta la dirección del penal. Vendadas con una venda muy precaria y nos dicen que nos van a comunicar algo del juzgado”, relató. A ella le comunicaron la absolución pero quedó a disposición del PEN.

La testigo expresó que en ese momento pidió hablar con el funcionario sin vendas “porque adentro estaban pasando cosas graves y me dijo que él no tenía nada que ver con eso”. Y las volvieron a las celdas a los golpes.

Al llegar al callejón el cabo Pérez las empuja y Liliana Páez se cae. Entonces la testigo le recriminó que si “no ve que no puede más”. Y Kloner le contestó “no te hagás la cocorita conmigo que esta noche vengo y te saco. Esa noche Liliana estuvo en el calabozo conmigo”.

A Pérez, el “grotesco”, el “Jaime Kloner” de la voz impostada, lo ubicó en la guardia de Alsina. Pero aclaró que “tenía libertad para entrar en el pabellón a cualquier hora”. Y señaló que es el mismo que retiró del pabellón a Diana Fidelman y a Liliana Páez. También recordó la presencia de un capellán del ejército ante el que expusieron los problemas que tenían y lo sucedido con Fidelman que nunca regresó. Y la respuesta fue “algo habrán hecho”. Por lo que una de las internas le respondió que “si nos cortan el pelo crece, si nos rompen los huesos, se sueldan, y si nos matan, creemos en la resurrección de los muertos”.

El callejón de la muerte

La testigo le contó al tribunal que sabe que fue trasladada al D2 y luego regresó golpeada. Y mientras estaba en la sala de castigo escuchó que la llamaban. “Se escuchó clarito el silencio que se produjo, era de noche, y también algo que Diana habló en voz alta y también a las compañeras que le dijeron: Chau, Diana. Y después un silencio mortal”,narró. Y agregó que después subió Mones Ruiz con su guardia y se produjo un diálogo.

- ¿Qué pasó con Fidelman? Preguntó la testigo.
 - ¿Es muy amiga tuya? Bueno, no la vas a ver más. Y cuidate, que te va a pasar lo mismo. Respondió Mones Ruiz.

Después la castigaron y enviaron a la celda de castigo con la orden de que no reciba alimentos por tres días y a pan y agua después. Desnuda. “En un momento perdí el conocimiento, amanezco tirada y toda mojada en el piso, viene la celadora, le digo que estaba dolorida, y al día siguiente estaba hinchada y con fiebre, pido un médico”, relató. Y que al otro día ingresó un hombre mayor, petizo, que la envió al médico y finalmente comenzaron a medicarla. “Nunca supe quién era”, admitió. Y al poco tiempo escucharon una ráfaga y disparos. “Al otro día me entero que habían matado a Diana Fidelman”, expresó. Como se recordará fue asesinada junto a Mozé, Verón, Yung, Hernández y Svaguza (Hecho4).

También relató el retiro de Tati –dijo Barrera, pero en realidad es Barberis- y de Mirta Abdón y destacó la resistencia que opuso Mirta. “Se las vio pasar por el callejón que denominábamos el callejón de la muerte. A la compañera Abdón la llevaban a la rastra porque no quería salir. No volvieron nunca más y al otro día nos dijeron que las habían matado”, afirmó.

Reafirmó que se enteraban de los hechos por medio de código Morse, señas y por los mismos empleados. Aunque deslizó que “las que las sacaron deben saber perfectamente quiénes las mataron”, refiriéndose a las celadoras.

También se acordó de que a Marta Rossetti la llevaron y devolvieron por falta de vehículos pero que al otro día la trasladaron y no volvió más.

Después relató el estaqueamiento que el teniente Alsina realizó con la prisionera Rosario Miguel Muñoz alojada en una sala de castigo. Comentó que a ella también la iba a estaquear y que hizo la esperar en la puerta de la celda. Y que después Zulema Álvarez, la celadora, la tranquilizó diciéndole que “las quería asustar”.

Luego dijo que las bajaron a ambas al patio que da a la enfermería que estaquean a Miguel Molina y que le ordenan que le tire agua. “Fue un momento muy duro, con la gorda Charo gritábamos que nos matara ya ahí a las dos”, contó muy conmocionada. Luego indicó que le arrojó un balde de agua a los pies de Alsina y que la enviaron a pintar con cal un murallón de cemento.


Muy afectada por el relato se dirigió al Juez- que no estaba en su mejor día- y le comentó que en su mente concentró ambas estaqueadas la de Charo y la de Moukarzel. “Me ha costado mucho separar que estos hechos fueron en tiempos distintos”, afirmó la ex presa también víctima del Terrorismo de Estado. “Yo recuerdo que me trajeron a mi celda y me golpeaba la cabeza contra la pared para borrar la imagen de lo que había visto”, expresó. Sin embargo distinguió que se trató de hechos ocurridos en diferentes días y que el autor fue el teniente Alsina.

Tras un cuarto intermedio prosiguió el debate. La testigo rememoró lo ocurrido con Marta González de Baronetto. “Esta compañera fue una de las que más resistió al cambio de régimen y me acuerdo que siempre la cuidábamos cuando nos hacían hacer ejercicios porque estaba embarazada”, dijo entre lágrimas. Pidió disculpas y explicó el porqué de la emoción. “Fue una compañera a la que quise muchísimo, y era madre, y ya había sufrido muchísimo al tener que dejar a Mariana”, expresó.

También destacó que las mujeres que parían y no podían amamantar a sus hijos porque les habían sido retirados contraían infecciones en las mamas.

Luego narró cómo Marta González fue retirada pensando que la llevaban para que anotase a su hijo Lucas y no volvió nunca más. Por supuesto pronto se enteró de que la habían matado. Quedó en libertad a fines de 1979 y luego por medio de Amnesty International denunció ante el Consufan lo que pasaba en Córdoba.

Durante el debate el abogado defensor de Alsina manifestó que en el relato sobre Moukarzel realizado en 2008 hubo contradicciones y que “atento a lo que ha dicho hoy acá, voy a desistir de este pedido –falso testimonio- porque entiendo que ha sido afectada y es inimputable”.

Esta afirmación de “ininputable” pasó inadvertida para el Juez pero no para el resto de la sala. La abogada Lillan Luque le pidió a Díaz Gavier que “aplique las normas de disciplina, porque es una falta de respeto a su condición de víctima”.

La mejor generación

Ante la propuesta de uno de los jueces sobre qué reflexión le merecía lo experimentado. Hizo un alegato creíble, conmovedor y a la vez un homenaje a todas y a todos, víctimas de la represión.

“Me pasé la vida buscando explicaciones a todo lo que ocurrió, no sólo en lo personal, porque a mí de última no me pasó nada. Acá no es una causa individual de lo que me haya pasado a mí. Nosotros en la UP1 éramos un bloque monolítico, cada muerte, era una muerte nuestra. Cada uno que moría, era una muerte propia. Cada hijo que nacía, era un hijo propio. Y los que seguimos viviendo, seguimos con ganas de revertir y dar vuelta este mundo injusto. Voy a sostener siempre que a pesar del horror que vivimos fue la mejor generación y fuimos los mejores hombres. Si en este país pasaron tantas cosas, fue porque en este país en la mesa de concertación, no de negociación, faltó una generación. A mí me llevaron porque era una reconocida militante de la juventud peronista. Íbamos pueblo por pueblo organizando, íbamos a reestructurar un hospital, iba a ir Atilio López a inaugurarlo y no pudo porque antes lo mataron. Hacíamos justicia social. Quien le habla, en el año 72 cuando la fiebre hemorrágica argentina azotó el campo, a los señores no les importaba la vida de los peones. Nosotros íbamos a trabajar con ellos. Esa era mi función y la voy a reivindicar siempre. Fue lo mejor que nos pasó en la vida”.

Sobre el final fue aplaudida y se estrechó en un abrazo con Horacio Obregón Cano, hijo del ex gobernador de Córdoba.

sábado, 28 de agosto de 2010

PRESENTACION DEL LIBRO DE MARCELA SANTUCHO Y DEL DOCUMENTAL DE CAMILO CAGNI

EL JUEVES 2 DE SETIEMBRE A LAS 19 HORAS

CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACION

AV. Corrientes 1543, 3er. Piso, Aula Jacobo Laks

Presentación del libro “Mario Roberto Santucho PRT ERP, organizador del contrapoder”

Este nuevo libro abarca el período de 1972 A 1976, e incluye elDerecho de réplica a Juan B. Yofre y caso Larrabure.

Consta de 400 páginas, muchas fotos, entrevistas y documentación inédita.

Estreno del Documental “Santucho Todavía”, de Lucía García y Camilo Cagni.

El juez Romano declaró ante Bento por su presunta complicidad con la dictadura

"El Poder Judicial estuvo alejado de toda la represión que organizó el gobierno militar", dijo el abogado Juan Aguinaga, quien representa al camarista que fue indagado por su accionar cuando era fiscal entre 1975 y 1983. Los querellantes calificaron como "un día histórico" para la Justicia.
El camarista Otilio Romano declaró ante el juez federal Walter Bento por su presunta complicidad con la dictadura, imputación que formuló el magistrado el viernes pasado en lo que se considera un hecho histórico. El acusado habló y aseguró que se atuvo al Código Penal Militar que se regía en la época.

Con la representación de su hija, Verónica Romano, y el abogado Juan Carlos Aguinaga, el ex fiscal aseguró que el Poder Judicial estaba aislado de la persecución y represión que realizó el gobierno militar a partir de 1976 y en los últimos tiempos del mandato de Isabel Perón. Sin embargo, el ahora juez está imputado por participación secundaria en 94 casos de privación ilegítima de la libertad agravada -por las desapariciones y las muertes- y tortura.

Según explicó Aguinaga -quien fuera el primer ministro de Seguridad que tuvo el gobernador Celso Jaque-, durante un cuarto intermedio, Romano accedió a declarar: “Hizo una exposición muy inteligente e interesante, refiriéndose a las normas jurídicas que regían en aquella época y, particularmente, ha hecho hincapié en los testimonios de destacados juristas sosteniendo que todo el proceso de persecución y represión clandestino que armó el gobierno militar era aislado a todo el Poder Judicial” dijo el abogado y agregó “que el sistema impedía la participación de los jueces, al punto tal que también estaba sometidos al sistema del Código Penal Militar”.

Romano está imputado por 94 casos, 55 de los cuales son por privación ilegítima de la libertad y 39 por tortura. Del grupo de los 55, 35 personas terminaron desaparecidas. Su situación es más complicada que la del juez Luis Miret, quien es también ahora camarista y está imputado por Bento, ya que se le atribuye al ex fiscal su responsabilidad de investigar las causas que le llegaban y no hacer “omisión”.

Justamente, como sospechoso de omisión “sistemática y prolongada en el tiempo, de promover la persecución y la represión” está tildado Romano en la resolución de Bento cuando el viernes pasado se realizó la imputación de los magistrados. Durante la tarde, el ex fiscal será indagado por cada uno de los casos, siendo el primero un habeas corpus que hizo Aguinaga, su abogado defensor que en aquel momento estaba representado a una persona investigada por el acusado.

Romano ha sido el primer indagado por el juez Bento por su presunta participación en el aparato represivo que hubo en Mendoza durante el gobierno militar. En los próximos días, Luis Miret (este viernes), Guillermo Max Petra Racabarren (próximo martes) y Rolando Carrizo (el miércoles) serán citados a declarar. Los últimos dos hombres ya han dejado de ejercer y no tienen los fueros que sí protegen a los primeros.

Un ataque al “aparato de la impunidad”

Sin dudarlo para muchos integrantes de organizaciones que luchan por los derechos humanos, este jueves ha sido un día histórico no sólo para la provincia, sino también para el país. Los que padecieron la dictadura y que perdieron seres queridos o los que fueron presos por ella comenzaron a palpitar “justicia”.

Mientras varios familiares de los desaparecidos se iban concentrando para la habitual marcha de los jueves, la abogada de una de las querellantes habló con la prensa. La doctora Viviana Beigel, en calidad de representante de Luz Faingold (presa política), señaló que se está haciendo una investigación “por omisión a las denuncias que realizaban los propios presos políticos por apremios y torturas, muchas de ellas fueron archivadas por el fiscal Romano”.

En cuanto a la diferencia de la imputación ya que Miret sólo está acusado por omisión y a Romano se le carga el delito de “participación secundaria”, Beigel explicó: “Son distintas figuras, pero en Romero el caso sería más grave porque tiene una mayor intervención: por su omisión reiterada y prolongada en el tiempo. Él debía promover los hechos y él ordenaba el archivo de las causas.”

“Es un día histórico a nivel nacional”, señaló la abogada quien defiende a una joven que fue detenida cuando tenía 17 años y tuvo que vivir en el exilio durante ocho años en Francia, hasta que en 1983 volvió para denunciar la atrocidad que había vivido. Ella era menor y cuando declaró lo hizo ante Romano y el juez Miret. Gracias a un amparo que presentó Aguinaga, ella pudo salir del país, pasar por Uruguay para luego refugiarse lejos de su tierra.

Al consultarle qué sentía al saber que su defensor en aquel momento, ahora representa al integrante de la Justicia que la detuvo, Faingold se limitó a decir: “Contradicciones tenemos todos. Él (por Aguinaga) era amigo de mi familia y me defendió para ayudarme porque se dio cuenta de que era inocente”.

En tanto, Fernando Rule también se hizo presente en el 3º piso de los Tribunales Federales. ”Empieza a desarmarse el aparato de la impunidad”, dijo el ex preso político, quien también ha sido impulsor contra los ahora camaristas federales Romano y Miret. Sin dudarlo, el militante señaló que los magistrados son “delincuentes intelectuales” ya que “ellos no recibían órdenes de un general o un teniente”.

Sin escatimar palabras, Rule fue duro: “Hay diferencias entre un juez y un mero verdugo” y se mostró satisfecho con lo que la Justicia Federal está haciendo, más allá de que Romero no fue imputado con la misma acusación que formuló el fiscal Palermo: “Es un salto grande que ha hecho el juez Bento. Por fin, empieza a desarmarse el aparato de la impunidad”.
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La historia oculta del juez, el abogado y su hermana desaparecida
En 1976, el actual camarista federal Luis Miret rechazó el "hábeas corpus" presentado por Luis Santamaría, luego de que su hermana fuera secuestrada por un grupo de tareas. A pesar de ese antecedente, 34 años más tarde Santamaría fue el conjuez que benefició a Miret, acusado de haber sido cómplice de la dictadura.

Una paradoja mezclada con cinismo: un abogado benefició con sus decisiones a la persona que se negó a buscar a su hermana secuestrada por los grupos de tareas que actuaron durante la última dictadura militar, hace 34 años.

El 17 de mayo de 1976, Luis Santamaría, quien además de trabajar como abogado se desempeñaba como asesor del gobierno militar que también desembarcaba en Mendoza, fue a los Tribunales Federales para presentar un recurso de “hábeas corpus”, una medida judicial que buscaba la liberación de su hermana, sacada por la fuerza de su casa dos días antes.

Blanca Graciela Santamaría tenía 23 años cuando desapareció. Era militante del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) y fue uno de los tantos blancos que tuvieron las Fuerzas Armadas en diferentes puntos de la provincia durante la madruga del 15 de mayo del ’76.

Luis llegó hasta tribunales sólo con media carilla escrita. El “habeas corpus” que había redactado estaba lejos de ser una pieza jurídica modelo que por sí sola presionara a los magistrados de turno y a las autoridades de facto. Sólo reunía los requisitos básicos para ser tramitado.

El expediente iniciado fue instruido de manera fugaz por el juez Luis Francisco Miret, quien respondió exactamente del mismo modo en que lo hizo con decenas de casos similares: manifestó que ni la Policía ni el Ejército tenían noticias de Blanca y desestimó la medida. El caso quedó cerrado para Miret y para el procurador fiscal del momento, Otilio Romano.

La historia de Miret y Romano es conocida. Los dos se convirtieron en camaristas federales y este año terminaron imputados, no sólo por no haber investigado aquellos hechos, sino por haber permitido que se produjeran raptos, torturas y asesinatos.

El 3 de febrero de 1997, la justicia civil de la provincia declaró oficialmente que Blanca Graciela Santamaría había desparecido de manera forzada el 15 de mayo de 1976. Ocurrió luego de que su madre iniciara la demanda correspondiente. Y eso fue lo último que se anotó en su partida de nacimiento. Se dejó en claro que fueron quince los hombres armados que la secuestraron; que entraron a las patadas, que portaban radios portátiles, que eran integrantes de las fuerzas de seguridad y que sacaron a la joven en pijamas.

Luis Santamaría y Luis Miret volvieron a coincidir en una causa judicial 34 años más tarde. Esta vez, en teoría, la suerte del actual camarista estaba en manos del abogado, nombrado conjuez por la misma justicia federal. Debía resolver una medida cautelar presentada por el magistrado luego de ser expulsado de la UNCuyo por su presunta complicidad con los represores.

En condiciones normales, y con los antecedentes históricos, Santamaría no debería haber aceptado el cargo. Aún así, y con los fantasmas del pasado merodeando, en una resolución plagada de cuestionamientos e irregularidades, dio la derecha a Miret en su afán por volver a la docencia.

Santamaría fue denunciado penalmente por su fallo, criticado con dureza por sus familiares y señalado por allegados como el "entregador" de su hermana. Sin embargo, parece estar al margen de esta situación. Al ser consultado por este diario sobre las repercusiones que hubo luego de su decisión de devolver el cargo a Miret como profesor, fue parco y desairó con la respuesta: “No me enteré de nada”.

- ¿Y se acuerda del “hábeas corpus” que presentó en 1976 por la desaparición de su hermana?

- No

- ¿No se acuerda de algo tan imporante?

- Sí, ahora que lo menciona, sí.

- ¿Recuerda que fue Miret quien lo desestimó?

- No, tampoco me acordaba.

- Ahora que lo sabe, ¿qué sentimiento le genera?

- Es personal. No lo voy a compartir con un periodista.

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EL PAIS › DECLARO EL CAMARISTA MENDOCINO OTILIO ROMANO, ACUSADO POR DELITOS EN LA DICTADURA

El juez que se atuvo al Código Penal Militar



El camarista mendocino Otilio Roque Romano, acusado como partícipe secundario en un centenar de privaciones ilegítimas de la libertad y torturas durante la dictadura, declaró ayer ante el juez federal Walter Bento. El acusado, que hace tres décadas era fiscal federal, aseguró que se atuvo al Código Penal Militar que regía en la época y que la represión clandestina implementada por el gobierno de facto funcionaba “aislada” del Poder Judicial. Hoy deberá declarar Luis Miret, juez federal durante la dictadura y compañero de Romano en la Cámara Federal de Mendoza.

Con la representación de su hija, Verónica Romano, y del abogado Juan Carlos Aguinaga, Romano aseguró que el Poder Judicial estaba aislado de la persecución y represión encarada por las Fuerzas Armadas desde 1975. Según explicó Aguinaga a la prensa local, Romano “hizo una exposición muy inteligente e interesante, refiriéndose a las normas jurídicas que regían en aquella época y, particularmente, ha hecho hincapié en los testimonios de destacados juristas sosteniendo que todo el proceso de persecución y represión clandestino que armó el gobierno militar era aislado del Poder Judicial”. El ex ministro de seguridad del gobernador cuyano Celso Jaque agregó “que el sistema impedía la participación de los jueces, a tal punto que también estaba sometido al sistema del Código Penal Militar”.

Romano está imputado por encubrir los secuestros de 55 personas, de las cuales 35 continúan desaparecidas, más otros 39 casos de torturas. Su situación sería más complicada que la del juez Miret, porque se le atribuye haber omitido las denuncias que recibía como fiscal. Romano está acusado justamente por omisión “sistemática y prolongada en el tiempo de promover la persecución y la represión” de delitos de lesa humanidad. Romano fue el primer magistrado cuyano indagado por el juez Bento por su actuación durante el terrorismo de Estado. Mañana deberá declarar Miret; el próximo martes, Guillermo Max Petra Racabarren, y un día después Rolando Carrizo, que ya no forman parte de la corporación judicial.

“Es un día histórico”, consideró la abogada Viviana Beigel, defensora de la ex presa política Luz Faingold, quien padeció a las fuerzas represivas cuyanas cuando tenía 17 años y vivió durante ocho años exiliada en Francia, hasta que en 1983 pudo denunciar las atrocidades sufridas y el rol de los magistrados mendocinos. “Empieza a desarmarse el aparato de impunidad”, celebró el ex preso político Fernando Rule, uno de los impulsores de la denuncia, rodeado de familiares de víctimas de la dictadura que se acercaron hasta el tercer piso de los tribunales federales. Rule calificó a Miret y Romano como “delincuentes intelectuales”, ya que “ellos no recibían órdenes de un general o un teniente”.

Fuente: Pagina 12

jueves, 26 de agosto de 2010

FALLO DE LA JUSTICIA FEDERAL
Torturas: seis ex militares, procesados
Son por supuestos delitos cometidos entre 1976 y 1983.
EN JULIO ÚLTIMO. Jorge Antonio Olivera es trasladado del Penal de Chimbas al Juzgado Federal, cuando lo llamaron a declarar en esta causa.
El juez federal Leopoldo Rago Gallo dictó el auto de procesamiento y prisión preventiva a seis ex militares que actuaron en el RIM 22 en los años del proceso militar, donde habrían cometido delitos de lesa humanidad contra una decena de personas, muchas de las cuales hoy en día ocupan cargos políticos, gremiales o judiciales.

Además de los seis ex militares, el juez Rago Gallo volvió a imputarle delitos a Jorge Antonio Olivera -señalado como el jefe de los operativos de represión en San Juan- y Osvaldo Benito Martel.

Los nuevos procesados son Jorge Horacio Páez, Carlos Luis Malatto, Eduardo Daniel Cardozo, Daniel Rolando Gómez, Juan Francisco del Torchio y Gustavo Ramón de Marchi, según consta en el fallo que ayer tomó estado público, aunque fue resuelto el 20 de agosto último.

Los delitos que les imputan son asociación ilícita, violación de domicilio, privación ilegítima de la libertad agravada y tormentos agravados.

En el fallo, caratulado como "recursos de habeas corpus a favor de Hugo Ricardo Bustos", también dice que a los imputados les trabaron embargos en bienes propios por 1 millón de pesos a cada uno.

El 23 de abril último, el juez Rago Gallo había citado a declarar a estos seis ex militares. Luego sus abogados presentaron escritos planteando la inimputabilidad de sus clientes. Pero Rago Gallo no hizo lugar a esos pedidos de sobreseimiento o falta de mérito. Y ayer fueron notificados de esa decisión, tanto los defensores como el representante del ministerio público.

Ahora es de esperar que los abogados defensores apelen este fallo del Juzgado Federal Nº 2 de San Juan.

Fuente: Diario de Cuyo
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DELITOS DE LESA HUMANIDAD

Un abogado amenazó a los jueces y se pidió compulsa para un cura

Un reconocido defensor de represores fue denunciado por el tribunal por posible coacción. Tomaría la defensa de Guevara.

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EN PROBLEMAS. El posible nuevo representante legal de Guevara recibió una compulsa antes de asumir.

Fue una jornada en la que algunos pocos se emocionaron pero la indignación cubrió gran parte del día. Los testimonios de los sacerdotes José Antonio Álvarez y Franco Reverberi causaron más muestras de desaprobación que de felicidad, algo que se agravó mucho más en los últimos cinco minutos del debate, cuando el tribunal hizo un anuncio que dejó perplejos a más de uno. En el medio declararon el hijo del ex gobernador Alberto Martínez Baca, un ex detenido político y un ex policía que también formó parte del Batallón 601 de Inteligencia, por el juicio que se lleva adelante contra el ex teniente coronel Aníbal Guevara, los ex policías Raúl Ruiz Soppe y Juan Roberto Labarta y el ex abogado de la fuerza Raúl Egea Bernal por las desapariciones de Francisco Tripiana, Pascual Sandoval, José Berón y Roberto Osorio.

EL ROL DE A IGLESIA. El primero en declara fue el vocero de la Iglesia en San Rafael, el presbítero José Antonio Álvarez. El sacerdote fue citado por declaraciones hechas a El Sol y que fueron publicadas el viernes 13 de marzo. En ellas, Álvarez aseguró que "hubo autodesaparecidos que después aparecieron" y que la Iglesia sólo ayudó en lo que pudo, ya que dependía de la influencia que podía ejercer o, en algunos casos, ocurría que los supuestos detenidos no existían. No obstante, al mismo momento que se sentó frente a los magistrados del Tribunal Oral Federal 2, se notó en Álvarez su afán de defenderse de sus propias declaraciones. Según explicó el párroco, las frases citadas por este medio sólo forman parte de algunas de las palabras que dijo y que no toda la conversación fue reproducida, tan sólo algunos fragmentos. Sin embargo, Álvarez reconoció haber dicho: "Hubo autodesaparecidos que después aparecieron", y ante la pregunta del Tribunal sobre si conocía algún caso, mencionó el de la magistrada Carmen Argibay, aunque rápidamente fue corregido por el juez Héctor Cortés, quien le explexplicó que Argibay no figuró en ninguna lista de desaparecidos pero que sí estuvo detenida durante la dictadura. El sacerdote también explicó que con su frase se refería a que había personas que figuraban "en las listas y que luego estaban en otros países, en otros lados", al mismo tiempo que el público asistente se indignaba ante esos dichos. Asimismo, el vocero de la diócesis sanrafaelina defendió a los obispos de la época asegurando que estos sabían solamente lo que todo el mundo ya conocía, y afirmó que mientras realizaba sus estudios para convertirse en cura le llegaron comentarios de que había gente detenida a disposición del Ejecutivo, aunque no se acordó quién se lo dijo. En cuanto a sus expresiones reflejadas en el El Sol, afirmó no haber recibido ningún reto de parte de sus superiores y adujo no haber medido sus dichos, "si la palabra no fue feliz, pido disculpas", aseguró Álvarez refiriéndose al uso de "autodesaparecidos". Tras la salida de Álvarez fue el turno de Reverberi, quien se presentó ante el tribunal luego de que cuatro testigos lo ubicaran como capellán militar en uno de los centros de detención durante la dictadura. Reverberi explicó que recién tomó ese cargo en 1980 y que nunca vio un detenido político. Incluso, el sacerdote afirmó que se enteró de que existieron desaparecidos en San Rafael hace diez años, "cuando aparecieron carteles pegados". No obstante, el testimonio de Reverberi no dejó conforme a la querella, que pidió una compulsa penal en contra del sacerdote debido a las menciones que hicieron los testigos sobre sus visitas, al punto tal que uno de ellos, Roberto Flores, aseguró que el párroco entraba y salía de los calabozos e, incluso, estuvo presente en sesiones de torturas.

UN VIEJO CONOCIDO. El otro hecho de gran relevancia durante el debate fue un anuncio hecho por el tribunal cuando la jornada estaba a punto de finalizar. Según explicó el presidente del TOF2, Roberto Burad, a las partes y al público, en la mañana de ayer se presentaron dos personas ante la prosecretaria del tribunal. Uno de ellos se dio a conocer como Eduardo San Emeterio, quien es un abogado reconocido por los clientes a quienes defiende (ver aparte). Dirigiéndose a la funcionaria judicial, le expresó enérgicamente: "Ya se van a enterar, no saben todo lo que voy a poner en el escrito, (Dante) Vega no debe estar sentado como fiscal". La visita de San Emeterio al tribunal fue para anunciar que iba a

¿Quién es?

Apenas pronunciado el nombre de Eduardo San Emeterio por los jueces del tribunal hubo dos tipos de reacciones en la sala. Por un lado, los que no lo conocían preguntaron quién era, y por otro, los que lo habían sentido nombrar se sorprendieron e, incluso, se indignaron. Eduardo San Emeterio, según información que manejan los organismos de derechos humanos, proviene de una familia de militares y suele defender a civiles y efectivos acusados de delitos de lesa humanidad en los juicio que considera como parte de “un plan diabólico y sistemático”. Egresado del Liceo Militar, en 1967 se unió a la SIDE en 1971 y durante la dictadura fue chofer de Otto Paladino, quien estaba a cargo del centro clandestino conocido como Automotores Orletti. En su currículum, según los organismos, se encuentra también que formó parte del Grupo de Tareas 4, que dependía de la Fuerza Aérea y que sería responsable de numerosas desapariciones. Luego volvió a la SIDE y en 1980 dejó su lugar allí para estudiar Derecho en la Universidad de Belgrano. San Emeterio también tuvo denuncias en su contra, ya que en el 2003, según publicó en su momento el periódico El Argentino, fue acusado de usurpación de título.

JUICIO POR DESAPARICIONES

El padre José Álvarez explicó términos vertidos en una entrevista periodística


Padre Álvarez

Ayer se reanudó el debate oral por los delitos de lesa humanidad que se desarrolla en la Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria.

A la silla de los testigos, entre otros, le tocó ocuparla en primer lugar, al padre José Antonio Álvarez, actual capellán de la Policía en el sur provincial.

La presencia del sacerdote fue impulsada por un artículo periodístico publicado por diario El Sol, cuyo autor fue el periodista Daniel Salivares, quien lo tituló "Hubo autodesaparecidos que después aparecieron", citando una de las frases a las que recurrió el religioso durante la entrevista.

Según dio cuenta Álvarez, esa declaración la realizó en base a lo ocurrido con Carmen Argibay, actual integrante de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quien figuró en la lista de desaparecidos elaborada por la CONADEP, pese a que sobrevivió a la dictadura.

Consultado por uno de los integrantes del tribunal, aseguró que "no ocurrió lo mismo en Mendoza" e insistió en que a través de esa frase sólo hacía referencia a Argibay.

Por otra parte, siguiendo en el análisis de la nota periodística, en la misma Álvarez aseguró que "Mendoza era una tierra de descanso", lo cual fue motivo de críticas por parte de los querellantes, quienes fueron los más incisivos a la hora de interrogar al cura.

En referencia a ese concepto de "tierra de descanso", Álvarez argumentó que lo hizo por considerar que "aquí no hubo combates ni operaciones de ese tipo".

Contó que el periodista lo llamó para conocer si el Obispado de San Rafael se pronunciaría sobre las acusaciones vertidas contra la Iglesia por parte de distintos testigos que pasaron con anterioridad por el debate.

En su rol de vocero de la institución religiosa, dijo que no habría comunicado oficial y dijo que el desarrollo de la entrevista lo realizó desde su perspectiva personal, fuera de cualquier vínculo con el Obispado.

Ante las palabras de Álvarez, que criticó la publicación periodística, el presidente del tribunal, Roberto Burad, ordenó la escucha de la grabación de esa entrevista para comparar el escrito y las explicaciones posteriores de Álvarez.

En otro orden de cosas, el sacerdote dijo que en 1976 se encontraba realizando el seminario en Paraná, capital de Entre Ríos y que llegó años más tarde a San Rafael, tras ordenarse como sacerdote en 1982.

Afirmó que conocía mucho a Monseñor Kruk, que en la época que se investiga era obispo de la Diócesis de San Rafael.

También relató, después de ser consultado, que desde el año 1986 en adelante no le tocó recibir consultas sobre desapariciones en nuestro departamento, aunque no descartó que eso pueda haber sucedido años atrás.

Fuente: Diario de San Rafael

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Córdoba -Juicio UP1


Los fusilados vuelven


Los fusilados vuelven, sus siluetas nos interpelan, sus rostros eternizados en su juventud, con sus sonrisas, sus preocupaciones, sus miradas, sus proyectos, nos desafían…Queda en cada uno hacerse cargo o esconderse en la cobardía del "no puedo".

2010-08-24 -

Por Luis Miguel Baronetto (*)

Cuando pensaron que los borraban de la faz de la tierra, cuando creían arrebatarles sus vidas comprometidas, reaparecen en la escena pública, con más fuerza que la soñada. Vuelven en las múltiples presencias, en las memorias de las anécdotas, en relatos vivenciales, de dolores y de alegrías también, aún en medio del infierno.

Así se viven los testimonios en el juicio a los genocidas más importante realizado en Córdoba, que empezó el 2 de julio en este año del Bicentenario. El juicio de la UP1, con Videla, Menéndez y otros 30 torturadores y asesinos imputados por los fusilamientos de los 31 presos políticos entre abril y octubre de 1976. Ellos hablan hoy con nuestra voz.

Sus jóvenes rostros inundan nuestros pechos. Sus siluetas motivan figuras y colores, que contienen plurales símbolos de las luchas de ayer y de hoy. Es cuando en el horizonte se confunde la tierra con el cielo, y en aquel espejismo rebotan las imágenes: corazones de amores truncados, cadenas finalmente quebradas, rostros diferentes contenidos en cada mujer o varón que nos siguen mirando desde aquella juventud inmortalizada en blanco y negro… Soles y estrellas; palomas, cruces y la balanza de la justicia, que tantas veces descorre la venda para inclinarse a favor de los poderosos…

Y así, 31 siluetas que hacen presentes a nuestros fusilados: para terminar, después de 34 años, con las complicidades judiciales.

Presentes… para celebrar la memoria de tantas luchas, de las que ellos dejaron inconclusas, como desafíos del hoy. Pero también de las que siguieron subiendo al escenario de las plazas y de las rutas en tantos reclamos de derechos negados.

Para animar a los que hoy reclaman vivienda o para que no les quiten la tierra que los acunó. Presentes en los discriminados como "negros de mierda", por ser pobres, jóvenes y siempre víctimas del atropello policial. Y en los que no quieren seguir siendo los "peores" y alguna vez conseguir un espacio en esta sociedad que debiera ser de todos.

En cada reclamo de libertad, de justicia, de solidaridad… En ellos y tantos otros ignorados de hoy, aquellos militantes están presentes. Porque ellos lucharon para terminar con las lacras sociales que obstaculizan la justicia, la libertad y la paz.

No eligieron ser víctimas. Preferían seguir siendo "uno más". Ni héroes ni mártires. Gente común, como cualquiera…Pero convencidos que lo que anda mal se puede cambiar.

Por eso asumieron la militancia política. Su compromiso fue en el protagonismo de la lucha, también por el poder político para instaurar una sociedad más justa e igualitaria.

Los victimarios querían víctimas para señalarnos que el poder estaba en sus manos. Podían pisotearnos. La soberbia de los gritos y la crueldad del policía militar Alsina o las arengas del aerotransportado Mones Ruiz nos obligaron a mirarlos de reojo, con la cabeza gacha. Ellos contentos porque "podían".

Hoy están solos, frustrados en sus delirios de salvadores de la patria, acusados de delincuentes, envejecidos en sus finales de asesinos, encerrados en las celdas de la democracia que aborrecen. La memoria viva de nuestros muertos es su peor afrenta, aunque sus corazones hayan quedado congelados en las balas o los garrotazos del 76.

¿Será que la alegría es ahora? ¿O la alegría será la esperanza? …Esa que se construye a cada paso, en cada gestión, en cada esfuerzo compartido con la responsabilidad de no defraudar a los compañeros y compañeras de camino. Tampoco desfallecer, porque sería casi como traicionar.

Es lo que pretendían Alsina, Mones Ruiz, Menéndez, Videla y cada uno y todos los torturadores, verdugos y asesinos, sentados en el lugar de los imputados por tantos crímenes de lesa humanidad.

Los fusilados vuelven cada vez que marcamos, multiplicamos o imprimimos una y miles de imágenes que hablan de lo que somos, de lo que queremos ser (y a veces no nos dejan o no podemos). Pero la esperanza es esa fuerza invisible que atraviesa nuestros "no poderes", para decirnos que no tenemos derechos a mirar para atrás y detenernos.

Porque quedaríamos convertidos en estatuas de sal. Y la sal la necesitamos no en estatuas, sino para energizar nuestra fuerza, como aquel paquete que recibió Moukarzel en el pabellón 8 y le costó el estaqueamiento y la tortura que se llevó su vida.

En esa sal saborizamos nuestro compromiso. Ese que nos sigue empujando con la memoria del Turco, médico de Chacra de la Merced, donde los pobres siguen esperando y luchando por su salud.

Los fusilados vuelven cuando la Universidad despierta y descubre que ellos también recorrieron sus claustros, hicieron asambleas, lucharon por nuevos programas de estudio… en Periodismo, en Historia, en Arquitectura, en Derecho, en Arte…

Y vuelven con nombres y rostros concretos: Zorrilla, Bauducco, Ceballos, Irazusta, Toranzo, Chiavarini, Pucheta, Tati Barberis, Abdón de Maggi y Tramontini con su guitarra …21 de los 31, que esperan encarnarse en los nuevos Centros de Estudiantes, en las Cátedras, en las Escuelas, en los Decanatos…

Porque aquellos proyectos de profesionales al servicio de los empobrecidos todavía es deuda y desafío posible de concretar. Quizás abogados como Vaca Narvaja o médicos como Moukarzel nos indiquen que es posible hacer realidad los proyectos. No se trata de sueños irrealizables.

Proyectos que se hacen carne en el compromiso sincero de los que no se quedan en el discurso, porque sus convicciones los obligan a acompañar cada esfuerzo de organización de los que luchan por sus derechos.
Como los que acompañó Marta en Villa El Libertador, desde su escuelita del tranvía, el centro del alfabetización o la catequesis de la parroquia, para que el agua llegara a todos, el transporte se metiera en las calles sin asfalto de la Villa o se instalara el jardín maternal Evita para que las madres pudiesen trabajar en el servicio doméstico.

Vuelven los fusilados en cada reclamo de los trabajadores. Allí está el Gordo Verón para señalar también la traición de los burócratas bancarios. O Florencio Díaz y Pablo Balustra testimoniando que vale la pena ser sindicalistas, cuando hay fidelidad a los intereses de los representados. Y Bártoli, Barrera, Hubert, García… También vuelven en la política.

Esa militancia tantas veces denigrada, porque los poderosos la quieren para ellos solos, dejándonos que repartamos a los pobres las migajas de sus banquetes en nuestros comedores comunitarios.

El Chicato Mozé, el Alemán Jung, Sgandurra, De Breuil, Fidelman, Páez, Hernández, Funes, Svagussa o Mirta Rosetti de Arquiola vuelven para increparnos por la cobardía de huir de la política, de aceptar el discurso neoliberal de que todo es lo mismo, como en el cambalache de Discépolo y mejor es no meterse en ese barro…

Pero también para afirmar que sin construcción política que dispute el poder del Estado, la política es insabora (sin el paquete de sal que el "común" le pasó por la reja a Moukarzel), no le sirve a los pobres, queda en las teorías que nos distraen y entretienen para alegría y beneficio de los poderosos.

En alguna de las cárceles donde me tuvieron elegí para la tumba de Marta una frase del profeta Isaías: "Tus muertos revivirán y en el país de las sombras, darán luz".

Hace falta que vuelvan para dar luz. No para indicarnos el camino, porque es responsabilidad nuestra encontrar las respuestas a las demandas de hoy. Pero sí para iluminar los pasos, para evitar los tropiezos de las tantas piedras que aparecen aunque a veces no las veamos, para avanzar con firmeza en lo mucho que todavía falta para la dignidad de los más…

Los fusilados vuelven, sus siluetas nos interpelan, sus rostros eternizados en su juventud, con sus sonrisas, sus preocupaciones, sus miradas, sus proyectos, nos desafían…Queda en cada uno hacerse cargo o esconderse en la cobardía del "no puedo".

La segunda mitad del año del Bicentenario, quedará en la historia como el tiempo de la justicia largamente esperada. Tiempo de espera cumplida. Tiempo de justicia….


(*) Director de Derechos Humanos de la Municipalidad de Córdoba y querellante en la causa UP1.

www.prensared.com.ar

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Juicio UP1

Ex detenido también habló sobre la complicidad de jueces federales durante la dictadura

Se trata del ex preso de la UP1 Héctor Jerónimo López, secuestrado en 1975 y liberado en 1988, quien señaló que los magistrados Zamboni Ledesma (ya fallecido) y Otero Alvarez estaban al tanto de las detenciones ilegales y las torturas. Por otra parte, en su testimonio identifició a Pérez y Alsina por los crímenes de Bauducco y Mourkazel.

El ex preso político Héctor Jerónimo López afirmó hoy que los actos de detención ilegal y de torturas fueron denunciados ante el entonces juez federal, ya fallecido, Adolfo Zamboni Ledesma y el secretario Carlos Otero Alvarez, pero que "se negaban a investigar estas denuncias porque eran cómplices de todas esas prácticas represivas”.

De esta manera continuó hoy el juicio que por delitos de lesa humanidad se desarrolla en esta provincia y que tiene como principales imputados a Jorge Rafael Videla y Luciano Benjamín Menéndez.

López fue secuestrado el 29 de octubre de 1975 y, luego de pasar por tormentos y torturas en distintos centros de detenciones del país durante 12 años, fue liberado el 17 de febrero de 1988.

Recordó que en 1981 fue notificado por el Juzgado Federal 1, a cargo de Zamboni Ledesma, que había sido condenado a "prisión perpetua” como autor de varios hechos subversivos que previamente lo habían obligado a firmar en una declaración.

Como el caso de los ex presos que hasta el momento testimoniaron, López confirmó los detalles de cuando el cabo Miguel Angel Pérez le dispara en la cara a Raúl `Paco` Bauducco, argumentando que había intentado arrebatarle el arma.

También responsabilizó al teniente Gustavo Adolfo Alsina por el estaqueamiento y muerte del médico santiagueño José "Cacho" Moukarzel.

"Alsina era un torturador y asesino en la cárcel (Unidad Penitenciaria San Martín-UP1), dijo López al graficar la conducta "violenta” del militar que se encuentra entre la treintena de imputados en este proceso de enjuiciamiento.

Durante los primeros días de secuestro López estuvo en el Departamento de Informaciones Policiales (D2) y en ese lugar identificó como torturadores a los policías Miguel Angel `Gato` Gómez, a Calixto Luis `Chato` Flores y a Pedro Raúl Telleldín, incluso que los dos primeros participaron del operativo cuando lo llevan de la casa de su pareja en barrio Alberdi.

López es secuestrado junto a su pareja Liliana Felisa Páez de Rinaldi, quien fue asesinada el 20 de agosto de 1976 junto a Daniel Tramontini mediante una orden de `traslado` dispuesta por el militar Vicente Meli y llevada adelante por un grupo a cargo del también militar Víctor Pino y que luego hacen figurar como "intento de fuga”

En otro de los pasajes de su relato el testigo recordó que en una oportunidad los militares lo trasladan junto a un grupo de presos en un colectivo hacia un descampado: "nos dan la orden de cavar nuestra propia fosa. Nos dan las palas y cuando estábamos cavando viene una contraorden que hasta el momento no sabemos por qué ocurrió”.

Entre el público que hoy asiste a la audiencia oral y pública se encuentran presentes los dirigentes de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), Pablo Micheli y Ricardo Peydró, además de la diputada nacional Victoria Donda.

Fuente: Diario La Mañana

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Micheli, de la CTA, presente en el juicio

El dirigente consideró como "muy bueno" que se puedan "juzgar a estos asesinos responsables de crímenes".

Pablo Micheli, secretario Adjunto de la CTA, participó hoy del juicio contra los represores Luciano Benjamín Menéndez y Jorge Rafael Videla.

“Es muy bueno que podamos juzgar a estos asesinos responsables de crímenes y que esten en el banquillo para que todo el pueblo vea que no se puede construir una sociedad en base al terror, al tortura al crimen y quienes han hecho eso tienen que pagar con la cárcel", señaló Micheli.

"Yo fui víctima a través de mis padres, fueron desaparecidos por un tiempo por suerte quedaron vivos pero a partir del golpe de estado fueron perseguidos y evidentemente vive todo eso con dolor y mucha broca e impotencia”, agregó.

Fuente: La Voz del Interior